Vie 08.08.2008
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TEATRO › UN ESPECTACULO CREADO EN COPRODUCCION CON FRANCIA

Lo efímero quiere dejar huella

Este fin de semana y el próximo, en la sala Villa Villa del C.C. Recoleta, podrá verse el resultado del trabajo realizado por los artistas de L’Ecole Nationale des Arts du Cirque de Rosny-sous-Bois y los argentinos de El Coreto.

Hace casi una década, un teléfono sonaba en el francés Centro Nacional de las Artes del Circo (CNAC). Desde este extremo de la línea, la directora de teatro y circo Gabriela Ricardes presentaba su propuesta: fomentar un intercambio cultural franco-argentino con eje en las artes del circo. En 2001 se rubricó el convenio de cooperación. A siete años de aquello, el Circo Efímero comienza hoy su tercera temporada en Buenos Aires, en la sala Villa Villa del Centro Cultural Recoleta. Con 37 artistas jóvenes en la trastienda (entre compañía, directores y músicos), tendrá funciones hoy, mañana, pasado, el jueves 14, el viernes 15 y el sábado 16. Los artistas de L’Ecole Nationale des Arts du Cirque de Rosny-sous-Bois presentarán junto a sus pares argentinos una creación de Martine Cendre, promotora cultural francesa, el coreógrafo argentino Héctor Díaz y la francesa Karina Noelle, con música y argumento creados para la ocasión.

Sólo dos semanas han tenido para trabajar la coordinación artística y técnica con sus compañeros pero, según cuenta Ricardes, las experiencias anteriores han servido para “ajustar la creación a los escasos tiempos” de los que se dispone. Explica Ricardes, creadora y directora del Circo de la Costa de 1995 a 2000: “El objetivo de esta coproducción es la producción, no existe el escudo de presentarnos en formato de muestra sobre artes circenses, sino que el espectáculo está puesto al juicio del público”. De la música a las coreografías, pasando por vestuario y argumento, todo el espectáculo es nuevo, original y, hasta esta noche a las 20, secreto.

El Circo Efímero es fruto de aquel contacto de Ricardes al CNAC. Luego del llamado, y algunos cuantos más, el proyecto tomó forma en 2001, con el convenio suscripto entre Rosny-sous-Bois y el Circo Coreto (creado por Ricardes, luego de desvincularse del de la Costa cuando fue vendido). En 2005, el Coreto recibió a 23 alumnos, coreógrafos y docentes franceses para la realización del primer Circo Efímero, que presentó su espectáculo en La Plata, pero también realizó talleres, capacitaciones y clínicas. En 2007 les tocó viajar a los alumnos de la Escuela de Formación Profesional de El Coreto. Ya en París, hicieron cuatro funciones en la sede de Rosny-sous-Bois e inauguraron el 20º Festival Internacional de Circo, convirtiéndose en la primera compañía latinoamericana en ese encuentro. Héctor Díaz, maestro y coreógrafo de El Coreto, colaboró en la puesta en pista (aquí no se habla de “escena” o “escenario” sino de “pista”) del show, creado por el maestro francés Laurence de Levaseur.

De vuelta a 2008, el agregado cultural de la Embajada de Francia en la Argentina, Jean-François Gueganno, y la codirectora general del circo francés, Anny Goyer, reconocen humildemente que la idea central no es hacer gala del nombre de la compañía creada (aquello de “Efímero”), sino todo lo contrario: dejar una huella. “Lo que intentamos es, además de presentar un espectáculo de excelencia técnica y artística, al que le tenemos gran estima, poder contribuir con nuestra tradición circense para el crecimiento del teatro contemporáneo aquí, en la Argentina.” Porque si no se había hecho aún la distinción en este artículo, el Circo Efímero poco tiene que ver con domadores de leones y hombres bala.

“El teatro contemporáneo parte de una tradición de circo criollo, de circo artesanal y tradicional, con animales, payasos y domadores, pero incorpora elementos de la danza, el teatro y la música en vivo”, instruye Ricardes. Entonces se le consulta sobre el avance del circo contemporáneo y el estancamiento del tradicional, ese que, aun con elementos similares, permanece del lado de lo que no es considerado como arte. La respuesta tarda en llegar, pero la codirectora de El Coreto (para el que también ha promovido convenios con el Big Apple Circus neoyorquino y el Free-Dome Project israelí) finalmente admite que ambos padecen básicamente el mismo problema –la indiferencia oficial–, sólo que el teatro criollo se ha estancado, además, por su “propia falta de voluntad de perfeccionamiento”. Es cierto: el contemporáneo, aunque aún púber del arte argentino, ha demostrado una mayor sofisticación técnica, sumando la música en vivo, el teatro danza, la gimnasia y un “alto rendimiento” de naturaleza prácticamente deportiva. “Eso no significa que se trate de un arte elitista; el circo es popular, ofrece algo a cada quien.”

De hecho, de 2001 a esta parte ofreció (a partir de la reproducción callejera) una vía de subsistencia para jóvenes y también para niños. Se le comenta a Gueganno y Goyer sobre esa realidad. No salen del asombro: “Allá tenemos artistas de circo en subtes y plazas, pero con espectáculos armados y apoyo oficial”. Aquí, los pibes hacen malabares con naranjas porque, como es un alimento, la policía no se las puede sacar.

Informe: Luis Paz.

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