Vie 09.12.2005
espectaculos

TEATRO › ENTREGAN LOS PREMIOS “TEATRO DEL MUNDO”

Un reconocimiento merecido a los grandes de la escena

Convocado por la UBA, un equipo de críticos e investigadores especializados, encabezado por Jorge Dubatti, otorgó, en una ceremonia en el Rojas, los galardones correspondientes a 2005.

La cartelera teatral que Buenos Aires ha ofrecido durante 2005 ha sido vasta y heterogénea. Y, a modo de balance, la Universidad de Buenos Aires reunió a actores, gente de teatro y teóricos del arte escénico en el Centro Cultural Ricardo Rojas para distinguir con los premios Teatro del Mundo a aquellos que se han destacado en su labor desde octubre de 2004 hasta octubre de 2005. En la octava edición del premio, un equipo de 40 críticos e investigadores especializados, encabezado por Jorge Dubatti, otorgó menciones a 190 grupos o personas del mundo teatral (fueron mencionados 10 en cada uno de los 19 rubros), aunque solamente uno por terna subió al escenario como “el destacado entre los destacados” para llevarse a su casa la plaqueta dorada con su nombre grabado.
Entre estos últimos estuvieron Ricardo Bartis, ganador del premio en la categoría de Dirección Teatral, por su obra De mal en peor –retrato de la decadente oligarquía argentina de la época del Centenario, en sus últimos manotazos de ahogado ante el avance de la horda anarquista–, y José María Muscari, destacado por su trabajo de adaptación de Electra, la tragedia de Sófocles a partir de la cual creó Electrashock, presentada durante el ciclo de teatro griego del Centro Cultural Konex. En cuanto a la dramaturgia, fue premiada la labor en equipo del grupo Perras, coordinado por Enrique Federman e integrado por Eugenia Guerty, César Bordón, Néstor Caniglia, Claudio Martínez Bel, bajo la supervisión de Mauricio Kartun, por su trabajo No me dejes así, en el cual primó el estudio de las emociones de los personajes y los vínculos que éstos establecen entre sí por sobre la historia como anécdota.
Si la terna Dramaturgia fue toda una revelación, sacando a la luz a figuras nuevas y jóvenes, en los rubros dedicados a mejor actuación se escucharon nombres ya conocidos y con amplia trayectoria. Julio Chávez fue destacado por su protagónico en Ella en mi cabeza –obra con autoría y dirección de Oscar Martínez en la cual interpretó a un hombre en estado de vigilia, conversando con los fantasmas de su conciencia–, venciendo, entre otros, a Alfredo Alcón (Enrique IV), Patricio Contreras (Ella) y Guillermo Angelelli y Daniel Fanego (Una pasión sudamericana). En cuanto a la categoría Actuación Femenina, el premio fue compartido: Leonor Manso (Ahora somos todos negros y En auto) y Elena Tasisto (Las troyanas) se llevaron las plaquetas doradas con igual cantidad de votos del jurado. “Lo que me sorprendió y me llena de placer es que una tragedia griega se haya convertido en un acontecimiento y que reciba un premio”, dijo Tasisto a Página/12. “Esto era impensado desde el momento en que empezamos a trabajar. Para mí fue maravillosa la experiencia y poder hacer este personaje fue una alegría impresionante.”
Pero no sólo el teatro nacional tuvo su premio. También los realizadores extranjeros (en su gran mayoría los que se presentaron en Buenos Aires durante el Festival Internacional de la ciudad) estuvieron presentes en las ternas. Tío Vania, de Luk Perceval, desde Bélgica, se llevó la distinción de la UBA, dejando atrás a los espectáculos de la norteamericana Laurie Anderson (The end of the moon) y del alemán Frank Castorf (Endstation Amerika). También hubo otros rubros que buscaron reconocer aspectos de la creación poco tenidos en cuenta en otras ceremonias dedicadas al teatro. La UBA entregó premios a la Traducción (compartido entre Cristina Piña y Rafael Spregelburd por sus respectivas traducciones de textos de Tennessee Williams y Harold Pinter), Ensayística (entregado a Eli Sirlin por su libro La iluminación en el teatro. Manual de iluminación), Fotografía Teatral (que recibió el colectivo de la exposición La máscara, presentado en el marco del V FIBA), Labor en Edición (que premió a las Ediciones del Instituto Nacional del Teatro), Institución (que destacó a la Feria del Libro Teatral del Teatro Nacional Cervantes) y Revista (entregado a la publicación cordobesa El apuntador). Y también estuvieron los premios más tradicionales: Renata Schussheim, una institución en sí misma dentro de la creación de vestuario para danza, fue destacada por su labor en Lentejuelas y Cotillón (de Ana María Stekelman),Omar Pacheco, uno de los más aplaudidos, perteneciente al grupo Teatro Libre, se llevó el premio a la Iluminación (por Del otro lado del mar, obra que también dirige y en la cual concibió una verdadera “dramaturgia de la iluminación”), Máximo Salas, Rhea Volij y Pablo Medina fueron premiados por la coreografía de Debajo del cielo y Norberto Laino y Alejandro Mateo compartieron el premio en la categoría Escenografía/Diseño Espacial por su labor en Arturo Ui y Los cuatro cubos, respectivamente. Fuerza Bruta, por su parte, se llevó la codiciada plaqueta en dos categorías: Creación Musical o Banda Sonora (realizada por Gaby Kerpel) y Diseño de Títeres, objetos y mecanismos escénicos. Por último, Pulgarcito, con dirección de Ana Alvarado, fue elegido como mejor Espectáculo Infantil.
Como todo final de ceremonia, no faltó el momento emotivo en el que los hacedores de hoy recuerdan a los de ayer, sus logros, sus realizaciones y su legado. En esta oportunidad, fue María Escudero –cordobesa exiliada en Ecuador desde 1976, creadora del Libre Teatro Libre, fallecida el pasado abril a los 78 años– quien recibió un homenaje por su amplio aporte cultural, siempre comprometido con la justicia social, tanto en Argentina como en Ecuador. También hubo menciones especiales para Rafael Curci por su investigación sobre Los pupi, Fernando Rubio por Hablar la memoria del mundo, el grupo de teatro comunitario Patricios Unidos de Pie y Tertulia, el espectáculo multimedia de Nicolás Varchausky y Eduardo Molinari realizado en el Cementerio de la Recoleta. El evento había generado polémica –un grupo particular de ciudadanos había intentado hacerlo prohibir– y con este premio reivindicó su carácter de hecho cultural y artístico que, como afirma Molinari, “contribuyó con su granito de arena para ganar un espacio nuevo”. La perlita de la noche fue sin duda el premio a la trayectoria: Angel Elizondo, mimo con más de 50 años de profesión que se destacó tanto en el Di Tella como en París, recibió el premio con emoción y confesó a Página/12 que en 2006 volverá a trabajar en un espectáculo y hasta incluso regresará a la actuación “a pesar de los años”. El mimo afirmó que “la trayectoria no es posible si no hay gente que apoye, que ayude y, sobre todo, si no están aquellos que continúan nuestro trabajo. Yo le doy mucho valor a este premio porque proviene del campo universitario, votado por gente joven, y son ellos los que permiten mi continuidad”.

Informe: Alina Mazzaferro.

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