TEATRO › CANDELA CIBRIáN Y DAMIáN MAHLER, UNA NUEVA GENERACIóN PARA UN éXITO DE VEINTE AñOS: DRáCULA
Ella es sobrina de Pepito y él es hijo de Angel. Apenas habían nacido cuando se estrenaba el musical más emblemático de la dupla. Hoy cumplen roles relevantes en la nueva versión del espectáculo.
› Por María Daniela Yaccar
No necesitaron clavar ningún colmillo. Corre por sus venas una sangre heredada que les sienta bien. Candela Cibrián, sobrina de Pepe, y Damián Mahler, hijo de Angel, crecieron con Drácula. Apenas llegaban a este mundo cuando se estrenaba, en 1991 en el Luna Park, el musical más emblemático de los que dio la dupla Cibrián-Mahler. Hoy, los autores conmemoran las dos décadas de la obra y ofrecen una nueva versión –con alteraciones tanto en el libro como en la música– en el Teatro Astral (Avenida Corrientes 1639, de miércoles a domingos). Candela y Damián, criados en bambalinas y entre partituras, son ahora parte de la historia que los vio nacer, con roles destacados: ella interpreta a Mina, la mujer que enamora al conde, y él está a cargo de la orquesta de diecisiete músicos.
No hay un minuto de la charla con Página/12 en el que Candela y Damián no trasunten su emoción. Repiten frases como “lo que pasa es extraordinario” o “nos sentimos rodeados de magia”. Es cierto que los musicales tienen un componente particular, no tan frecuente en el teatro: el fervor que hace que alguien termine de ver la obra y vaya a comprar una remera lo dice todo. Los artistas son celebridades, el público quiere fotos y autógrafos. “Pero no hay otro musical que despierte eso”, aclara el músico, de 22 años. Y continúa: “Estuve en el estreno y en la última función de El fantasma de la ópera, fui veinte veces en el medio, y nunca sentí la mitad de la ovación que se siente acá”, concluye. “La gente está alucinada, hipnotizada con la obra”, coincide Candela, que es todavía más chica –tiene veinte–.
Candela y Damián no pueden contar lo que fue la obra en sus comienzos, pero sí su lectura sobre lo que representa. El musical tuvo cinco temporadas en el Luna Park –con Cecilia Milone, Paola Krum y Juan Rodó, quien sigue en la actualidad–, hasta el 2000, y dos en el Opera. Giró por el país y también viajó a Brasil, Chile y España. Se cuentan tres millones de espectadores, excluyendo a los que pasaron por el Astral. “Fue un suceso social y generó un sentimiento de orgullo nacional. Está en alguna parte del inconsciente colectivo del teatro argentino. Fue la primera megaproducción nacional hecha ciento por ciento en la Argentina con autores, cantantes y actores nacionales”, afirma Mahler.
“Pepe y Angel siempre dicen que en ese momento se creía en lo argentino, después de la hiperinflación. Las entradas eran accesibles, fue un fenómeno popular. También dicen que si Drácula se hubiera estrenado en otro año o hubieran elegido otra obra no hubiera tenido el mismo efecto, porque hubo un aspecto social que la trascendió. La gente tiene los discos en la casa y se la sabe de memoria. Fue un boom”, se explaya Damián. Por su parte, Candela sostiene que Drácula funciona más allá de su majestuosidad. “Hicimos función en Merlo, San Luis, con un cuarto de la escenografía, las luces y el vestuario que tenemos acá, en un escenario de dos por cuatro, y al final la gente se puso de pie, gritando. Se podría hacer con cubos negros y todos vestidos de negro.”
Damián, que empezó a tocar el piano a los cinco años y pisó el Colón a muy corta edad, llegó a la dirección de la orquesta de Drácula con experiencia. Dirigió algunas funciones de Otelo y Las mil y unas noches, y se animó a la composición en 2007, con La metamorfosis, musical basado en el clásico de Franz Kafka. “Pero no había dirigido una orquesta de diecisiete músicos en una obra tan feroz”, desliza. Su currículum, que incluye algunos infantiles, le bastó para hacerse “un lugarcito” en el ámbito teatral, dice. En cambio, Candela “fue más lanzada”, asegura él. Porque su protagónico en Drácula es su debut teatral. “Pepe me lo propuso en 2008, después decidió que no. Tuve dos años para prepararme. Primero me escuchó Angel y me dio el ok. Después Pepe me empezó a dirigir y me dijeron que iba a hacer el papel. Me puse a llorar como un bebé”, cuenta. Cuando el fenómeno Drácula comenzaba a germinar, Candela ya iba a los ensayos. “Y mi abuela (Ana María Campoy) nos hacía improvisar a mi hermana y a mí. En vez de jugar hacíamos eso.”
–¿Cómo compuso a Mina? ¿Charló con Milone?
Candela Cibrián: –Sí, nos juntamos a comer y hablamos del personaje. Todo el primer acto Mina es una niña, soñadora, idealista, enamoradiza, muy ingenua. Con su amor, Jonathan, no va más allá de un besito en la frente, un picnic, un carruaje... Tiene una pasión guardada que despierta cuando se encuentra con Drácula. Desde que su amiga Lucy se vuelve loca, empieza a tomar fortaleza, a imponerse. Se da vuelta como una tortilla.
–Mahler, ¿por qué eligió desempeñarse en musicales y no quedarse con su faceta de pianista? ¿Y cuál es su “método” para la dirección?
Damián Mahler: –Las historias y los personajes me inspiran, pensar en música es pensar en una situación teatral. Para dirigir pienso en colores. Uno tiene que expresar a través de sus movimientos lo que el autor quiso decir. Como tengo muy cerca a mi papá, puedo preguntarle en caso de no deducirlo. Además, como nacimos con esto entendemos adónde va la obra. Dirigir Drácula es hacerlo con pasión. No se puede hacer chiquito, tranquilo y sin transpirar. Lo que quisiera el día de mañana es componer y dirigir mi música. Esto es un curso de excelencia para eso.
–Tienen funciones de miércoles a domingos, algunos días por partida doble. Tienen 20 y 22 años. Ni hablar de un fin de semana con amigos...
D. M.: –Hay que resignar todo. Compartimos algo heredado de Pepe y de mi papá: la pasión y la entrega absoluta por lo que uno hace. Drácula habla de eso, por eso nos marcó tanto esta obra: fue una filosofía a seguir. Esta cosa desbordante de estar dirigiendo una orquesta y querer comerte un violín. Termino la función todo mojado, pero no hay manera de dirigirlo distinto.
C. C.: –Te explotan las venas. Estoy cantando ahí y siento algo en la sangre. Atenta totalmente contra una pareja (risas). Es imposible. Tuve que cortar porque uno pone toda su libido acá. Los dos tenemos mucha curiosidad, nos gusta estudiar. No nos quedamos cómodos. Seguir estudiando e investigando es lo que nos mantiene vivos. Este es mi debut y siento tremenda responsabilidad de estar en el Astral. No puedo desconocer la historia del teatro. Falta mucho eso en los elencos de comedia musical: formación y curiosidad. Pepe todo el tiempo dice que “acá hacés el amor todos los días”.
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