Jue 12.01.2012
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TEATRO › JUAN RODó PROTAGONIZARá EXCALIBUR, DE CIBRIáN-MAHLER

“Este es un Merlín delirado, como si lo hiciera Jim Carrey”

El barítono tiene larga experiencia en musicales, especialmente de la mano de la dupla creativa más famosa del rubro en la Argentina. Pero dice que este rol le permite mostrar su “parte juguetona”. La obra se estrenará el 18 en el Teatro Astral.

› Por Carolina Prieto

A pesar del calor, el Teatro Astral bulle de movimiento. Técnicos entran y salen con materiales de la sala de la avenida Corrientes. Adentro, llama la atención la escenografía imponente en tonos opacos que enmarcará Excalibur, la nueva creación de la dupla local con más de treinta años de trayectoria en comedia musical: Pepe Cibrián y Angel Mahler. La propuesta se inspira en la leyenda del rey Arturo, la famosa espada incrustada en piedra y el mago Merlín, y la condimenta con humor, ilusionismo y un fuerte despliegue de color, luces, brillos, música, coreografías y decorados. El espectáculo debuta el 18 de enero con 60 intérpretes –entre músicos y actores–, 25 cambios de escenografía, más de 180 trajes, un diseño lumínico de gran potencia y un equipo de magos y expertos en efectos especiales trabajando junto al elenco. A pocos días del debut, el clima es relajado y muy alegre. Cibrián entra a la sala acompañado por su perro, que se pasea por el escenario con naturalidad. El director saluda, mima al elenco con regalitos. El afecto circula. Es que se conocen muy bien: Juan Rodó, su intérprete fetiche, será Merlín; los roles femeninos centrales recaen en Candela Cibrián, de 21 años e hija de un hermano del director, y en la jovencísima Luna Pérez Lening, de 16. La producción es de Mahler junto a Julieta Kalik (amiga y alumna de Rodó) y Leo Cantone (economista y espectador devoto de los espectáculos del dúo).

Si bien concretó la mayor parte de su carrera junto al dúo, Rodó, de 45 años, protagonizó otras producciones como La Bella y La Bestia y Los Miserables, además de interpretar varias óperas. Pero desde el 2004 está abocado a las creaciones de Cibrián-Mahler y a su propia escuela de canto, de donde surgen muchos intérpretes. “Hay obras en las que me gusta estar, pero mi corazón está con Pepe y Angel. Es más, tengo un proyecto personal que voy a concretar en el 2013: hacer el musical Nine de Broadway. Quiero que lo dirija Pepe”, cuenta el barítono. Los años de trabajo conjunto lejos están de confinarlo a terrenos conocidos. “Los roles oscuros, demoníacos, siempre me calzaron bien y me gustan mucho. Pero este personaje me permitió descubrir aspectos que tenía más escondidos: mi veta humorística. Admiro a los cómicos, a las personas capaces de generar humor. Y el humor que Pepe plasmó en el texto hay que llevarlo a escena. Me parece que lo estamos logrando. Es el personaje que más me conectó con mi parte juguetona. Me divierto mucho haciéndolo, y se generan situaciones divertidas. Logramos una comicidad natural, sin forzar, que está muy buena”, explica a Página/12.

“Este es un Merlín delirado, como si lo interpretara Jim Carrey, como si el personaje estuviera loco y no supiera lo que dice. Un Merlín sin edad, lleno de colores violetas y fucsias”, dice Rodó sobre los rasgos que el druida adopta en esta versión, que también tendrá sus momentos más dramáticos y profundos. Es que Merlín es una suerte de maestro para Arturo, encargado de acompañarlo y ayudarlo en el camino para convertirse en rey y enfrentar a las fuerzas que quieren destruirlo. “El desafío es convencerlo de que el verdadero poder está dentro de él y no tanto en la espada Excalibur que busca. La verdadera fortaleza es interna”, refuerza el músico, que debutó como cantante lírico a los 21 años en Rigoletto, de Verdi, en el Teatro Argentino de La Plata. Su vocación por los musicales comenzó en 1991, cuando decidió ir a probar suerte al casting de Drácula, de Cibrián-Mahler, y fue seleccionado para interpretar al conde.

–Además de trabajar con un aspecto nuevo para usted como el humor, ¿qué otros desafíos le depara Excalibur?

–Es un rol que produce un desgaste tremendo al tener una carga muy fuerte, tengo que estar muy entrenado. Desde que hice Dorian Gray, el retrato o La Bella y la Bestia no sentía este tipo de compromiso físico. Merlín tiene mucho texto; habla casi tanto como canta y está bueno, porque me permite liberar más mi parte actoral. A veces, cuando sólo hay música, te limita la interpretación porque estás muy pegado al ritmo, a la melodía. Acá tengo mucho texto y mucho canto, y trabajamos a fondo los pasajes del texto a la voz cantada. La voz hablada consume la voz cantada, la desgasta. Cuando canto, al no ser una voz naturalista sino más bien compuesta, supone también un esfuerzo mayor. Además, la música de Angel nunca es sencilla: trabaja mucho en los extremos del registro, con los agudos y los graves. No soy de transpirar mucho, pero con esta obra voy a adelgazar. El texto y el canto me demandan mucho. Hay que estar bien entrenado para superar el agotamiento y no perder calidad en lo expresivo. Como si fuera poco, el personaje tiene sus momentos de ilusionismo manipulando objetos o en el marco de toda una escenografía.

–¿Qué diferencia a Cibrián de otros directores?

–Pepe hizo una combinación interesante. Por un lado, todo el conocimiento teatral que le vino por sus padres, y por otro, su gusto por el musical. Estos dos aspectos lo convirtieron en la persona que más sabe del género en nuestro país, con una mirada integral: participa en el vestuario, las luces, la escenografía. Y se compromete al punto de que quiere que los actores estén brillantes, al máximo de sus posibilidades. Deja todo por la obra y por vos. El camino por recorrer juntos es inagotable, mientras haya fuerzas y ganas.

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