Mar 28.10.2008
espectaculos

TEATRO › ANDREA CAVARRA Y LA COMMEDIA DELL’ARTE EN LA PLAZA

La imaginación en el cuerpo

El intérprete, miembro del grupo Teatro Agricolo, fue invitado a la Semana de la Lengua Italiana para exhibir técnicas y recursos de una disciplina que “enseña a actuar, cantar, bailar y ejercitarse en acrobacia”, según explica.

› Por Hilda Cabrera

“Nuestro teatro está muy pegado a la tierra, la artesanía y lo popular. No nos ocupamos de la televisión ni del cine porque nos gusta trabajar en las plazas con el público que no tiene costumbre de ir al teatro.” El actor Andrea Cavarra resume de esta manera la actividad del grupo Teatro Agricolo, invitado a la octava edición de la “Semana de la Lengua Italiana en el mundo”, que organiza en la Argentina el Instituto Italiano de Cultura y cierra el 10 de noviembre. Cavarra y Giovanni Balzare-tti, también de Agricolo, han dado ya los últimos toques al laboratorio sobre commedia dell’arte, desarrollado en el Galpón de Catalinas Sur, asistidos por el argentino Alfredo Iriarte. Distintas entidades y organismos italianos y locales apoyan este evento con acceso libre y gratuito. Cavarra y Balzaretti ofrecieron ya dos funciones de La Commedia dell’arte en la plaza, en el Museo Histórico del Cabildo y en el Centro Cultural Recoleta, y preparan otra función para el domingo 9 a las 17.30, en el Centro Cultural del Sur (Av. Caseros 1750), con los alumnos del laboratorio.

Según cuenta Cavarra, para estas presentaciones se han adecuado trajes en los talleres del Grupo Catalinas Sur. “Nos preguntábamos si tenía sentido utilizar acá la ropa tradicional de la commedia, como la capa negra o el pantalón rojo para determinados personajes y decidimos que la vestimenta de los años ’50 era más representativa.” Cavarra se entusiasma con el teatro comunitario que se hace en Buenos Aires y relaciona a la comedia italiana con el sainete rioplatense y sus prototipos derivados de la inmigración. Opina que la commedia... nunca acabó y que el conocimiento y práctica de este género es esencial en un actor: “Enseña a actuar con la voz y el cuerpo, a cantar, bailar y ejercitarse en acrobacia; a escribir sus canovaccios, esquemas de historias muy simples, fáciles de comprender para el público, sobre las que el actor improvisa. Además, nos gusta porque no es teatro burgués”, resume, en diálogo con PáginaI12.

–Pero fue adaptada al gusto burgués.

–Sobrevivió dos siglos desde el XVI y está claro que necesitó cambios. El teatro de Carlo Goldoni no es la commedia original, rústica, con su Truffaldino y el astuto Brighella. La commedia influyó en Shakespeare y Molière, pero los prototipos originales fueron cambiando, como el trabajo de los intérpretes.

–¿Incluso un actor de academia?

–Entre los años ’40 y ’60 teníamos mucho de ese teatro en Italia. Vittorio Gassman actuaba de esa manera en teatro, pero no en cine, donde se hizo popular con la comedia italiana de tipos pobres que deben sobrevivir en la posguerra. Después de esa gloriosa época del neorrealismo y la comedia perdimos mucho en el cine. Por fortuna, ahora se está volviendo a esas historias de italianos comunes.

–¿Las que le interesan?

–Sí, me gusta contar historias de personas simples. Es lo que hacemos con Teatro Agricolo, que para nosotros es un instrumento para la comunicación con libertad, que es como decir ser independiente, responsable y dueño de la propia vida.

–¿A qué se debe?

–A que somos perezosos, porque Italia es muy linda y en Italia se come bien, porque tiene una arquitectura magnífica y la naturaleza es hermosa.

–¿La commedia dell’arte enseña?

–Nació por necesidad, porque se tenía hambre y la comedia era un trabajo. Y cuando había censura, el comediante debía inventar. Si no le permitían el diálogo, ideaba un monólogo, y si tampoco eso podía, cantaba. Inventaba nuevos estilos.

–Era una herramienta. ¿Y ahora?

–Ahora nos pasa que no sufrimos hambre y entonces dejamos que se pasen el poder los mismos de siempre.

–No hay necesidad de llegar tan lejos; alcanza con tener conciencia.

–Sí, conciencia de que tenemos vergüenza. Con Teatro Agricola podemos decir que somos de inspiración centroizquierda, pero, ¿qué es ser de centroizquierda ahora? Para nosotros, nada. Sabemos, sí, que los que están en el poder no van a modificar nuestro estilo de vida, porque es el que elegimos. Nunca seremos ricos con nuestro trabajo, pero tenemos cada día satisfacciones enormes, como ahora en la Argentina, que no conocíamos y donde noto mucha influencia italiana en la forma de relacionarse. Además, los argentinos parecen hechos para la commedia dell’arte: aprenden muy rápido.

–¿Qué se proponen con Agricolo?

–En Italia tenemos muchos problemas con los teatros, o están cerrados o hacen pocos espectáculos, y la gente no participa o le parece que el teatro es caro, poco interesante y prefiere la televisión. Haciendo comedia en las plazas podemos hacerle comprender que el teatro no es siempre aburrido, ni demasiado intelectual. Nosotros llegamos a convocar tres mil personas en una plaza.

–¿Para hacer catarsis?

–Exacto, y para atreverse. Hemos estado en la ciudad de Rosario, donde con Giovanni armamos una conferencia que llamamos La verdadera falsa historia de la comedia del arte a la italiana. Mientras confeccionábamos las máscaras de cuero, contábamos cómo había nacido la commedia; decíamos que por la necesidad de comer y sobrevivir de alguna manera más que de un acto intelectual del que quiere hacer un discurso sobre el funcionamiento del poder. Contamos también que cuando los comediantes se dieron cuenta de que la relación entre el poder y la moral era un tema eficaz en el teatro, no dejaron de utilizarla. Entonces me puse la máscara, bajé del escenario e hice una demostración con un funcionario que estaba en la platea. Era un atrevimiento, pero nadie se enojó y todos rieron muchísimo, porque cuando te pones la máscara y haces tu papel no te toman en serio; es como si fueras un muñeco o un niño que juega.

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