TEATRO › LOS INSOLADOS, DIRIGIDA POR MORAN / URTUBEY
La obra teatral reúne a diez personajes extraídos de diferentes cuentos de Horacio Quiroga. Elementos ficcionales que remiten, también, a la propia vida del notable escritor uruguayo.
› Por Cecilia Hopkins
Inspirada en Cuentos de amor, de locura y de muerte, de Horacio Quiroga, Los insolados, obra de Hernán Morán, reúne a 10 personajes extraídos de diferentes cuentos del autor uruguayo que vivió entre 1878 y 1937. Dirigido por el propio autor junto a María Urtubey, el montaje puede verse los domingos a las 19 en el Beckett Teatro (Guardia Vieja 3556). Esta aproximación teatral al dramático universo narrativo de Quiroga cuenta con las actuaciones de Sebastián Suñé, Nacho Ciatti, Adriana Pregliasco, Marcela Arza, Andrés Passeri, Andrés Giardello, María Lía Bagnoli, Rocío Rodríguez, Juan Manuel Zuluaga y Rodrigo Guzay. La música es interpretada en vivo por Juan Bisso. Los diseños de vestuario y escenografía pertenecen a Gustavo Alderete y Sebastián Roses y Mariano Savak, respectivamente.
Si bien la dramaturgia de Los insolados fue construida a partir del análisis de los cuentos de Quiroga, la lectura de La vida brava, pieza de la uruguaya Helena Corbellini, les dio pistas a Morán y Urtubey para descubrir que “cada cuento muestra una faceta diferente de la vida del autor”, según manifiestan en la entrevista con Página/12. Y si bien los directores no buscaron con su obra ilustrar la biografía de Quiroga, encontraron referencias directas a hechos de la vida misma del narrador con los tres relatos que eligieron para estructurar el montaje: “La gallina degollada”, “El almohadón de plumas” y “Una estación de amor”.
Ambientada a principios del siglo XX, Los insolados narra la historia de dos matrimonios que se encuentran en una estancia misionera, ambos atormentados por la maldición de la herencia familiar: una de las mujeres lucha por sobrevivir a una misteriosa enfermedad que se presume de carácter hereditario, en tanto que la otra intenta romper con la maldición de una descendencia de hijos que padecen una enfermedad mental que va agravándose con el tiempo. En la medida en que van enlazándose las historias, otros motivos provenientes de diversos textos de Quiroga irrumpen en la trama. “El sol abrasador de diciembre –sintetizan los directores– irá fundiendo las historias hacia una misma tragedia.”
En cuanto a la amenaza que representa el paisaje en la obra de Quiroga, Morán y Urtubey afirman: “Además de ser el escenario predominante en la literatura de Quiroga, la selva y el monte simbolizan al inconsciente, un lugar al que tememos ingresar porque no podemos controlarlo”. Así, Berta, personaje de “La gallina degollada”, caracteriza al monte como una provocación constante. Y Alicia, personaje de “El almohadón de plumas”, ve en la selva “su purgatorio en vida, el lugar de donde vendrá esa fuerza que la liberará de su martirio y de su enfermedad para morir en paz”, según señalan los directores. Por su parte, el individuo más alejado de la naturaleza (el citadino Esteban, personaje extraído de “Una estación de amor”) “vive la experiencia del monte como un castigo, un infierno en el que su hermano lo obliga a permanecer”. Para ambos artistas, la selva aparece en el montaje como un personaje más: “En el mundo de Quiroga –afirman–, la tragedia es parte del paisaje, y la naturaleza –que siempre manda– le recuerda al hombre que éste pertenece a su mundo, como el resto de los animales”. En cuanto al tema de la herencia familiar, los directores señalan que éste es un motivo que atraviesa la estructura general de la obra. “La historia se ha encargado de remarcarnos que la herencia siempre está en la sangre, materia prima de los cuentos de Quiroga”, afirma Morán.
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