TEATRO › ENTREVISTA A CLAUDIO QUINTEROS Y NAYLA POSE
En El Brío, un nuevo espacio de investigación teatral, los intérpretes proponen talleres de actuación y dos obras “estéticamente opuestas”, cuyas direcciones comparten. Se trata de Nuestros padres y La Venus de las pieles, apuestas escénicas sumamente arriesgadas.
› Por Hilda Cabrera
La incertidumbre no es motivo para abandonar el deseo de administrar una sala que funcione como propia. Así lo entienden los intérpretes Nayla Pose y Claudio Quinteros, quienes vienen ofreciendo en el nuevo espacio teatral El Brío talleres de actuación y dos obras “estéticamente opuestas”, cuyas direcciones comparten. Estas son La Venus de las pieles, adaptación de Quinteros sobre la novela homónima y autobiográfica del austríaco Leopold Von Sacher-Masoch (escrita en 1870), y Nuestros padres, de Pose, supervisada por la dramaturga Patricia Zangaro e inspirada en Barranca abajo, obra de 1905 del dramaturgo y periodista uruguayo Florencio Sánchez. Dos arriesgados trabajos en esta etapa de independencia respecto del seguro de sala y los porcentajes, del tiempo de ensayo e investigación de un equipo que se resiste a convertir la sala en teatro empresarial.
–¿Qué les impactó de Barranca abajo?
Nayla Pose: –La caída libre de los personajes. Ese es el eje del conflicto dramático en el que están inmersas las hermanas, que aquí se llaman Rosa, Morelia y Lorna. Traer aquella historia me permite reflexionar sobre este momento, complejo cuando se trata de elegir y ser responsable de la propia existencia.
Claudio Quinteros: –Sánchez, como Armando Discépolo, es un autor difícil de hallar; su dramaturgia es clara, contundente y tiene mucho vuelo poético. Nuestros padres pretende mostrar desde un lugar poético la perversión de un sistema que genera pobres y asentamientos de emergencia. Ahí se contextualizó la obra. Provengo de un hogar muy humilde, y muchas veces me pregunto cuál hubiera sido el destino de mis padres, que eran obreros. Me sacude ver a los cartoneros, a la gente sin trabajo.
–¿Tienen presente sus propios orígenes cuando encaran una obra?
C. Q.: –Si uno olvida su historia es porque tiene serios problemas existenciales, y es grave cuando el que olvida se dedica a la enseñanza. ¿Cómo podría yo formar a otro o formularle preguntas si evitara hacer una revisión analítica de mi persona y de lo social y cultural? Sospecho de los que se olvidan de su pasado.
–¿Por qué presentan a Nuestros padres con una cita tomada de un texto de Jean-Paul Sartre?
N. P.: –“La libertad es lo que haces con lo que te han hecho” es una frase que me perturba positivamente. Relacioné esto con un artículo publicado hace poco sobre la Villa 31, donde un antropólogo alertaba sobre la necesidad de que el Estado interviniera socialmente en el problema de los asentamientos y con una experiencia de gente muy cercana que adoptó una criatura malnutrida durante su primer año de vida. Debieron medicarla con hierro durante dos años para que su cerebro funcionara normalmente. Uniendo estas realidades con el deseo de ser libre y responsable surgió la obra. Quería reflexionar desde el escenario y con el público sobre los límites de la libertad de elección.
C. Q.: –Son también las preguntas que nos hacemos con el equipo: cómo sostener El Brío y cómo corrernos de un pensamiento narcisista.
–¿Esto implica avanzar sobre el entorno para sostener una acción individual?
C. Q.: –Uno se larga igual, aunque no cambie nada y atraviese momentos de angustia.
N. P.: –Hubo un momento en que no sabíamos cómo salir adelante con Nuestros padres; no teníamos dinero para la producción y empezamos a jugar con basura reciclada, objetos oxidados y de descarte. De pronto vimos que todo eso iba conformando un mundo.
–¿Semejante al micromundo de los cuadros que utilizan en la presentación de las obras? (La Venus de la pieles, de Tiziano, y Juanito dormido en el basural, de Antonio Berni.)
C. Q.: –Nos interesa la pintura y somos fanáticos de la metáfora que encierran esos cuadros: La Venus..., de Tiziano, y las de Giorgione (La Venus dormida) y Velázquez (La Venus del espejo). En eso estamos “simpáticamente en contra” de lo real.
N. P.: –Las artes plásticas son una fuente de inspiración rotunda, siempre que no estén muy cruzadas con lo real.
–En Nuestros padres hay sin embargo una relación directa y una situación sin salida...
N. P.: –La intención es mostrar metafóricamente la sociedad en que vivimos, que a mí me genera angustia.
–¿La angustia es negativa?
C. Q.: –No, es el motor que nos lleva a encontrar referentes y a partir de esos hallazgos generar un discurso propio. Hemos discutido con Nayla el final de Nuestros padres. Yo preferiría que Titi, el personaje que se queda con Rosa, la besara en la boca y que ese amor le diera sentido al basural en que viven.
N. P.: –Los finales esperanzadores me encantan, pero creo que también puede ser esperanzador que el público se movilice frente a una realidad cruda y poetizada por el teatro. Esa impresión de sin salida puede ser un acicate para revisar la propia vida y ayudar.
–¿Cuál será la próxima obra en El Brío?
C. Q.: –Retomamos el tema de La Venus..., pero desde otro lugar y separando a Sade de Masoch, quien no atacaba a las instituciones como el Marqués. Tampoco era tan misógino como Sade.
–La cita que inicia la novela de Sacher-Masoch es misógina: “Dios lo castigó y lo puso en manos de una mujer”.
C. Q.: –Sí, pero la que estamos preparando parte de una visión femenina, de la autobiografía de la mujer de Masoch. Es otra mirada sobre el masoquismo y sobre la sexualidad sana y hermosa ante la perversión social. Con una sexualidad de esas características es difícil que se produzcan muertes.
–O sea, que haya otro dispuesto a ser víctima o mártir...
C. Q.: –Claro. Masoch quería sufrir. La suya es una idea destructiva: prefería el látigo y le restaba sexualidad al amor.
–Como en La Venus...
C. Q.: –Pero ahí su argumento es intelectual, barroco, y además parte de un contrato hecho con su mujer.
–¿Relacionan ese discurso con el que sostienen algunas religiones respecto de los mártires?
C. Q.: –Sin duda, los mártires son bien recibidos por las religiones.
–¿Cuánto influyó el entorno en el comportamiento de Masoch?
–En la obra aparece como un hombre marcado por un padre guardiacárcel. Se erotizaba recibiendo golpes y, sin saberlo, erotizó el arte y dio nombre a una patología. Una de sus mujeres contó que había colaborado activamente sobre esta patología con el psiquiatra alemán Krafft Ebing (1840-1902), el primero en utilizar el término masoquismo, algo que enojó a Masoch.
–¿Para Nuestros padres realizaron un trabajo en villas?
N. P.: –No fue un trabajo directo: investigamos sobre distintos asentamientos latinoamericanos y sobre una economía basada en el narcotráfico. Esos lugares tienen otras leyes: la madre que debe dar con urgencia una medicación a su hijo enfermo no la recibe generalmente del Estado sino que la obtiene mucho más rápido de un narcotraficante. Cosas como éstas van creando lazos muy fuertes.
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