TEATRO › LA COMPAñíA BOGOTANA LA MALDITA VANIDAD SE PRESENTA EN EL 25 DE MAYO
El grupo, exponente del reverdecer del teatro colombiano, trajo la trilogía integrada por El autor intelectual, Los autores materiales y Cómo quieres que te quiera, que se verá estos días en el marco de Colombia Cultural en Buenos Aires.
› Por Facundo Gari
A buen voyeur, buen exhibicionista. Ese parece ser el mantra que inspira a la compañía bogotana La Maldita Vanidad (LMV) a la hora de confeccionar sus piezas teatrales, tres de las cuales podrán verse por estos días en el Teatro 25 de Mayo, enmarcadas en el programa porteño de intercambio Colombia Cultural en Buenos Aires. Lo más llamativo de El autor intelectual, Los autores materiales y Cómo quieres que te quiera es que permiten no sólo aproximarse a la actual noción de espacio no convencional sino, de manera más amplia, a la idea de espectáculo: el detalle en la composición dramatúrgica, escénica y actoral está al servicio de un espectador ávido de high definition en carne y hueso. “Buscamos que la experiencia sea siempre vital”, afirma Jorge Hugo Marín, director de la trilogía y miembro fundador de este grupo independiente nacido en septiembre de 2009 y exponente del reverdecer del teatro colombiano.
Por entonces, Marín tenía en sus manos la primera de estas comedias dramáticas e invitaba a amigos a ensayarla en la cocina de su departamento. Aceitados los engranajes, cayó en la cuenta de que no funcionaría de la misma manera en otro sitio, así que dispuso que sería interpretada siempre y cuando pudiera contar con hornallas, pileta, mesada, heladera y todo aquello que hace a una cocina tipo. El proyecto creció, nuevos actores se sumaron y hace un mes cuenta con taller propio en el barrio bogotano de Palermo, una casa que sirve de laboratorio y gimnasio escénico. Por eso, si bien el 25 de Mayo es un teatro hecho y derecho, ninguna de las piezas es montada sobre sus tablas. Adelaida Palacio, actriz de la compañía, delinea que Los autores... y El autor... transcurren en el primer piso del edificio ubicado en Triunvirato 4444, mientras que Cómo quieres... lo hace en un segmento lateral de su segundo piso, en una especie de performance okupa. “Tomamos el teatro”, asiste a Página/12 el intérprete Daniel Díaz.
Basada en la película Festín diabólico, de Alfred Hitchcock, Los autores materiales tiene por punto de partida la impaciencia: don Joaquín va a pedirles a Sebas, Julián y el Negro por enésima vez que le paguen el alquiler del departamento. Termina muerto, y los inquilinos discurren sobre el episodio mientras se preparan unas tostadas. “La obra dura lo que los personajes en desayunar –aclara Marín–. Algo trivial como calentar el café cobra un sentido distinto, una dinámica que potencializa el juego de la obra.” La actriz Ella Becerra suma: “El transcurso natural de una operación concreta como cocinar huevos contiene el desarrollo de la situación dramática”. Para El autor intelectual sirven unas oficinas del teatro. Una ventana separa la mirada del espectador fisgón de lo que ocurre puertas adentro: tres hermanos se reúnen en casa de su madre anciana para decidir quién se hará cargo de sus desvaríos. La pieza está influenciada por Esperando la carroza, la obra original del dramaturgo Jacobo Langsner, y por la versión cinematográfica de Alejandro Doria. “A partir de ese relato, armamos una historia en la que el espectador se vuelve voyeur y ve la vida privada de una familia de clase media colombiana”, explica Marín. En Cómo quieres..., finalmente, el público es invitado a una fiesta de cumpleaños de 15 que pasa de la vereda al lobby del teatro, “sin ser parte del riesgo”, acuerdan. El marco narrativo es conocido: el narcotráfico de los años ’80; lo inédito es que el abordaje no se realiza desde la perspectiva del negociante, sino desde la de su familia, “que oculta un poco la realidad”, dice el director. “Son obras de humor negro, tragedias inmersas en la identidad colombiana: somos uno de los países más violentos del mundo, pero a la vez uno de los más alegres”, caracteriza.
La contingencia de los espacios les brinda a los espectáculos de LMV un aliento imperecedero de frescura. “Hay una dramaturgia, pero la obra está permanentemente en cambio a través del espacio. Primero, para que no nos aburramos; segundo, para que la experiencia sea siempre nueva para el espectador”, conduce Marín. Palacio aporta que la comunicación con la audiencia es directa: los asistentes están realmente cerca de los actores en escena, involucrados física y emocionalmente con la situación. “Somos un grupo de pequeño formato, de espacios realmente reducidos”, añade la actriz. En ese juego de proximidad, se acercan “no solamente desde la fábula, sino desde la experiencia sensorial: el olfato, la cercanía, la tensión”, enumera Becerra. Palacio adiciona que no abusan de los “artificios”. “Somos carentes de sonidos y luces, porque en espacios pequeños esos recursos se aproximan a lo cinematográfico, a lo mínimo.” No es un teatro de suplencias, sino uno primal, basado fundamentalmente en el verosímil de la dramaturgia y el rigor actoral. “Es como si pusieras una lupa sobre los gestos, y hay que cuidarlos. Los actores nos acostumbramos a las actuaciones graves de los teatros grandes, pero acá pueden desbordar”, observa Díaz.
No sólo la coordenada espacial habitual es puesta en jaque por esta compañía colombiana que se ha presentado en España, Alemania, Brasil y México, entre otros destinos. También el eje temporal es trastrocado: la terna de piezas tiene una duración promedio de una hora cada una. “Y es una hora extrema: la vida normal no volverá”, sugiere Marín, que aclara no obstante que sus indagaciones no abrevan en el realismo ni en el naturalismo. “No tengo el término, pero es como si el tiempo se dilatara y viéramos durante esa hora una cantidad de acciones que en la realidad no podrían suceder de esa misma manera. Hay un gran trabajo del detalle.” Según Becerra, las piezas “dan una apariencia de espontaneidad, de accidente; no obstante, el tejido de la dramaturgia y la composición escénica y actoral permiten que el espectador entre de una manera muy fuerte”.
Otro punto de inflexión sobre el reloj es el del trabajo sobre el “hoy”: si uno de los actores cumple años, su personaje lo celebrará en escena; si una función cae en Halloween, habrá referencias a esa festividad; si hace calor, no pretenderán que sea invierno. “No podemos negar el contexto. Nos gusta exponerlo y aprovecharlo”, dice Marín. Y es a tal punto que LVM ha hecho teatro de cortes de luz, de roturas de cañerías y hasta del paso imprevisto de un tren.
En cuanto a la investigación sobre la familia como tema que enhebra esta trilogía experimental, Becerra dispara que es “un análisis de las microviolencias en el seno íntimo, de las transgresiones a la libertad del otro”. Seno, en este caso, determinado por la figura materna, como “radiografía traumática” de la historia de Marín. “Las tres obras son matriarcales. La figura del padre está ausente. Provengo de Medellín y, como consecuencia del narcotráfico, muchos crecimos sin un padre, con una figura maternal como columna vertebral”, cuenta. La institución familiar es puesta en crisis sin moraleja ni sesgo reflexivo. “El rango es amplio y permite que el espectador lo interprete a su manera. Lo corroboramos con personas que no son de nuestra sociedad, cuando estamos en otros países. Las obras se vuelven globales, una vaina que es referencia para contar la historia de cualquier persona del mundo”, observa. ¿Eso implica que lo esencialmente colombiano se difumina? No. “La idiosincrasia, las costumbres, la manera de relacionarnos, los tonos al hablar y la corporeidad prevalecen”, cierra el director.
* Funciones: Los autores materiales, hoy; El autor intelectual, próximos viernes y sábado, y Cómo quieres que te quiera, viernes 15 y sábado 16. Todas a las 21, en el Teatro 25 de Mayo, Triunvirato 4444, con entrada gratuita.
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