TEATRO › LAUTARO VILO Y LA OBRA “CAUCASO”
La segunda parte del ciclo iniciado en 2004 aborda un célebre atentado checheno.
La primera obra de la trilogía causó sensación: Lautaro Vilo, sentado en una banqueta durante una hora y acompañado por la guitarra de Adolfo Oddone, puso la piel de gallina a un público que escuchó la historia verídica del caníbal alemán que conoció a un hombre vía Internet, lo citó en su domicilio y, con previo acuerdo de ambas partes, se lo comió. A dos años del estreno del macabro festín que fue Un acto de comunión, Vilo y su equipo, Los Eminentes Patrones del Vapor, presentan la segunda entrega de la trilogía Noticias Internacionales. Cáucaso es el nombre de la pieza que, con un formato similar a la anterior, narra otro episodio real mediante la música y la palabra, todos los viernes a las 23 en Elkafka (Lambaré 866). En esta oportunidad, la noticia tiene un tono más político y más de una muerte: se trata del acto terrorista que tuvo lugar en 2003 en el teatro ruso Dubrovka, cuando un grupo de rebeldes chechenos entró en medio de la función y tomó el lugar; luego de tres días las fuerzas especiales rusas atacaron la sala donde se encontraban los 50 guerrilleros y 800 rehenes, provocando un desenlace fatal.
Alejada de la problemática individual, a diferencia de Un acto..., Cáucaso se interna en los recovecos de un conflicto geopolítico enorme –el que desde la disolución de la URSS se intensifica entre Chechenia, que busca su independencia, y Rusia–, mediante un procedimiento singular. Uno de los rehenes sobrevivientes a la tragedia (Vilo) es entrevistado por una voz (también de Vilo) no identificada, “que puede ser la de un periodista como la de un agente de la KGB”, explica el intérprete, director y autor de la pieza. El relato es escalofriante: en una de las tantas presentaciones de una exitosa comedia musical basada en la historia rusa, en el teatro Dubrovka a sala llena, un grupo de chechenos armados con ametralladoras aparecen improvistamente en el escenario. Sin embargo, confundidos con los actores-soldados que también participan de la escena, el público asimila el asalto real a la trama ficcional. De pronto, realidad y representación se confunden y sus reglas se rompen o invierten: “Los chechenos terroristas son mejores actores que los otros, porque están haciendo el papel de chechenos terroristas. Hay algo interesante en eso de poner una cosa en lugar de otra, como nosotros, que decidimos llevar este espectáculo que parecería tener un formato de bar a un teatro. Ahí está gran parte de la potencia de la obra”, explica Vilo.
El secreto de este equipo radica –según su director– en contar en clave teatral aquello que sucedió una vez en un teatro, pero que resulta tan difícil de representar. “Cáucaso no está planteada en términos de narración oral”, explica Vilo. Pero tampoco se trata de teatro de representación, en su sentido convencional. “Para mí algo es teatro o no lo es. Esta trilogía hace pensar en qué es lo que constituye al teatro”, reflexiona Vilo. Y a continuación se responde: “Generalmente, en el teatro hay un efecto de déjà vu teatral, por el que éste queda reducido a varias formas que se repiten y, habitualmente, a las mismas temáticas. La idea de partir de una temática que parece extravagante nos fuerza a pensar en mecanismos de teatralidad de movida impensados para nosotros mismos”.
Así, la trilogía de Noticias internacionales encuentra su carácter teatral, no en las representaciones montadas en escena, sino en las generadas en la imaginación de los espectadores a partir de la palabra pronunciada. “Si la obra logra transmitir sus imágenes quiere decir que hicimos las cosas bien –afirma Vilo–, que el texto está bien, se mantuvo la atención, la música estaba en su punto, la escenografía no interfería sino que daba una plataforma orgánica para que todo sucediera. Y si alguien del público logra entender o se va con una pregunta con respecto al tema, está bien, es lo que buscamos.” Vilo no eligió los temas de la trilogía para utilizar al teatro como elemento de reflexión o teorización social y política: “Muchas veces se habla del teatro como medio de reflexión, pero es como concebir que las máquinas de ejercicio adelgazan por sí solas. El que adelgaza es uno si tiene la predisposición, la máquina está para que uno la mueva. La reflexión puede o no pasar, pero eso ya es trabajo del espectador”.
–¿Qué le atrajo, entonces, de estas cruentas noticias?
–Los personajes. En Un acto... éstos fueron determinantes, tanto víctima como victimario, comensal y plato. En el caso del conflicto checheno me atrajeron esas viudas negras, las mujeres que se inmolan habiendo perdido a toda su familia luego de la invasión rusa en Chechenia, y se ofrecen voluntariamente para ponerse una bomba en la cintura –una especie de placenta de explosivos– y van a un lugar público para detonarla.
–¿Toma partido al abordar las noticias?
–Sí, ambas obras critican la idea de participación e igualdad en los derechos, cierta idea del humanismo que pone por delante la vida. Yo creo que es una mentira: los cartoneros no tienen los mismos derechos que yo; si nos para la policía, ésta me va a tratar de una manera y a ellos de otra. Tampoco tienen el mismo derecho a la salud que tengo yo, ni yo tengo el mismo derecho que Macri.
–¿Busca desentrañar la lógica del suicida?
–Si a Doña Rosa le matan al hijo, a la novia del hijo, al marido, al hermano, al padre y al abuelo, Doña Rosa ontológicamente no existe más. A mí no me parece ilógico que decida ponerse una bomba en la panza y hacerse volar en un lugar público para vehiculizar su odio.
–¿Ya sabe cuál será el tema de la última parte de la trilogía?
–Será una noticia sobre China. En Un acto... tratamos una historia personal, en Cáucaso una política. Ahora estamos pensando en una de carácter económico.
Informe: Alina Mazzaferro.
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