TEATRO › EL ULTIMO AMANTE DE FEDERICO GARCIA LORCA, EN EL ARLEQUINO
La obra teatral dirigida por Germán Akis y Raúl Baroni problematiza la relación homosexual que mantuvieron oculta el poeta granadino y el “rubio de Albacete”. Un vínculo atravesado por la intolerancia y el fanatismo político y religioso de la época.
”Aquel rubio de Albacete / vino, madre, y me miró / ¡No lo puedo mirar yo! / Aquel rubio de los trigos / hijo de la verde aurora / alto, solo y sin amigos / pisó mi calle a deshora (...)” El último amor de Federico García Lorca fue el destinatario e inspirador de estos versos, escritos en el reverso de un recibo. Su nombre era Juan Ramírez de Lucas, un estudiante que tenía apenas 17 años cuando conoció a un joven Lorca de 36, quien ya era un escritor reconocido entre los círculos de la intelectualidad española. Era 1934, la antesala turbulenta de la Guerra Civil, cuando surgió el amor entre el poeta granadino y aquel “rubio de Albacete”, un idilio auténtico e irreverente, dispuesto a enfrentar cualquier prejuicio, agravio o infortunio del destino.
La historia se hizo pública recién en 2010, cuando el arquitecto y crítico de arte español Juan Ramírez de Lucas dejó a sus herederos, poco antes de morir, a los 93 años, documentación que develaba aquel vínculo amoroso que lo había tenido como protagonista, y que había permanecido oculto durante decenas de años. El último amante de Federico García Lorca es la nueva puesta dirigida por Germán Akis y Raúl Baroni, que se presenta en el Teatro Arlequino (Alsina 1484), los sábados a las 21.30, y que nos trae el recuerdo de este romance entre dos hombres, clandestino y pasional, que desafía los límites de la “heteronormatividad”.
Con un guión poético y actuaciones destacadas, la obra problematiza aquella relación homosexual atravesada por la intolerancia y el fanatismo político y religioso. La sexualidad, el amor y la política idealista de la época se combinan para generar un clima de reflexión y conciencia. La pieza teatral narra con intensidad los dos últimos años de la vida del escritor, donde adquieren una fundamental presencia escénica los dos amantes y un Ramírez de Lucas anciano que viaja en el tiempo y dialoga, no sin tensiones, con el otro yo de su juventud, como un espectador de su pasado. Esta mirada dual otorga un carácter original y auténtico, a la vez que le da fuerza a una producción que habrá de interesar al público lorquiano.
El desafío de dirigir El último amante... comenzó hace dos años. “Cuando estábamos haciendo Bernarda Alba al desnudo, en 2010, vino un crítico de espectáculos del diario El País, de España, a ver la obra, y nos comentó sobre este romance entre Ramírez de Lucas y Lorca. Luego empezamos a investigar su vida, y a figuras de su entorno como Miguel de Molina, Rafael de León y Margarita Xirgu”, cuenta Baroni.
Los responsables de llevar a las tablas parte de la vida del poeta español estudiaron en profundidad y a conciencia la biografía del protagonista y el contexto social de la época; y es el guión sólido y complejo de la obra el que confirma este trabajo. “Lorca se queda en LA Argentina por cinco meses, debido al éxito que tiene, y toda la intelectualidad le advierte que no se vuelva a España, que por ese entonces es un polvorín. Como su familia lo espera, vuelve; y ahí conoce a Juan en un ateneo cultural de unas amigas, que lo llaman para que dirija una obra”, comienza a relatar Akis.
En aquel ateneo cultural de Madrid, el dramaturgo ingresa a dar clases de teatro y a montar la obra Peribáñez y el Comendador de Ocaña, de Lope de Vega, y conoce al joven de Albacete, que había sido enviado por sus padres a la ciudad capital para estudiar Administración pública, y sin decirles nada comenzó sus clases de actuación en las que conoció al célebre profesor. Sus padres, ultracatólicos y falangistas, nunca comprendieron su afición por el arte, y mucho menos su relación con Lorca.
En 1936, cuando se desata la Guerra Civil, el escritor decide irse a México o Estados Unidos, y le solicita a su pareja que pida permiso a sus padres para irse juntos. Estos se niegan y ninguno de ellos viaja. Poco tiempo después, la derecha española detiene a Lorca y luego lo fusila. “Esta historia es la génesis de este espectáculo que nos interesó hacer porque Federico es una personalidad muy admirada en el mundo. Pasa el tiempo y más se lo edita y se lo representa. Lo que apasiona de él es que, al leer su obra, podés tocarlo y ver su sangre, su emoción, su carne”, confiesa Akis, y Baroni agrega: “Era un hombre talentoso y carismático”.
La originalidad de la puesta se luce en el texto. Los personajes son, al mismo tiempo, narradores directos de lo que viven e interpretan. La ausencia de un narrador omnisciente (que predomina en la escena teatral) y el juego de temporalidades verbales enriquecen el estilo de la narrativa que, según los autores, es deudora de la tradición oral.
Germán y Raúl han leído toda la poesía de García Lorca, y dirigieron, entre otras, algunas de sus más conocidas obras: Doña Rosita la soltera, La zapatera prodigiosa y La casa de Bernarda Alba. Ambos trabajan en teatro alternativo hace 42 años, y aseguran que no hay nada que les apasione más. “Nos interesa el teatro como herramienta esclarecedora, y por eso realizamos obras profundas. Buscamos que el público salga modificado. El entretenimiento es válido, pero cuando uno viene al teatro hay un menú especial; salís modificado”, sostiene Germán.
–El amor entre García Lorca y Ramírez de Lucas estuvo atravesado por el prejuicio y la intolerancia de aquellos años. ¿La perspectiva sobre la diversidad sexual ha cambiado hoy?
Germán Akis: –El tema está instalado en la sociedad, pero el prejuicio sexual va a seguir por un tiempo, porque es una cuestión cultural. No obstante, se ha avanzado mucho y se habla del tema.
Raúl Baroni: –Leí la otra vez un artículo sobre dos mujeres que tienen trillizos, de cinco años, y ellas contaban las cosas que les decía la gente; cosas buenas y malas. Por ejemplo, una de las nenas que va con los trillizos al jardín les dijo: “Qué suerte que ustedes tienen dos mamás, porque así vienen dos mamás a verlos”.
G. A.: –El prejuicio sexual es producto de miedos inconscientes. Hay que hablar sin tapujos, sin ocultarse. Por eso, figuras como García Lorca o Miguel de Molina son tan admiradas, porque vivieron con su verdad.
–¿El teatro off les otorga licencias que el teatro comercial no les daría para contar estas historias?
G. A.: –Sí, en el teatro off hay una libertad temática y de propuestas. Por otro lado, hay muchos actores que aman este teatro; no desprecian ni la televisión ni el cine, pero se dan cuenta de que acá tenés que tener una suerte de mística.
R. B.: –Acá todos los días pasa algo. Se quema una lamparita... por ejemplo, ahora estamos sin luz en el baño. También tenés que pintar un cuadro o hacer un afiche. Cuando termina la función, decís: “¡Qué suerte! No pasó nada”.
G. A.: –De alguna manera, somos como los cirqueros. Acá existe un equipo para que la obra surja, y ese trabajo en equipo es lo que genera conciencia.
Informe: Candela Gomes Diez.
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