Vie 18.07.2008
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TEATRO › COCO SILLY ESTRENA LA CATEDRA DEL MACHO ARGENTINO

“Ni machista ni mataputos”

El actor presentará hoy su primer unipersonal, surgido a partir de sus intervenciones en Tarde negra, el programa radial de Elizabeth Vernaci en la Rock&Pop. Dice que La cátedra... llevará al extremo situaciones vividas “en el barrio”.

› Por Emanuel Respighi

Coco Silly llega el jueves al mediodía a la redacción de PáginaI12 visiblemente cansado, luego del seguimiento televisivo del debate en el Senado por las retenciones que lo mantuvo en vilo hasta bien entrada la madrugada. Su aspecto deja traslucir cierta contradicción en su estado de ánimo. Por un lado, la alegría de estrenar esta noche La cátedra del macho argentino, el espectáculo de humor que irá todo los viernes y sábados a las 21 en el Chacarerean Teatre (Nicaragua 5565) y que es la causa del reportaje. Pero por otro, la tristeza y el desconcierto ante el rechazo de la Cámara alta al proyecto oficial de retenciones. Las señales son inequívocas: estira el cuello ante cada televisor prendido en algún canal de noticias, lee y relojea la pila de diarios que se acumulan en la recepción y el tema se hace presente en la entrevista. En este día, artista y militante peronista caminan por senderos divergentes. “Es que en mí habitan dos personajes muy potentes: el actor y el militante. Y en estos momentos esa convivencia no es fácil, pero es la manera que elegí vivir”, dice el humorista, habitual y activo participante de los actos de apoyo al Gobierno.

En esa extraña encrucijada en la que se ubica, entre el día después y el día previo, que signará la entrevista, Silly se esfuerza en abocarse a contar de qué se trata La cátedra..., el unipersonal de su autoría con el que debutará en el género. “La idea de hacer este espectáculo surgió a partir de la repercusión que tuvo en los oyentes la participación que hago desde hace cuatro años en Tarde negra, el programa de radio de la negra (Elizabeth) Vernaci en la Rock&Pop”, cuenta el actor, que también publicará un libro sobre las lecciones del macho argentino. Como en la radio, en La cátedra... el humorista dará una “clase magistral sobre las distintas maneras de comportarse para ser un verdadero ‘macho argentino’”, pero –aclara– no desde una postura machista sino como sátira. “En el unipersonal recorro, en clave humorística, los códigos necesarios de los que se vale un verdadero macho: como que nosotros repudiamos la modernidad, el sushi nos parece feo y caro, y el pastel de papas es la mejor comida del mundo, junto a la milanga y las papas fritas”, subraya.

–¿Por qué recién ahora se le anima al unipersonal, siendo un humorista popular y televisivo?

–Yo soy más de asociarme, me gustan los proyectos grupales. Primero trabajé con Pedro Saborido y Quiroga; después con Daniel Aráoz. Nunca me había animado porque siempre pensaba que a mí no me iba a venir a ver nadie. Siempre pensé que el público iba a ver a los demás. Yo tengo la sensación de estar siempre de colado. Y esta vez me animé porque en la radio se dio una onda muy buena de la gente. Y también porque hay un fenómeno muy particular de este tiempo, en donde programas o segmentos radiales dan el salto al teatro. Alejandro Apo o Rolando Hanglin, por ejemplo, que arman espectáculos de teatro y funcionan muy bien. La gente sigue comprando la magia de la radio, pero ahora también desea ver, conocer y tener cerca a quienes la acompañan desde el eter.

–¿La cátedra... es un espectáculo machista?

–Ni es machista ni es mataputos. El espectáculo es un gran chiste, recurre al estereotipo y lleva al extremo historias que viví a lo largo de mi vida en el barrio, los bares y los cabarets, en una Argentina diferente a la que se inventó en Palermo. La cátedra... no tiene nada que ver con las elecciones sexuales, sino con la preservación de ciertos códigos. Hay un montón de compañeros putos que tienen más códigos que muchos heterosexuales. El “enemigo” de La cátedra... es la modernidad, esa falsa moda que se ha impuesto, desde el metrosexual hasta la papa rústica que te venden los restó de Palermo y te cobran fortunas por una papa que no pelaron, o donde te sirven un lomo diminuto en un plato gigante pintado de salsas horribles y te cobran 50 mangos...

–¿La modernidad, entonces, es en La cátedra... el mal que pone en riesgo de extinción al “macho de barrio”?

–La idea es reírnos de nosotros mismos, pero además de esa modernidad que está desplazando al macho de barrio con sus conceptos y sus nuevos códigos. La realidad es que lo moderno está reduciendo al ejército de soldados de la vieja escuela argenta. Antes, la primera certeza de que el macho argentino estaba bien alimentado te la daba cuando a un pibe le preguntabas a los 12 años cómo nacen los bebés y la respuesta era “desatando el nudo del ombligo”, porque era la primera versión que uno escuchaba en la esquina del barrio. Hoy se fue perdiendo la crianza en la calle. Los pibes no pueden vivir la ponderación de la ignorancia que es necesariamente maravillosa para curtirse como macho. No es lo mismo la crianza en la calle que en los colegios de doble turno.

–¿La obra pone al metrosexual en el rol del “enemigo”?

–El botiquín del macho es chiquito: se lava la cabeza con champú, el cuerpo con jabón y se seca con la toalla. Todo lo demás es de putos. El pelear con tu pareja por un lugar en el botiquín del baño es una mariconada. Y lo lindo de esto es que La cátedra... va a combatir a la entraña misma de la modernidad, ya que el teatro está en pleno corazón de Palermo. Y eso también es divertido y vuelve más heroico el espectáculo. Pero en Palermo Hollywood el macho juega de visitante. No voy a salir en andas como casi me sacan cuando probé la obra en Mataderos... (risas).

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