Qué cambios hay que hacerle al sistema tributario?
–Hay que simplificarlo. Hay muchos tributos que están porque son de fácil recaudación, pero no porque sean justos, como el de combustible o el de cheques. La política tributaria debe estar dentro de un contexto de plan económico, que tiene determinadas orientaciones. El que está planteado ahora es un modelo que apunta al crecimiento, a la producción nacional; hay que tener mucho cuidado de que los impuestos no sean distorsivos y contrarios a la producción. Creo que hay que bajar la alícuota del IVA. No puede ser que sobre el impuesto más importante pague lo mismo una persona que gana 400 pesos que una que gana 50 mil. Hay que bajarlo a nivel internacional, a un 12 por ciento. Y ser más progresivo con impuestos a la renta y al patrimonio, sin generar frenos en los procesos de inversión. Hay que diferenciar a los que reinvierten en el proceso productivo de los que giran utilidades. Y tenemos que compaginar la reforma con una administración diseñada para esos impuestos.
Para basar la recaudación en ganancias y patrimonio, la AFIP va a tener que mejorar mucho.
–Es cierto, pero hay que hacerlo. Yo siento que el sistema impositivo es el gran distribuidor en un sistema capitalista. Se necesita una política impositiva como mecanismo de distribución de ingresos y de equidad social.
El sistema tributario de un país responde al sistema de poder imperante. ¿Se podrá realizar una reforma como la que propone?
–El rol del Estado es arbitrar entre los intereses sectoriales. Es lógico que cada uno defienda sus intereses. Pero para eso existe el Estado. Sino, para qué lo queremos. Es el mejor elemento que se ha encontrado para diseñar una sociedad. Hay que reconstruir el contrato social y para eso la equidad del sistema impositivo es clave.