TEATRO › MASCARAS DESNUDAS, EN EL TEATRO EL DUENDE
› Por Paula Sabatés
En Máscaras desnudas, los actores son a la vez actores, personajes y personajes que hacen de actores. Se trata de una propuesta metateatral –nombre con el que se conoce al procedimiento mediante el cual el teatro habla del teatro– que recrea la atmósfera de una compañía itinerante de principios del siglo XX. La misma está compuesta por cinco comediantes que están de paso por la Argentina para presentar dos obras cortas del emblemático autor italiano Luigi Pirandello, quien llevó al máximo la exploración de ese recurso escénico con su notable obra Seis personajes en busca de un autor (1921). Así, los actores hacen de actores que construyen personajes para un público. La obra, que se puede ver sábados a las 20 y domingos a las 19 en el Teatro El Duende (Aráoz 1469), es dirigida por Federico Tombetti. Los textos de Pirandello fueron traducidos al castellano por Agustín Alezzo.
Las obras de Pirandello elegidas para este espectáculo fueron Limones de Sicilia y Cecé. “Las elegí por su sensibilidad y humor. Limones... me conmovió cuando la leí por primera vez y siempre supe que quería montarla. Habla de una gran ingratitud, tema que me pareció interesante para poner sobre el escenario”, dice Tombetti sobre la primera obra que montan en vivo los actores de la compañía. Cuenta la historia de un humilde siciliano que viaja al norte de Italia para reencontrarse con su amada de la juventud, quien le prometió casarse con él una vez que lograra asentarse como cantante de ópera. La segunda muestra a un joven de la alta sociedad italiana, signada por la corrupción. “Cecé nos muestra a un personaje dispuesto a todo para lograr su fin y que podría representar, sin duda, a algunos de los referentes que gobernaron la Argentina a finales del siglo pasado y que hoy continúan mintiendo y tergiversando para desestabilizar”, completa.
Ambas piezas, como así también la introducción, el entremés y el final de la obra, están a cargo de Anabela Graciela Denápole, Ariel Leyra, Martín Navarro, Mirtha Oliveri, Sheila Saslavsky. Como los actores de aquellas compañías itinerantes que viajaban por el mundo mostrando su arte, los actores se encargan de montar y desmontar la escenografía, maquillarse en público y presentarle al público lo que está a punto de ver. “La metateatralidad, y por ende esta propuesta, tiene como objetivo llegar hasta lo más profundo de nuestras almas para desnudarnos de las máscaras impuestas por la sociedad, con las que transitamos a lo largo de la vida”, asegura el director a Página/12.
Según Tombetti ,”el arte en todas sus expresiones y en particular el teatro tiene una capacidad infinita de despertar conciencias y de hacernos ver aspectos de nuestra propia vida que no podríamos ver sin la intermediación artística. Estoy convencido de que puede ayudarnos a ser mejores personas y tener más en cuenta a los otros, a atravesar nuestras máscaras. Ese es el arte en el que creo. Por eso con esta obra nos propusimos contar dos historias sensibles, de gente sencilla con la que cualquiera pudiera sentirse identificado y que eso lo mueva a alguna reflexión acerca de su quehacer diario. Simplemente con que un espectador salga de la sala preguntándose algo, dudando de algo establecido en su vida, el trabajo está hecho y el arte ha cumplido su función más gratificante”.
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