TEATRO › ENTREVISTA AL ACTOR-JUGLAR BOLOñéS MATTEO BELLI
Después de presentarse en varias ciudades del interior, Belli mostrará en Buenos Aires Gentes, oíd este sermón, una suerte de espectáculo-conferencia que reúne juglaría y humor sobre la base de textos medievales y modernos. Se trata, dice, de “una clase nada académica”.
› Por Hilda Cabrera
“Enseñar deleitando”, se dice cuando en la acción se conjugan el arte de la vida con la palabra, el silencio y la réplica; el ritmo y los juegos intencionados; los anacronismos, el asombro. Las propuestas escénicas del actor-juglar boloñés Matteo Belli van por ese camino. Visita periódica en la Argentina, la que recorre desde 1998, cuando participó en encuentros organizados en Buenos Aires y ciudades del interior, como Un puente, dos culturas (que se extendió a Uruguay), y en ediciones de la Feria Internacional del Libro, Belli trae ahora Gentes, oíd este sermón, espectáculo que ofrece en italiano, con una introducción explicativa en castellano. Gentes... fue vista ya en ciudades de provincias (Salta, Jujuy y Córdoba) y se despide hoy en Buenos Aires, en única función, a las 19, en el auditorio del Instituto Italiano de Cultura, de Marcelo T. de Alvear 1119. La entrada es gratuita y se puede retirar desde las 18, en el IIC.
Belli impactó en 2008 con un espectáculo que abrió la temporada internacional del Teatro Nacional Cervantes, Hora X: Infierno de Dante, donde, en tanto intérprete y autor, adaptó algunos de los cantos de La Commedia, de Dante Alighieri (1265-1321), poeta, narrador, teórico y filósofo florentino (se recuerda que el agregado de “Divina” a Comedia fue obra de Giovanni Boccaccio en su biografía sobre el poeta, publicada en 1555). Maestro en el uso de la máscara que impide la mistificación (“Dale una máscara a un hipócrita para que se la ponga y no sabrá mentir”, escribió el irlandés George Bernard Shaw), Belli conoce en profundidad la literatura juglaresca y popular de su país. Fue invitado a festivales y muestras internacionales de Alemania, España y Brasil y continúa presentando obras junto a agrupaciones musicales. Ejemplos de esto son Las máscaras de adentro, un homenaje al escritor Italo Calvino (nacido en Cuba de padres italianos), y Nuevas palabras para las estaciones, sobre Las cuatro estaciones, del compositor veneciano Antonio Vivaldi. Fundador de la Asociación Cultural Ca Rosse. Centro Teatral para la Oralidad, realiza espectáculos de tipo comunitario para escuelas y otros vinculados con períodos históricos conflictivos de su país, como aquel en el cual rescata –en calidad de coautor, junto a Carlo Lucarelli– un hecho que aconteció en 1944, en el pueblo de Marzabotto, donde fueron asesinados 770 civiles por formaciones nazis y colaboracionistas. Un caso que permaneció oculto hasta 1994 y fue ventilado a nivel cinematográfico por el documental El estado de excepción, de Loris Lepri y Germano Maccioni. Belli promete ahora a través de Gentes... un compendio de juglaría y humor sobre la base de textos de la literatura medieval de los siglos XIII y XIV y otros modernos que vuelca en “una clase nada académica”. En este trabajo lo acompañan, entre otros, Luigi Sermann (iluminación) e Ileana Colognesi (vestuario). Anticipando su espectáculo-conferencia de hoy en el Instituto, Belli responde a Página/12.
–¿Qué significa ser al mismo tiempo actor, juglar y conferencista?
–Significa amar el mundo y la cultura juglaresca, antigua pero que al mismo tiempo nos enseña la capacidad y el placer de reconocernos como seres humanos por medio de la comunicación en vivo, social, inmediata, “política” en el sentido literal de quien participa de la vida de la “polis”, de la comunidad.
–¿Cómo es hoy el acercamiento del juglar a la comunidad?
–Se utilizan mucho las herramientas de la denuncia política y social que nos ayudan a descubrir la otra cara de la realidad; pero los actores y los narradores más juglarescos, hoy en día (por lo menos en Italia) conocen muy poco el aspecto y los recursos artísticos del trabajo de la juglaría actoral.
–¿El juglar pretende ser un transgresor? ¿Cuál es la libertad y cuáles los límites de un actor-juglar?
–El tema de siempre: la relación con el poder; yo creo que ningún juglar mentalmente sano quisiera ser un transgresor. Lo que pasa es que se encuentra en la necesidad de serlo, porque tiene que hacer y decir cosas que normalmente no se dicen y no se hacen. También bajo un perfil artístico te puedes encontrar en el lugar del transgresor si lo que haces te parece necesario pero, lamentablemente, muy poco practicado.
–¿Es posible ser juglar en televisión? Si fuera así, ¿cómo se resuelve la falta de contacto directo?
–Para mí sería de todos modos necesario actuar enfrente de un público verdadero y no “televisivo”, en el sentido más triste del término. Tenemos buenos ejemplos de juglaría televisiva, inclusive hoy en día, en Italia; pero no estamos hablando de buenos actores, sino de buenos narradores, de buenos cómicos que rescatan el trabajo juglaresco en el sentido que decía antes.
–¿En qué beneficia a un actor el conocimiento de la historia literaria del propio país? Lo pregunto por sus estudios universitarios de literatura italiana.
–Tener una forma de conciencia de lo que se hace ayuda a la riqueza de la realización artística, cuidando, fundamentalmente, la tarea de mantener el trabajo vivo y no de museo.
–¿Se aprecia en su país el repertorio de los autores clásicos italianos?
–Sí, pero, lamentablemente, como todas las cosas en mi país, se aprecian más cuando están “de onda”, cuando llegan al éxito mass-mediático; es una lástima increíble porque hay todavía un público inteligente en Italia que está sufriendo el ataque de una “política cultural-televisiva” espantosa, muy a menudo ofensiva de la inteligencia humana.
–¿Qué le interesa del teatro contemporáneo?
–El nuevo descubrimiento de la importancia de la memoria histórica y de su función práctica para vivir el presente con más conciencia y pensar en el futuro con más riqueza de herramientas culturales. Lamento, como he dicho antes, una falta de novedades específicamente artísticas que me atrapen la atención; seguramente es un problema muy italiano.
–¿Cuál es su opinión sobre los espectáculos auto-referenciales?
–Los autores y los intérpretes que hacen espectáculos auto-referenciales tendrían que dejar algún tiempo de hacer teatro para hacer otras cosas en la vida y después, si les parece, volver con nueva linfa vital.
–¿Continúa realizando trabajos comunitarios con su grupo?
–Como intérprete trabajo sobre todo con músicos; estoy pensando cómo armar una experiencia comunitaria de trabajo actoral.
–¿Cuánto incide en su trabajo el entorno social y político de su país?
–Como la sangre en el cuerpo, que no se ve, pero sin la cual no se podría vivir.
–¿Qué le proporcionan las giras por Argentina?
–Plata (casi siempre italiana) y ganas de vivir, profundamente argentina.
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