TEATRO › VIRGINIA INNOCENTI HOMENAJEA A TITA MERELLO EN DIJERON DE Mí
Así define la actriz y cantante su espectáculo unipersonal, que ocupa la sala del Maipo Kabaret y en el que evita reconstruir la vida de Merello. “Quise hacer una obra con tintes fantásticos, imaginando cómo pudieron ser sus últimos minutos”, señala.
› Por Cecilia Hopkins
De haber vivido dos años más, en 2004 Tita Merello hubiese cumplido 100 años. Por entonces, con el objeto de homenajearla post mortem, había surgido la idea de ponerle su nombre a una calle, así como tomaron fuerza varios proyectos de musicales que hacían eje en su figura, con Virginia Innocenti en el rol protagónico. A pesar de que ninguna de estas iniciativas llegó a concretarse, la actriz y cantante no dejó de pensar en realizar ese homenaje algún día, pero en formato café concert, uno de sus géneros preferidos: “Hacer reír y pensar, ya sea cantando o actuando, es algo que siempre me tentó”, afirma la intérprete en una entrevista con Página/12, tras el estreno de Dijeron de mí, unipersonal sobre la figura de Tita Merello que, finalmente, acaba de subir a escena en el escenario íntimo del Maipo Kabaret (Teatro Maipo, Esmeralda 443), bajo la dirección musical de Diego Vila y la dirección general de Luciano Suardi.
Este es su tercer unipersonal. Los anteriores se llamaron Habrá y En agua negra, y en ambos casos un disco que lleva el mismo nombre del espectáculo registra el repertorio visitado. Innocenti siempre pensó que reconstruir la vida de Merello a partir de cuadros temáticos no era una buena idea: “Por eso quise hacer una obra con tintes fantásticos imaginando cómo pudieron ser sus últimos minutos, aquel 24 de diciembre de 2002”, cuenta la intérprete. “El espectáculo tiene una ambición poética al permitirle al espectador seguir el recorrido de su alma en sus últimos momentos. Lo puedo definir como una partitura teatral o como un texto musical.”
Dijeron de mí fue escrito en colaboración, entre Innocenti, Vila y Suardi. El espectáculo resultante es un recorrido no cronológico por la vida de Tita, propiciado por la figura de una narradora que asegura haberla conocido en profundidad y que pasa a transformarse en la cantante y actriz, como si quisiera darle visos de verosimilitud a sus recuerdos. Este personaje cuenta anécdotas y canta 17 temas grabados por Merello, sin la intención de imitarla. Apoyado en la afinada voz de Innocenti y en su elocuencia gestual, el espectáculo atraviesa una variedad de climas signados por los detalles biográficos que trae a cuento: los inicios de Tita en el teatro Bataclan “empujada por el hambre”, su consagración en el Teatro Maipo como “vedette rea”, sus desengaños amorosos, su proscripción después de la Revolución Libertadora. Hasta incluye un homenaje a René Favaloro, en cuya institución Tita vivió sus últimos años.
–¿Estrenar en el teatro Maipo era una necesidad?
–Hacer esta obra en este teatro es muy significativo, porque Tita comenzó su carrera como vedette precisamente en el Maipo. Para ella inventan la figura de vedette rea y en su debut canta el tango “Trago amargo”.
–¿No le interesa la comedia musical?
–En general, la comedia musical no me gusta porque no le encuentro sustento dramático. Salvo excepciones, como Cabaret o Chicago, siento que no tienen ninguna densidad. No quería hacer cuadros biográficos. Mi amigo Fernando Peña decía que hacer comedia musical aquí es como “llevar Cosquín a Las Vegas”, un despropósito. Ese género no nos es propio, lo veo vacuo y aburrido.
–¿Cuál es el punto de identificación con Tita Merello?
–Yo soy descendiente de italianos por todos lados. Será por eso que a mí me gusta conmoverme y conmover con lo que hago. Tita me interesa como personaje. Una mujer que impuso un estilo intuitivamente. Fue comparada, como actriz, con Anna Magnani y como cantante, con Edith Piaf, porque tuvo su mismo origen y porque armaron un mito de sí mismas. Se rescataron a sí mismas y se construyeron.
–Merello tuvo muchas facetas. ¿Cuál de ellas privilegia la obra?
–Queríamos hacerle un homenaje a su versatilidad. Pocas actrices en la Argentina tienen un registro tan amplio. Tita Merello podía pasar de la tragedia al melodrama y de allí a la comedia, pasando por la picardía o la acidez. Trascendió más por cierta chismografía que por su legado artístico.
–¿Qué rasgos en común encuentra entre las películas que filmó y las canciones que grabó?
–Tanto en su filmografía como en las canciones de su repertorio aparece el dolor de haber sido de un origen tan humilde. Siempre está narrándose a sí misma. Tita fue una mujer que debió avanzar haciéndose paso entre la injusticia social y la injusticia que genera un mundo masculino. En ella hay algo de inocencia ultrajada, ya sea por necesidad o por engaño. Ella dijo “Soy la mujer que era en un mundo inhumano”. Mantuvo una gran coherencia, nunca ocultó de dónde venía ni cómo caminó la vida. Tenía una tremenda verdad en su manera de actuar, una sinceridad brutal, al punto de incomodar a otros.
–¿Cómo encara las versiones musicales que realiza?
–Cuando grabé “Se dice de mí”, yo sabía que por ser un tema tan trajinado tenía que correrlo del lugar conocido, que le dio tanta popularidad. Siempre es un desafío apropiarme de un tema. Me interesa revalorizar el texto de lo que canto. Es una obsesión que comparto con Tita, quien afirmaba “yo nunca he cantado, yo siempre he dicho”.
–¿Tuvo en cuenta otro objetivo más allá de referirse a la actriz y cantante?
–Hablar de ella y a través de ella también me permite referirme a nuestro ser nacional, aunque de manera velada o sutil. Y hablar del actor nacional, de aquel que es capaz de llevar multitudes a un teatro, de conmover y comunicarse con su público, asumiendo todos los aportes que hicieron al país los inmigrantes.
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