LOS DESAFíOS DE ALEXIS TSIPRAS
› Por Claudio Scaletta
Pablo Bortz es doctor en Economía de la Universidad Tecnológica de Delft, Países Bajos. En su reciente y notable tesis doctoral estudió cómo los flujos financieros, en especial las deudas externas, públicas y privadas, interactúan con el crecimiento y la distribución del ingreso en países en desarrollo, situación que incluye a la periferia europea. Asiduo visitante de Grecia y seguidor de su proceso económico, dialogó con Cash desde Ginebra, Suiza, donde reside en la actualidad. Bortz analiza el escenario de alianzas que podrían beneficiar al gobierno de Syriza, pero pronostica un muy probable boicot europeo, situación que finalmente empujará a Grecia a salir de la Eurozona. A partir de ese momento los desafíos de corto plazo, en el marco de la recuperación de instrumentos de política económica, serán mantener los precios de los alimentos y conseguir divisas.
¿Cuál cree que será la estrategia de política monetaria de Syriza?
–Creo que Tsipras no puede decir que quiere salir del euro. El vendió al pueblo griego que pelearía con dignidad por mejores condiciones, pero dentro del euro. Si quiere quedarse tiene dos caminos. Uno es lo que alguien denominó “hacer el juego de la confianza”, asumir un discurso no rupturista, pro mercado, y ver qué puede conseguir con cara de bueno. La otra es “la estrategia de la dignidad”, que es más que un eslogan político. Significa comenzar a avanzar y obligar a que el freno lo ponga el otro. Por ejemplo, ante la pregunta de cómo se financiará, contestar: “Con un plan de rescate, o con una reestructuración de la deuda que baje intereses”. La deuda griega es alta, pero los intereses no lo son tanto. Si se consigue solamente bajar 2 o 3 puntos del PIB en intereses, ya habría margen para hacer política fiscal. Luego es necesario avanzar parando las reformas en el mercado de trabajo, parar las privatizaciones, avanzar hasta dónde se pueda y en todo caso que le doblen la mano. Y plantarse. Esa es la estrategia de la dignidad. La de la confianza ya se ensayó cinco años, ya la intentó Hollande en Francia, por ejemplo, y también fracasó. Angela Merkel se los comió a todos crudos. Por eso es necesario avanzar con la antiausteridad, con estímulos fiscales, reincorporando trabajadores. La nueva secretaria de Trabajo, por ejemplo, fue directora del Levy Institute, que ayudó a diseñar en Argentina el Plan Jefes y Jefas. Ellos ya tienen armado un plan así para Grecia, una política de empleo expansiva.
¿Entonces la estrategia es la misma tanto para irse como para quedarse en el euro?
–Sí, y está bien. No pueden decir que van a defoltear. Los bancos griegos todavía tienen bonos de la deuda griega que usan como garantía para pedir financiamiento al BCE. Si el BCE no les presta más, y una excusa para no prestarles es que no tienen buena garantía, se acaba el euro en Grecia. Se va a un corralito. Eso es el 2001.
Partiendo de que la estrategia es la misma cualquiera sea el caso, cabe preguntarse si Europa dejará que Grecia se salga con la suya avanzando en contra de lo que hasta ahora fue su dogma de política económica.
–Creo que Alemania esperaba un tercer rescate, alguna reestructuración, pero que no se abandone la austeridad. Porque por un lado está la cuestión de la reestructuración, conseguir que el costo del servicio se reduzca en un par de puntos del Producto, pero manteniendo el vasallaje, y por el otro está el tema de austeridad y las privatizaciones. La troika estaba probablemente dispuesta a aceptar lo primero, pero nunca lo segundo. Porque si se acepta esto último sería difícil seguir imponiendo ajustes en otras economías, como por ejemplo en España, Italia o Portugal. Pero incluso en materia de reestructuración, Alemania sólo está dispuesta, en el mejor de los casos, a prolongar plazos, nunca a una quita. Y Syriza quiere una quita.
¿Cómo cree que reaccionarán los países que, como España, podrían beneficiarse de que a Grecia le vaya bien?
–Es obvio que el actual gobierno de España estará siempre muy en contra de Syriza, porque tiene un Syriza adentro, que es Podemos. Si bien Podemos puede parecer menos orgánico que Syriza, cuenta con importantes apoyos académicos y puede seguir la curva de aprendizaje. Syriza pasó del 5 por ciento en 2010 al 25 en 2012 y al 36 en 2015. Pasó de no ser nada, al principal partido de oposición y a partido de gobierno. No tenía estructura inicialmente aunque sí venía de una tradición política. Pero si a Syriza le va bien, Podemos podría llegar al poder. Seguramente un aliado será Irlanda. Su ministro de Finanzas ya dijo que apoyaba una conferencia europea para tratar la problemática de las deudas soberanas. Recordemos que la deuda de Irlanda pasó del 30 al 110 por ciento del PIB en un año sólo por rescatar a tres bancos. La duda es qué harán países como Francia e Italia. Creo que Syriza le refleja a la socialdemocracia europea su fracaso y cobardía para combatir la austeridad. Personajes como François Hollande podrían boicotear a Syriza porque los hace quedar mal o bien aprovechar la circunstancia para volver a las fuentes. Lo mismo en el caso de Italia. Por acá pasa la esperanza de Syriza.
Además del disgusto por la independencia, el resto de lo que se conoce de las medidas económicas de Syriza también molesta.
–Sí, va a contramano porque se trata de políticas fiscales expansivas y de freno a las privatizaciones. Por lo que se dijo, se anunció y se conoce hasta ahora, van a subir el salario mínimo, habrá una condonación fiscal para la gente de bajos ingresos, incluidas pequeñas empresas, seguramente habrá un plan de empleo (habrá que ver qué tan grande), se seguirán reincorporando trabajadores en el sector público. Ya se reincorporaron los suspendidos sin salario. Un desafío a mediano plazo será que se desarrolle una política industrial. Es complicado por las reglas de la Unión Europea, pero tienen la idea de armar un banco de desarrollo. Alemania lo tiene.
¿Usted cree que finalmente Grecia abandonará el euro?
–Mi opinión es que debe dejarlo. Pero también creo que la mejor forma para irse es que la echen, que el BCE les corte el financiamiento a los bancos y que deba irse. Eso le permitirá decirles a los votantes que se plantaron con dignidad, que no los dejaron.
¿Europa no tiene nada que perder si Grecia decide salir?
–Aunque podría existir alguna pérdida monetaria si no hay reestructuración voluntaria, las verdaderas pérdidas para Alemania serían políticas si acepta el plan de estímulo fiscal griego, pérdidas para con los otros países de la Eurozona. Creo además que al sector financiero alemán no le interesa que Grecia se quede, por eso van a boicotear cualquier iniciativa.
¿Cuáles cree que serán los pasos de Syriza frente a este escenario?
–El desafío es torcerle la mano a Merkel, que es una política muy hábil, y no será fácil, lleva las de perder. La única carta de negociación que tiene Syriza es ser el primero en irse. Si se va a corto plazo tiene dos desafíos. El primero es mantener el precio de los alimentos. Salir del euro significa devaluar, porque Grecia no tiene casi reservas, y el país es importador neto de alimentos y energía. Aquí tiene que aplicar la inversa a las retenciones a las exportaciones, un estímulo a las importaciones. El segundo es conseguir divisas. Grecia no tiene soja, pero tiene el turismo, que es su único sector con una buena elasticidad-precio. Si Syriza se va en marzo, de julio a septiembre tendrá un aluvión de turistas del norte de Europa. No es lo mismo irse en marzo que en septiembre. Y a mediano plazo tiene que tener una política industrial. Igual, entre tantas contras debe destacarse que saliendo del euro se recupera la capacidad de llevar adelante políticas fiscales y monetarias, aunque todo siempre y cuando se consigan divisas.
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