Jue 18.06.2009
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TEATRO › DANI UMPI Y SU PUESTA NENA, NO ROBARáS, PARA EL CICLO DECáLOGO DEL C. C. ROJAS

Un rioplatense todoterreno

Aunque sus ámbitos naturales son la música, la narrativa y la plástica, terminó aceptando la invitación del Rojas sobre el mandamiento “No robarás”, que le permite retratar a un grupo frívolo que se enfrentará a una situación inesperada.

› Por Carolina Prieto

Si arriba del escenario Dani Umpi se transforma en criaturas bizarras, melodramáticas y ciento por ciento desenfadadas, abajo es todo lo contrario. Tímido y humilde, expone sus dudas e inseguridades y asegura ser “una persona estándar y básica”. A tal punto, que al recibir la invitación del C. C. Rojas para escribir una obra inspirada en uno de los mandamientos, para el ciclo Decálogo, dijo que no. “Ya hago bastantes cosas, me muevo en distintos lenguajes: la música, la narrativa, la plástica. Casi no veo teatro, soy medio ignorante. La danza, el fútbol y el teatro son lenguajes que no entiendo”, confiesa este creador de 34 años, mirada inocente y cierto aire infantil. Pero ese no duró poco tiempo. La posibilidad de trabajar con la ascendente Maruja Bustamante (autora y directora de Adela está cazando patos y No me iré sin Mirta) y de ensamblar sus dos pasiones (los sonidos y la escritura) lo convencieron. El resultado es la comedia musical Nena, no robarás (sábados a las 22.30 en la sala Batato Barea, de Corrientes 2038) con un elenco de trece actores de distintos horizontes (Romina Ricci, el cantante Dennis Smith, finalista de Latin American Idol, y un puñado de actores del off). Una pieza que respira a culebrón pop, con canciones de Umpi y Javier Vaz Martins (dos de ellas con arreglos de Fito Páez), coreografías y una atmósfera de frivolidad. “Quise enmarcar el ‘No robarás’ en un contexto de relaciones superficiales en el que se tiende a cosificar a las personas. Los protagonistas son un grupo de amigos veinteañeros con un comportamiento adolescente, que sólo piensan en dónde ir a bailar y qué ropa ponerse. Son gays, muy amanerados, rodeados de amigas modelos de taco aguja. De pronto sucede algo que los desestructura. En ese ambiente pueden tener sentido frases como ‘robarle la novia a alguien’, como si una persona fuese un bien, un objeto”, comenta.

Umpi y Bustamante pergeñaron un espacio blanco y depurado para esta obra que respeta la estructura clásica de la comedia musical (diálogos cantados, final feliz), apoyada en canciones muy bailables, con excepción de una más dolorosa y trágica; y otra que su autor define como “más chabona, con algo de Los Piojos y también medio uruguaya, con bajo, redoblante y teclado”. Es la primera vez que este chico nacido en Tacuarembó trabaja con un equipo numeroso, y está contento: “Cada aporte hace que todo brille más”. Para el artista que se atrevió a cantar en inglés las canciones de Jaime Roos, la supervisión vocal de Suhel Mahmud fue clave: apuntaló las voces sin ajustarlas a un patrón en particular, intentando que cada intérprete encontrara un sonido propio.

Al debut como autor teatral se suman más proyectos. “Soy un típico rioplatense medio que hace muchas cosas a la vez. Por suerte, ya no padezco el conflicto de tener que definirme por algo. Soy así. Esta diversidad, esta dispersión las veo como algo natural”, asegura. Por estos días está de gira por Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Tucumán para interpretar las canciones de su primer disco, Perfecto (2005). De vuelta en Buenos Aires, el 2 de julio se subirá al escenario del Cubo, en pleno Abasto, para presentar su nuevo álbum Dramática, que lo mostrará en un formato nuevo, mucho más íntimo. Sin pistas, sintetizadores ni computadoras; sólo una guitarra (Adrián Soiza) y su voz, casi un café concert. No habrá canciones propias sino versiones de temas de Valeria Lynch, El Otro Yo, Fun People, Daniel Toro, Ace of Base y Pet Shop Boys. “Un repertorio muy caprichoso. Son canciones lacrimógenas con una mirada tragicómica sobre el amor. Es una suerte de fogón freak”, anticipa.

Cultor de una estética “de fiesta de fin de curso”, de trazos gruesos e intensa, acaso Daniel Umpiérrez (tal su verdadero nombre) vislumbre una serie de cambios. “Recién ahora estoy estudiando con una cantante lírica. Me gusta ese estilo de juego que tienen mis shows, pero también quiero cantar bien, que suene bien y no quedarme sin voz en un recital”, confiesa. Y hay más. El cuaderno que lo acompaña a todos lados atestigua que la escritura es quizá su paisaje más cotidiano. Todo momento es bueno para seguir avanzando en lo que será su cuarta novela, después de Aún soltera, Miss Tacuarembó y Sólo te quiero como amigo, todas en la línea de la crónica costumbrista, la iniciación sentimental y la desilusión amorosa. ¿Nuevos aires en el mundo literario de Umpi? “Es un relato con más fantasía que los anteriores, más raro y deshilachado. Ahora puedo escribir más relajado, sin pensar tanto quién me va a editar”, señala.

El chico que cantó en bares, discotecas y fiestas antes de pisar escenarios más formales, el que atrajo seguidores fieles antes que a los críticos, tiene en claro lo que quiere al momento de la creación. “Me gusta operar desde un personaje, crear una fantasía, porque mi vida no me parece muy interesante. Como cuando escucho un cantante, me atrae si no tiene que ver con mi mundo. Prefiero que me lleven a otro lado y entrar en un universo personal. Por eso busco mi propia voz.”

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