Sáb 09.08.2008
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TEATRO › INéS SAAVEDRA, RICARDO MERKIN Y LA OBRA CUENTOS PUTOS

Detrás de los actos impuros

La directora y el intérprete de la obra de Alejandro López, que integra el ciclo “Decálogo”, del Centro Cultural Ricardo Rojas, cuentan cómo fue trabajar creativamente sobre la base de uno de los Diez Mandamientos.

› Por Cecilia Hopkins

Tres nuevas obras acaban de subir a escena en el ciclo “Decálogo” del Centro Cultural Ricardo Rojas. La propuesta teatral, que fue iniciada en el mes de mayo y se extenderá a lo largo de todo el año, consiste en reunir parejas de dramaturgos y directores a quienes se les asignará uno de los 10 mandamientos –principios básicos del cristianismo presentados por Moisés, según las Escrituras, en el Monte Sinaí– para que, inspirados libremente por el tema dado, realicen una puesta en escena. Ya pasaron por el ciclo las obras creadas por las duplas Rubén Szuchmacher/Lautaro Vilo, Romina Paula/Mariana Chaud y Andrea Garrote/León Mora.

En esta oportunidad se están presentando Tras nosotras la lluvia (sobre el cuarto mandamiento, “Honrarás a tu padre y a tu madre”, ver recuadro), con dramaturgia del español Jerónimo Cornelles y dirección de Andrés Binetti; Este amor es una fiesta (sobre el quinto mandamiento, “No matarás”), sobre texto de Agustina Muñoz y dirección de Mariela Asensio, y Cuentos putos, de Alejandro López, con dirección de Inés Saavedra. La primera de las obras, Tras nosotras... se estructura en diez escenas que muestran un domingo típico de una familia bastante peculiar. En el caso de Este amor... un grupo de mujeres relata, a modo de un blogspot descarnado, una historia de amor trágica y glamorosa. El tercer estreno, por su parte, pone el foco sobre el sexto mandamiento, “No cometerás actos impuros”, con un elenco compuesto por Ricardo Merkin, Paola Barrientos, Diego Gentile, María Marta Guitart, César Rojas y Daniel Campomenosi. Novela inédita de Alejandro López, Cuentos putos fue versionada para la escena por Saavedra, con el objetivo de responder a la temática del ciclo, una vez convocada por Matías Umpierrez, coordinador del área de teatro del Rojas. La obra resultante fue estructurada no sólo a partir de los textos del autor, sino también en base al material fotográfico previsto en la diagramación que tendrá el libro: “Sentí fascinación por la calidad de estos relatos y decidí elaborar una dramaturgia sobre ellos cuando supe que el mandamiento que me tocaba era ‘No cometerás actos impuros’”, cuenta la directora en una entrevista con PáginaI12.

“Un mandamiento, cualquiera que sea, implica una reflexión y en mí sólo abrió interrogantes.” Para subrayar aquella primera impresión, Saavedra puso por escrito aquellas preguntas y las volcó en el programa de mano: “¿Qué es un acto puro? ¿Qué es un acto impuro? Los pensamientos antes de cometer ese acto, ¿serán castigados?, ¿también son impuros? ¿Y los relatos sobre los actos después de cometidos, también se condenan, también son juzgados? ¿Quién desobedece el mandamiento? ¿El que comete el acto, el que lo piensa o el que lo juzga?”. También presente en la entrevista, Merkin afirma que le interesó especialmente el hecho de “participar de un proceso creativo que no está preconcebido, sino que todo está por construirse”, además de considerar que “el mundo de este mandamiento en particular era realmente atractivo y complejo”.

–La obra presenta varias situaciones simultáneas en las que se habla de trata de blancas, violencia sexual, prostitución, droga, pornografía. ¿Cómo definirían Cuentos putos?

Ricardo Merkin: –Es un espectáculo incómodo de ver, perturbador, un relato que se va armando en la sordidez de esos personajes. Seres inmersos en la soledad de las palabras, de sus actos impuros. Y el desafío era encontrar y habitar el espacio para contar esa trama.

Inés Saavedra: –La obra es una construcción polifónica: pensamientos en voz alta, diálogos, fotos, deseos, miserias. También chismes impuros, recortes de historias que no merecían ser contadas.

–¿Qué significa Cuentos putos en el contexto de lo realizado por ustedes últimamente?

R. M.: –Es un material que, como actor, me coloca en un lugar desconocido. Además, imaginate que el día sábado estoy haciendo dos funciones del espectáculo La vuelta al mundo, salgo, camino 10 cuadras, entro al Rojas y es realmente otro universo el de Cuentos putos.

I. S.: –Yo acabo de estrenar Revolución de un mundo, un texto mío, en La Maravillosa, mi sala. Fue un trabajo que me demandó dos años, entre ensayos y realización, mientras que esta puesta del Rojas me proponía una celeridad en los tiempos que me resultó un desafío y todo un aprendizaje.

–¿Qué dificultades le planteó en términos de puesta?

I. S.: –Tuve que estar muy atenta a mi intuición. La sala Batato Barea, que está planteada a la italiana, es para mí un punto de partida muy convencional para un material que no tiene nada de convencional. No quería que pareciera que yo utilizaba el escenario como un lugar sagrado desde el cual yo me ponía a juzgar o a adoctrinar, a ponerme didáctica y a bajar línea. Creo que eso es todo lo que no tenía que hacer frente al desafío de reflexionar sobre un mandamiento. Lo que yo quiero es abrir una puerta para que el espectador y los actores reflexionen de manera conjunta.

–¿Tuvo prejuicios al encarar su personaje?

R. M.: –No tengo prejuicios ante ningún material y creo que todos conllevan un desafío, porque el trabajo de composición del actor siempre lo es. Nunca juzgo a los personajes que hago. Me constituyo en cada uno a través de la mirada del espectador. Cuando uno trabaja personajes que son complejos, sórdidos, el desafío es encontrar cuáles son los puntos de conexión con los aspectos oscuros de mi propio mundo impuro.

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