TEATRO › ALGO HABRáN DICHO, LOS SáBADOS EN PICADILLO CIRCO
El espectáculo de stand up protagonizado por cuatro locutores egresados del ISER propone reírse de los pequeños fracasos cotidianos y expone la realidad de una profesión que se abre a nuevos horizontes en la mediática actualidad argentina.
› Por Emanuel Respighi
Si el stand up, ese género importado de Estados Unidos que se convirtió en moda en este lado del mundo, es básicamente el arte de hacer reír al público sin otra cosa que un micrófono de pie y las infinitas posibilidades del lenguaje, nadie mejor que un grupo de locutores para lograr el efecto. Especialistas en el uso de la voz, ésa fue la idea que inspiró a Algo habrán dicho, el espectáculo de stand up protagonizado por cuatro locutores egresados del ISER que sube a escena todos los sábados a las 21.30 en el Picadillo Circo (Rodríguez Peña 370). Dejando de lado el ostracismo visual al que tiempo atrás se encomendaba a los profesionales de la palabra y la voz, Numa Viard, Eduardo Morino, Mario De Candia y Pablo Molinari les aportan a las propuestas del género que conviven en la cartelera una impronta tan personal como diferente. “No sabemos si la gente que viene a ver Algo habrán dicho se ríe a carcajada limpia, pero los comentarios son que al menos entienden lo que decimos”, cuentan, entre risas.
La idea de que Algo habrán dicho sea conformado por un elenco de locutores responde tanto a inquietudes artísticas personales como a la realidad de una profesión que tiene que abrirse a nuevos horizontes en la actualidad mediática y económica de Argentina. En el funcionamiento descontracturado y democrático de los programas radiales o televisivos, hoy los locutores son algo más que meros presentadores de noticias o publicidades comerciales de voz engolada: con sus opiniones y comentarios, forman parte del hacer radiofónico o catódico del siglo XXI. Una evolución del oficio que en términos artísticos benefició a la profesión, alcanzando mayor protagonismo, pero que paradójicamente desvalorizó a los locutores en el aspecto económico: la paga no alcanza para llegar a fin de mes.
“Antiguamente al locutor le bastaba con hacer publicidades para poder vivir. Ahora, para poder arreglártelas hay que hacer publicidades, trabajar en radioteatro, dar clases de radio y doblar algún personaje para algún canal de televisión de la región”, dispara Morino con conocimiento de causa: además de ser profesor del ISER en la carrera de Locutor Nacional y en la de Guionista de Radio y Televisión, es la voz del radar de tránsito de Radio Mitre, la voz identificatoria de The Golf Channel (en inglés) y de numerosos jingles comerciales. No es el único del elenco que reparte su voz en diferentes lugares de aquí y el mundo: De Candia es el locutor en off de Bendita TV y les pone sus cuerdas vocales a trabajos en compañías como Starbucks (EE.UU.), Discovery Kids, PaintBuddy (EE.UU.) y el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires; Viard se desempeña en AM 530, La Voz de las Madres, y en la AM 1500 Radio Bonaerense; y Molinari pasó de hacer diferentes trabajos radiofónicos a estudiar stand up comedy con Diego Wainstein, teatro con Martín Pugliese y clown con Claudio Martínez Bel.
“En general, los espectáculos de stand up terminan siempre siendo una suma de individualidades, juntadas ad hoc para ese momento. En Algo habrán dicho, en cambio, se formó un grupo que hace más compacto al espectáculo. Por conocernos anteriormente, tenemos una dinámica de grupo que se traslada al escenario”, se diferencia Molinari, el único del elenco que cuenta con experiencia previa en el género, ya que participó de Comedia de dorapa y Levántate y habla, entre otros. “En nosotros confluye el encuentro entre un sádico con un masoquista: cada uno tiene su sensibilidad, su patología, y en conjunto tenemos una identidad propia que nos potencia”, agrega Morino en la entrevista con PáginaI12, a la que De Candia no concurrió con previo aviso.
–Más allá del detalle no menor de que sean todos locutores, Algo... se distingue por ser un espectáculo de stand up enmarcado en cierta estructura dramática.
Pablo Molinari: –Lo que nos quedó del stand up es que los personajes no son del todo personajes. Es decir: son exacerbaciones de lo que en realidad en algún punto somos cada uno de nosotros.
Eduardo Morino: –Lo que tenemos en común es que estamos en el límite entre el perdedor que se acepta como tal y aquel que se apropia de su fracaso y lo ve en solfa. El denominador común del espectáculo es que todos los personajes son básicamente perdedores. El ser urbanita se diluye completamente y lo que diferencia a los personajes es la reacción que tienen ante ese estado. Algo... tiene cierta intención estructural. No somos cuatro humoristas que toman el micrófono: somos cuatro personajes que se relacionan y tienen guiños entre ellos.
Numa Viard: –Pero no hacemos de esto una representación del argentino. De hecho, no hacemos participar al público ni nos reímos con ni de ellos. Nuestro acercamiento, en todo caso, es más tierno, porque nuestras tragedias y fracasos son más mundanos. Yo quiero ser un locutor muy clásico y no lo logro: soy patético. El espectáculo populariza el humor interno que tenemos como grupo humano.
P. M.: –Es que el mundo, aceptándolo con mayor o menor énfasis, termina cagándote y por eso está formado por millones de fracasados. Y la mejor de las rebeliones es la carcajada. El humor como crítica de ese estado y como liberación, a la vez. Es la manera en la que lo vivimos.
–Si bien en los medios la función del locutor se ha flexibilizado, en el imaginario social todavía se sigue pensando al locutor limitado a la enunciación de la publicidad o de la temperatura. ¿Cómo juega esa mirada aún presente durante el espectáculo?
P. M.: –Jugamos con el imaginario que tiene el público del locutor engolado que hace las publicidades. Y eso permite que muchos chistes funcionen porque ese registro aún perdura en la mente del público.
E. M.: –El locutor asociado a la función cosmética del buen sonar está quedando en desuso. Hoy en día los locutores nos estamos pensando más como agentes comunicacionales de sentido. El desafío de los locutores es explorar nuevas fronteras en nuestro campo profesional.
–Una novedad que, es de imaginar, todavía no llegó a los programas curriculares de la carrera, sea en el ISER o la Cosal.
E. M.: –Nuestra materia prima de trabajo es el lenguaje y sucede lo mismo que funciona entre el habla y la lengua: después de muchos años de ciertos usos “normales”, que lo nuevo sea reconocido por una comunidad pertinente como “normal” requiere de cierta perdurabilidad en el tiempo. La realidad avanza siempre mucho más rápido que nuestra capacidad de apropiarnos de ella.
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