Más allá de los resultados económicos, el acuerdo con Chevron tendrá importantes consecuencias políticas. No sólo porque el gobierno nacional se juega buena parte de sus cartas en busca del autoabastecimiento, sino porque, si la experiencia es exitosa, funcionará como caso testigo para otras alianzas con petroleras internacionales.

Es que el fantasma de Repsol aún sobrevuela Vaca Muerta y amenaza con bloquear cualquier arribo de capitales extranjeros en tribunales internacionales. Pero la propia inercia del negocio, que conoce de inversiones de riesgo, parece estar torciendo la voluntad de la firma con sede en Madrid. Al menos así lo demuestra el interés de distintas empresas en asociarse a YPF o directamente en invertir mediante sociedades con otras empresas privadas.

El gobernador neuquino, Jorge Sapag, aseguró que Shell está perforando en la provincia en busca de no convencionales, al igual que Exxon. Esta última también le hizo una propuesta a YPF. El mandatario agregó que la francesa Total también tiene planes para la zona en el yacimiento Aguada Pichana, donde se encontró una ventana a Vaca Muerta. Petrobras, mientras extrae recursos convencionales, además avanza en los planes de shale.

Los concesionarios de áreas neuquinas pronostican un boom petrolero. Zonas que hasta hace unos pocos años estaban agotadas y eran consideradas marginales, hoy adquieren otro valor de la mano de nuevas tecnologías que permiten extraer gas y petróleo de la roca madre. El 40 por ciento de ellas está en manos de YPF, que arranca ahora una nueva aventura productiva