Dom 07.09.2008
espectaculos

TEATRO › ENTREVISTA AL ACTOR Y DIRECTOR CHILENO JUAN CARLOS ZAGAL

“Queremos provocar los sentidos”

Junto a su compañía Teatrocinema presentará desde mañana en el Teatro 25 de Mayo Sin sangre, una obra con una fuerte apuesta tecnológica. “No nos basta con la palabra, no nos basta con la imagen en sí, buscamos un equilibrio entre la forma y el contenido”, dice.

› Por Hilda Cabrera

Cuando la tecnología se incorpora al campo artístico aparecen espectáculos como Sin sangre, de la compañía chilena Teatrocinema, que podrá verse desde mañana hasta el viernes 12, en el Teatro 25 de Mayo, de Av. Triunvirato 4444. Esta breve gira es parte del encuentro Tecnoescena 08, de rango internacional, que se realizará entre el 30 de octubre y el 15 de noviembre, en el Centro Cultural Recoleta (Junín 1930). Juan Carlos Zagal, actor y director de la compañía, ha sido cofundador de La Troppa (junto a Laura Pizarro y Jaime Lorca), equipo que años atrás mostró en Buenos Aires y festivales del interior Pinocchio, Viaje al centro de la tierra y Gemelos. Sin sangre –que cuenta con un elenco numeroso, especializado en diversas disciplinas– se inspira en la novela homónima del italiano Alessandro Baricco, de quien artistas locales estrenaron su monólogo Novecento (pieza de 1994) y Seda (traslación de su novela de igual título, publicada en 1996). La historia que cuenta Sin sangre es consecuencia de un enfrentamiento, de una guerra fratricida con sus componentes de violencia e impunidad. De ahí que la venganza y el escarmiento se conviertan en motor de un episodio, cuyo eje es Nina, hija de Manuel Roca, torturador que se disfraza de hombre bueno en tiempos de paz. Sobre este espectáculo –invitado a festivales y muestras internacionales de Bélgica, Colombia, Corea, Italia, Taiwan y próximamente Alemania (convocado por la coreógrafa y bailarina Pina Bausch)– el premiado Zagal dialoga con PáginaI12 a horas del estreno.

–¿Qué elementos del teatro y el cine considera esenciales en este trabajo de fusión?

–Del teatro, el trabajo de los actores en vivo, el riesgo de la interpretación en tiempo real, en tiempo presente. La interpretación y la creación de personajes y la búsqueda de la emoción. La presencia del público que asiste a un acto único. La fuerza de la palabra. La fantasía y la aventura. Del cine, la capacidad de viajar en el tiempo y el espacio. La posibilidad de utilizar su técnica para estructurar la narración de una historia: el corte instantáneo a otro lugar, uso del close up, flashbacks, travellings, paneos, diversos puntos de cámara, su capacidad de síntesis, la elipsis y otros recursos.

–¿Esta tendencia a incluir tecnología de avanzada resulta más atractiva para el público de hoy?

–El público de hoy –al igual que el público de cualquier época– va al teatro sabiendo que asiste a un rito único en el cual se develará un misterio a través de la escenificación tridimensional de una historia. El texto dramático es literatura. Está lejos aún del fenómeno de la representación. Los actores somos los encargados de hacerlo realidad en un momento y espacio determinados. La tecnología está para ser utilizada y no posee otra finalidad que la de ser una herramienta al servicio nuestro. Es la historia la que demanda y nuestro estilo teatral se basa en el uso de múltiples lenguajes narrativos asociados y equilibrados entre sí. El teatro es cambio y evolución.

–¿El teatro de formato tradicional perdió espectadores?

–Los perderá si no hay trabajo, un trabajo de calidad, si no hay riesgo, si repite fórmulas y estereotipos. Concibo el teatro como una aventura, como una invitación a experimentar con libertad, a jugar sin límites.

–¿Intenta darle efecto tridimensional a Sin sangre, a semejanza de lo que se está haciendo en el cine más tecnológicamente desarrollado?

–No. Tratamos simplemente de hacer nuestro teatro. Así lo sentimos. Así lo hicimos cuando éramos La Troppa y lo hacemos ahora como Teatrocinema: utilizando múltiples lenguajes que una vez mezclados generan nuevos significados y se transforman en poesía de la acción. Intentamos hacer un teatro que rompa sus cuatro paredes, que provoque todos los sentidos del espectador, que despierte su imaginación y su capacidad de asociación. Nuestro teatro se basa en la superpoblación del espacio escénico de estímulos que el espectador recoge de acuerdo con su criterio. No nos basta con la palabra, no nos basta con la imagen en sí, buscamos un equilibrio de todas las partes que componen la obra teatral, entre la forma y el contenido.

–Respecto de la anécdota: ¿qué lo llevó a inspirarse en la novela homónima de Alessandro Baricco?

–A nuestro modo de ver, Baricco es un maestro en el arte de contar una historia, es un cuentacuentos por excelencia. Su literatura nos apasionó cuando leímos Seda, su novela más conocida. Después conocimos su obra Novecento, City y Sin sangre, y varias otras. En todas ellas existían elementos en común: una bella historia alocada y sorpresiva, una narración basada en la acción, sintética, desprovista de preciosismos literarios y descripciones barrocas. Nos ofrecía un lenguaje poético y esencialmente visual, cinematográfico, con personajes definidos, poseedores de un profundo mundo interior. Pero Sin sangre nos tocaba una fibra íntima y delicada... Después de la guerra, ¿qué? Nuestra sucia guerra... nuestras guerras sucias, violentas, descarnadas.

–¿Es posible construir un presente con personajes marcados por un pasado de impunidad y violencia?

–La venganza, como eje central del relato, nos devuelve a un Chile que permanece dividido en bandos irreconciliables... Bajo el soberbio desarrollo y progreso económico, que se basa en un orden rígido y competitivo, permanece intacta y abierta la herida que provocó la dictadura en la ciudadanía republicana que fue derrotada y severamente castigada. Permanecen la pérdida, el luto, la sospecha, la duda, el aislamiento y la desconfianza. El discurso colectivo, la solidaridad colectiva, el discurso ético y moral se diluyen, se descomponen y se acrecientan el individualismo, el materialismo y el consumismo que han transformado una sociedad civilizada en un batallón homogéneo y banalizado que intenta vivir un presente de desenfreno en el cual el futuro no existe y el pasado se debe olvidar. Sin sangre nos ha invitado a reflexionar en el hecho de que somos sobrevivientes de una noche siniestra de la cual hemos despertado, pero por más que lo intentemos, la pesadilla que vivimos vuelve a nosotros. Somos seres dañados por el horror. Depende de nosotros que podamos dar el siguiente paso, depende de nosotros, en un acto generoso, superar el dolor, hacer resilencia (resistir y rehacerse). Después de conocer y enfrentar la verdad de lo sucedido, quizás aparezca la justicia, quizás podamos descansar.

–¿Se puede hablar de un mensaje, de la urgencia de frenar actitudes revanchistas?

–Es difícil... se puede hablar de terminar con algo, pero de ahí a que termine... Cuando hablamos de resilencia y de superar el dolor, el odio, la venganza, lo hacemos desde un punto de vista personal, íntimo. No creemos en la reconciliación social ni el perdón colectivo.

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