TEATRO › OPINION
› Por Federico Tonarelli *
El hecho de que las sesenta cooperativas de Facta estén empezando a coproducir emprendimientos artísticos les parecerá una locura a muchos. Para nosotros es una consecuencia lógica. El proceso de recuperación de empresas que estalló en el 2001 –y que, en realidad, tiene su antecedente en IMPA, que puso el germen del Movimiento Nacional allá por el ’99– siempre se referenció como un frente de lucha, trabajo y cultura. La mejor prueba de eso son los centros culturales que casi inmediatamente echaron a andar en cada fábrica que reabría sus puertas. En el caso del Bauen esa tendencia se hace más evidente, ya que con semejante mole y una sala de trescientas cincuenta localidades sería un crimen no organizar actividades acordes con esa estructura.
Si ya demostramos que hay otra opción para gestionar empresas –una manera colectiva y democrática–, entonces, ¿por qué no trasladar eso a la cultura? No hay razones para excluir de esa posibilidad a quienes producen arte. Hay que sacarse de la cabeza la idea de que es indispensable un magnate para que haya un espectáculo exitoso.
De hecho, a nosotros no nos interesa en absoluto ser empresarios. Por el contrario, hay mil motivos que nos unen a Sacco y Vanzetti. La condición de clase, la lucha por la jornada de ocho horas, la admiración por ciertos valores. Nos hubiera gustado homenajearlos antes, pero a veces las cosas precisan alinearse. Por algo se están conjugando justo en este momento.
* Presidente de la Federación de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados (Facta).
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