TEATRO › CARLOS BELLOSO HABLA DE MUNDOMUDO, SU NUEVA PUESTA
El intérprete señala que el espectáculo que presenta en el Teatro Gargantúa abre diferentes niveles: “Por un lado está la tragedia de Chaney; por otro, Belloso en el aquí y ahora teatral y en una tercera línea, el Presentador que guía la obra”.
› Por Hilda Cabrera
“Me meto en la historia de Lon Chaney para ser una especie de médium; tengo coincidencias que son en parte verdades y en parte mentiras; coincidencias en los comportamientos emocionales y en características que voy convirtiendo en caracterizaciones.” Desde estas singularidades, y en una pieza de su invención, el actor Carlos Belloso recupera a quien fue apodado “El Hombre de las Mil Caras”. Se trata de Mundomudo, espectáculo dotado de humor negro y de un surrealismo cercano al grand guignol que se presenta los sábados a las 22 en el Teatro Gargantúa (Jorge Newbery 3563). Según cuenta Belloso, las relaciones con el universo de Chaney se dieron de modo natural cuando, siendo niño, compartía la admiración que su padre sentía hacia el celebrado intérprete del cine mudo estadounidense de las décadas de 1910 y 1920. En la obra, el Presentador introduce a Belloso/artista para que éste ofrezca testimonio sobre aquel chico que se demoraba “haciendo caras” frente al espejo. Práctica que, pasado el tiempo, derivó en interioridades, pues –se sabe– las emociones pueden prescindir de alardes gestuales para dar idea de su dimensión.
Lo evidente en Belloso es apuntalar el recuerdo que lo anuda a su padre y a Chaney y convertirlo en hilo conductor de un trabajo que se constituye en homenaje al actor que nació en 1883 y murió en 1930 y fue espejo de personajes tortuosos que más que aterrorizar buscaban que los quisieran. Conformada por monólogos, rutinas y continuos cruces entre ficción y realidad, Mundomudo transparenta la pasión por Chaney. “Mi padre me pasó su fanatismo”, subraya el actor y autor de personajes únicos, como los de su unipersonal Dr. Peuser: Hawkings y Linterna verde, El Albino y muchos más.
–Mundomudo supone una investigación previa. ¿Tuvo fácil acceso a las películas de Chaney?
–Los investigadores dicen que filmó ciento cincuenta y siete películas, de las cuales –debido a la fragilidad del material– sobrevivieron cuarenta. De éstas pude ver alrededor de treinta. La primera persona que me brindó la oportunidad de apreciar un film de Chaney en pantalla fue el crítico y fundador del Cine Club Núcleo Salvador Sammaritano, que falleció en 2008 y a quien rindo homenaje en el programa. Hasta entonces me apoyaba en los comentarios de mi padre. Cuando pude ver a Chaney interpretando a un gangster sin piernas en The Penalty me conmocioné. Me identifico con los trabajos que van a la médula, y ése fue para mí el antes y el después de la actuación.
–¿Qué opina de las caracterizaciones? ¿Siguen siendo valoradas?
–En aquella época eran muy valoradas, ahora no, aunque se siga utilizando el maquillaje, que evolucionó mucho. Chaney creaba técnicas de maquillaje que no daba a conocer y con las que, a veces, lograba caracterizaciones extremas. Realmente, era El Hombre de las Mil Caras. Con el maquillaje se transformaba de afuera hacia adentro y con la caracterización, de adentro hacia afuera. Su actuación era visceral y tan intensa que uno, como espectador, necesitaba mirarlo sólo a él. Mi impresión era que los otros intérpretes desaparecían.
–¿Se preocupa por lograr esa interioridad?
–Sí, porque “mi escuela” es ver y aprender de los grandes.
–¿Qué descubrió en esta investigación?
–Secretos de la representación. En la obra tomo también el punto de vista del que actúa y reflexiono sobre los mecanismos que permiten representar el presente a través de un intérprete del pasado. La estructura del espectáculo es semejante al juego de cajas chinas, donde una historia está dentro de otra. En Mundomudo homenajeo a un gran actor y construyo un biodrama. Por un lado está la tragedia de Chaney; por otro, Belloso en el aquí y ahora teatral y en una tercera línea, el Presentador que guía la obra. Y para que esto quede claro está el elenco, que es de gran apoyo, y la puesta de Ricardo Aráuz, dueño de este teatro que cuenta con escenario giratorio.
–Personajes, algunos, que aspiran a ser Chaney, como el Representante, que intenta componer al Hombre Lobo pero le sale mal.
–Ese es otro de los personajes que se cruza continuamente con Chaney, como el hijo de éste, que hereda su caja de maquillaje, y sus dos mujeres. El mundo de ese gran actor estuvo signado por hechos puntuales, como haber sido hijo de padres sordomudos. Esto lo obligaba a comunicarse mediante la pantomima, una forma de expresión pura. Después, se enamora de una cantante, su primera mujer, tiene un hijo, pero hay violencia en su matrimonio. Para vengarse, ella toma veneno mientras él está actuando. La mujer se quema las cuerdas vocales con el ácido que ingiere y arruina su carrera de cantante. Se separa de Lon y éste queda a cargo de la custodia del hijo. A Lon le cuesta conseguir trabajo, deja el teatro y se dedica al cine. Antes de morir de un cáncer, hará una película con sonido. Trabajó en films pioneros de Tod Browning: La casa del horror, El trío fantástico. ¡Espeluznante! Hizo las voces del ventrílocuo, la anciana, el loro, el muñeco y la chica.
–Una galería que rescata en Mundomudo...
–Quise tomar iconos, como los de El fantasma de la ópera y El jorobado de Notre Dame. Los mezclé y utilicé de forma genérica: está el fantasma, el jorobado, el tullido..., figuras del expresionismo estadounidense anterior al cine de terror. El melodrama de Chaney es trágico, no tiene la típica del llanto. Es como el estilo de Browning, bastante siniestro. No llegó a trabajar en Freaks, una película con deformes y minusválidos. En la obra trato de recrear también la carga trágica que relaciona a la minusvalía con la imposibilidad de hablar y no querer hablar.
–¿Gargantúa es su lugar?
–Esta producción la hicimos entre todos los que trabajamos en Gargantúa, y allí también doy clases de teatro. Con Mundomudo salimos de viaje y tuvimos una buena experiencia en el Festival Internacional de Artes de Cali, Colombia. Estamos pensando en llevarla a otros festivales. Meterse en ese circuito es importante, aunque tenga la desventaja de que no se pueda hacer otra cosa. No queda tiempo para la televisión o el cine, donde ahora estoy filmando La mala verdad. Igual nos gustaría viajar a los festivales de Barcelona y al Festival de Otoño de Madrid. Esta es una obra artesanal y trasladable, con una iluminación especial y una banda de sonido con elementos cinematográficos. Nos interesaba crear una atmósfera envolvente manteniéndonos siempre en lo teatral.
–¿Por eso el nombre Bambalinas con el que se identifica a la primera mujer de Chaney?
–También en bambalinas la mujer toma el veneno que le quemará la garganta y la dejará sin voz.
–¿Otra vez el juego del actor/creador que se enfrenta a las historias de sus personajes, a la historia propia y a sus disfraces?
–Y con un alma y una misma cara para seguir componiendo una máscara más.
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