Mié 26.10.2011
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TEATRO › CMMN SNS PRJCT, ESPECTáCULO CREADO POR LAURA KALAUZ Y MARTIN SCHIK

Una provocación a las convenciones

La puesta transgrede los límites de la ficcionalidad, involucrando directamente al público. A partir de allí, todo puede pasar.

› Por Paula Sabatés

Ningún espectador en la Tierra pensaría, antes de asistir a una obra de teatro, que se irá de ella sin pantalones. Pero eso puede pasar (o no), en CMMN SNS PRJCT. Creada por la argentina Laura Kalauz y el suizo Martin Schik, este trabajo –que se presentará en la Argentina los próximos dos domingos– propone ese tipo de experiencias y más: con el objetivo de explorar la lógica del rédito económico, pone en jaque formas de intercambio y negociación alternativas que involucran directamente al público y que van más allá de los límites de la ficcionalidad. Así, durante la obra, y bajo distintos pretextos dramáticos, se venden cosas, se subastan otras y hasta el final se negocia todo tipo de ofertas entre espectadores e intérpretes.

Dividida en pequeñas escenas que no son escenas, sino más bien “partituras”, como las llaman los actores, la obra transita diferentes estados que nunca pueden ser premeditados, lo que hace que cada función termine siendo la suma de las experiencias singulares de cada espectador y un lugar en donde la intimidad y lo extraño se encuentran a cada momento. Para eso, los jóvenes actores –que además trabajan juntos en obras de danza, investigaciones de campo, intervenciones performáticas e instalaciones– no necesitan mucho: escenografía casi no hay, el vestuario se va armando a medida que sucede la performance y los parlamentos, si bien hay una estructura básica fijada de antemano, dependen exclusivamente del ida y vuelta con los espectadores.

El nombre de la obra es arbitrario, pues cuando se lo rellena con vocales significa Proyecto de Sentido Común (Common Sense Project, en inglés), pero de sentido común, por lo menos en lo que refiere al universo estrictamente teatral, tiene poco y nada: en CMMN SNS PRJCT, la provocación de las convenciones básicas del teatro es una constante e, incluso cuando las hay, no están más que para ser confrontadas o destruidas. “Tuvimos que definir con mucha anticipación qué era lo que íbamos a hacer y en ese momento se nos ocurrió trabajar con el sentido común. Pero después, con el tiempo, nos pareció que era lo más aburrido para investigar, sobre todo si queríamos hablar de economía, y nos agarró una crisis. Entonces decidimos que si nos íbamos a meter con ese tema iba a ser sólo para despegarnos completamente de él”, cuenta Kalauz a Página/12.

–¿Cómo definirían al tipo de teatro que hacen?

Martin Schik: –Preferimos llamarlo coreografía antes que teatro. Básicamente porque es un trabajo que tiene que ver con el movimiento, no propiamente de baile, pero sí con la idea de cosas, como ideas y neuronas, que están en constante movimiento.

Laura Kalauz: –Además, está bueno decir que trabajamos con estrategias coreográficas porque si hablamos de teatro, inmediatamente nos conectan con la idea de narratividad y nos buscan lecturas e interpretación de historias, cuando justamente para nosotros es importante despegarnos de eso. Lo nuestro son más bien decisiones que articulan ideas con acciones y situaciones.

–¿Cuáles son esas ideas?

L. K.: –En este trabajo en particular intentamos trasladar el tema que nos reúne, que es la investigación sobre los modelos de comunicación, sobre el cómo hacer significar las cosas y generar sentido como grupo y como sociedad, a los modos de flujo económico. Queríamos explorar qué significan las cosas, cómo se articulan los intercambios, las negociaciones y cómo nos ponemos nosotros frente a esas situaciones. Por eso en la obra contribuimos a ese flujo planteando distintos tratos con el público, para ver dónde están los límites.

–¿Por qué creen que es fundamental un trato tan cercano con el público?

M. S.: –Porque tenemos algo que discutir con ellos, queremos mostrarles que nosotros sólo somos su guía para que ellos mismos se puedan llenar de ideas, que somos un resumen de todos ellos.

L. K.: –Tiene que ver con interpelar a la audiencia como un ser inteligente capaz de crear sus propios significados, que no necesita ir a la función para que le expliquemos de qué va la cosa. En todo caso, cualquier cosa que nosotros hagamos es para que el público encuentre nuevas conexiones.

–¿Teatro psicológico?

L. K.: –Algo así, porque cuando termina la obra cada uno se lleva una experiencia y también prejuicios totalmente distintos. Está bueno dejar que cada uno sea responsable de la manera en la que interpreta el mundo, aunque nos llama la atención eso, porque tampoco es que todo es posible y que no queremos significar nada específico. Nosotros tenemos muy en claro por qué hacemos lo que hacemos y en general son cosas que no pueden fallar.

M. S.: –Como pasa con el título del espectáculo, por ejemplo. No damos todas las letras pero no creo que se pueda rellenar de cualquier manera. Controlamos bastante el trabajo. Pero de todos modos pensamos que los malentendidos también son una forma de comunicar y que tenemos que aceptar si hay personas que se imaginan otras cosas que no son las que nosotros pensamos. Y esos momentos son interesantes incluso, porque perdemos el poder y somos iguales al público. Eso es algo que nos interesa.

–¿Cómo es que pierden “el poder”?

L. K.: –Es que la propuesta del proyecto es un poco ésa. Para qué crear una jerarquía de virtuosismo o de poder si somos todos iguales. Entonces todas las situaciones performáticas que generamos son para encontramos, más que para separarnos, por eso también rompemos la cuarta pared.

M. S.: –Mejor dicho, dejamos la cuarta pared en su lugar pero nos ponemos del lado del público. Armamos la caja y nos salimos, nos vamos con la gente.

–¿Y logran que el público se sienta en confianza?

M. S.: –Sí, más que nada porque desde el principio aparecemos muy vulnerables y mostramos que no tenemos nada que esconder, entonces se va perdiendo la extrañeza. Igual, la participación del público es peligrosa, porque a lo mejor se ríen diez y vos te quedás con que está todo bien pero no te das cuenta de que no se están riendo todos y de que hay algunos que se están aburriendo. De todos modos nos gusta cuando eso pasa, porque la resistencia nos obliga a luchar más y poner otra energía.

* CMMN SNS PRJCT se presentará este domingo y el 6 de noviembre a las 20.30 en La Carpintería, Jean Jaurès 858.

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