TEATRO › PEQUEÑO PAPA ILUSTRADO, DE LOS MACOCOS, EN EL ND ATENEO
El espectáculo del grupo teatral invita a la identificación permanente. Las peripecias que surgen del vínculo filial son tratadas aquí con el más genuino “espíritu macocal”, a través de sketches y gags desopilantes.
› Por Emanuel Respighi
PEQUEÑO PAPA ILUSTRADO
Idea, autoría e intérpretes: Daniel Casablanca, Martín Salazar, Gabriel Wolf.
Dirección: Julián Howard.
Escenografía, iluminación y diseño de arte: Fernando Dopazo.
Video: Fabián Zayat.
Música original: Los Macocos.
Fotografía: Gustavo Correa.
Asistencia de vestuario: Sofía Howard.
Asistencia de dirección: Guadalupe Bervih.
Producción ejecutiva: Guadalupe Bervih.
Jefe técnico: Diego Aranda.
Teatro: ND Ateneo (Paraguay 918).
Funciones: viernes y sábados a las 21, domingos a las 20.30.
Una suerte de fervientes discípulos del supuesto maestro Jean Jean Jean Jean Jean, autor de un “manual deformación” que estudia el vínculo entre padres e hijos y presenta el método que debe regir esa relación, se presta a brindar la conferencia de presentación en el país de la valiosa obra para padres primerizos. Para graficar algunas de las enseñanzas del desconocido pedagogo sin hijos, los conferencistas recrean algunos de los capítulos que conforman el manual, analizando situaciones (las vacaciones, la visita al pediatra, la preparación escolar) y momentos por los que atraviesa la relación según pasan los años (el complicado oficio de hacer dormir al bebé, la energía infantil, la rebeldía adolescente). Breves sketches, tan absurdos y desopilantes como cotidianos, en los que a los espectadores se les hace imposible no matarse de risa en la platea, de principio a fin. Así funciona Pequeño papá ilustrado, la última creación de Los Macocos, la banda de teatro que cumple 25 años en escena y que en este verano porteño repuso en el NDAteneo la obra que había estrenado en 2009.
Retornando a sus raíces, cuando el recordado Javier Rama los dirigía y Martín Xicarts formaba parte del grupo, en Pequeño papá ilustrado Daniel Casablanca, Martín Salazar y Sergio Wolf –Los Macocos– diseñaron un espectáculo estructurado a partir de la recreación de diferentes momentos en la conflictiva y única relación que liga a los padres con sus hijos, en sus diferentes etapas. Una versión superadora de aquellos primitivos y eclécticos “Guisos de Macocos” en los que la banda de teatro comenzó a demostrar su capacidad para el humor a puro sketch, mucho tiempo antes de que insertaran su peculiar e inclasificable estilo en obras propiamente dichas, como La fabulosa historia de los Marrapodi, Los Albornoz o Continente viril. Aquí, cada sketch representa un momento en el vínculo entre padres e hijos, formando un todo integral que trasciende la mera sucesión de escenas.
En esa seudopresentación, los “conferencistas” analizan algunos de los capítulos del manual deformación, tales como “Un padre que pone límites, ¿es un padre limitado?”, “La genitalidad de la paciencia (o los huevos al plato)”, “El padre, el hijo y el deporte (o el papá siempre pierde)”, “La educación imposible”, “Vacaciones (o esclavo del tiempo libre)”, entre otros. Además, otros tópicos que hacen alusión a la visita al pediatra, los retos y las penitencias también son recreados con situaciones que –vistas desde la platea– invitan a la identificación del público, ya sea desde el lugar de padres o desde el punto de vista de los hijos, para los que aún no pasaron por la maravillosa y compleja etapa de la paternidad. Esa posibilidad de unos y otros de verse reflejados en gags que a puro guión y actuación provocan múltiples reacciones, vuelve a Pequeño papá ilustrado una excelente (y divertida) salida para toda la familia.
Si bien la obra analiza el vínculo desde una visión paterna (el trío empezó a escribirla hace más de cuatro años, cuando sus integrantes se transformaron en padres), Pequeño... permite abstraerse de ese germen propio de la conformación de Los Macocos, y la mirada sobre la responsabilidad de criar a los hijos bien vale también para las madres. Al tratarse de situaciones cotidianas que padres e hijos –de las familias más adineradas a las de menos recursos, de las más numerosas a las de mínima expresión–, ningún espectador queda afuera de ese conjunto arbitrario de diversos momentos de la relación que une a unos y otros.
Con una economía de recursos que pone todo el peso de la obra en las actuaciones y en un guión hilarante que nunca tropieza con la obviedad, Pequeño papá ilustrado parece estar armada a la medida de la temática y del conocimiento que los integrantes de la banda de teatro tienen entre sí. El no ceñirse a ninguna estructura dramática clásica ni a un contexto histórico, como en Don Juan de acá, su anterior creación, conduce a que Casablanca, Salazar y Wolf transiten la obra con una soltura interpretativa que es ideal para las escenas donde interpretan situaciones reconocidas entre padres e hijos. La metáfora de la barcaza que está a punto de naufragar para representar la “locura” que se inicia cada mañana cuando los padres deben en menos de una hora prepararles el desayuno a los chicos, vestirlos y asegurarse de que cada uno lleve los libros y el uniforme adecuados es de un manejo escénico que exhibe la madurez del grupo.
Incluso, tal vez por la familiaridad que tienen con una obra en la que habrán volcado muchas de sus experiencias personales, en Pequeño... los actores le agregan a su habitual ductilidad momentos de espontaneidad e improvisación que el público celebra con aire cómplice. Pero, también vale decirlo, cuando los “conferencistas” toman la palabra esa misma de-senvoltura tiende a resultar excesiva por demás. Un equilibrio que Julián Howard, el director de la puesta, deberá pulir.
Obra que no sólo se ríe de la relación entre padres e hijos, Pequeño papá ilustrado se reserva para el final un viejo recurso, pero no por eso menos eficaz –el de cambiar los roles entre unos y otros–, para abrirle paso a la reflexión sobre la manera en la que en muchas situaciones cotidianas los padres se comportan con los más chicos. El contraste que produce ese desenlace con la risa ya desgastada de todo lo visto profundiza la idea de que Pequeño papá ilustrado es una obra pensada desde la ternura y actuada desde la emoción que a todo padre le produce el mágico vínculo con sus hijos, capaz de pasar del amor más dulce a la irritabilidad absoluta en cuestión de segundos. Como dice la canción que canta el trío: “¡Sólo el amor, te enseñará/para papá, no hay manual!”.
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