TEATRO › “BAR TANGO”, TITERES PARA ADULTOS
Miguel Rur, guionista, director y titiritero, explica el sentido del espectáculo, que expone en clave humorística las contradicciones de personajes prototípicos de Buenos Aires.
› Por SEBASTIAN ACKERMAN
Todos aquellos que añoran los títeres de su infancia pero no se animan a ir a ver un espectáculo infantil hecho con esos pequeños personajes de papel maché o gomaespuma, pueden rememorar viejas épocas y volver a ser chicos con Bar Tango, una obra de teatro de títeres para adultos de la Compañía Buenos Aires Títeres que se reestrena hoy a las 21.45 en el Teatro del Pasillo (Colombres 35) luego de representar a la Argentina en el Festival de Teatro de Títeres del Albacete (España) en mayo. Miguel Rur, guionista, director y uno de los titiriteros de la obra, explica a Página/12: “A los grandes les atrae la posibilidad de volver a ser chicos un ratito, tener nuevamente esa mirada de niño, porque el títere produce una ternura que el adulto compra de entrada. Aflojarse, dejarse llevar por una historia, sorprenderse porque los títeres los sorprenden. Y además porque se ve la cocina de cómo es: si querés, podés correrte del muñeco y ver cómo laburamos, aunque siempre es el títere el que gana: con ponerlos bajo la luz de la escena produce esa fascinación”.
Bar Tango, que tiene música original de Marcelo Moguilevsky, expone las contradicciones de personajes prototípicos como el “macho argentino”, el cantor ciudadano, la histérica o la diva. Lo hace desde el humor y realiza, además, un homenaje a Aníbal Troilo con un títere hecho a partir de la famosa caricatura que Hermenegildo Sabat realizó de Pichuco. “Para mí, Buenos Aires es un referente de vida y acá es donde encuentro las cosas para contar”, confiesa Rur, y cuenta que “tuvimos una experiencia previa de una coproducción con el Teatro San Martín en 2000 y 2001 que se llamó Boliche, un lugar con historias. La idea era tomar algunos mitos de la cultura porteña y trabajarlos desde un lugar humorístico, sin faltarle el respeto a la cultura tanguera de Buenos Aires, pero sí con algunas cositas que nos fueron surgiendo en la creación. Fue divertirse con estos mitos, verlos desde otro lugar y a través del títere decir cosas entre tiernas y ríspidas”.
Los títeres, que miden entre ochenta centímetros y un metro veinte, son manejados entre tres titiriteros cada uno, con una técnica japonesa llamada Bunraku: una persona les maneja los pies, otro las manos y el “maestro titiritero” la cabeza, lo que hace que el trabajo de coordinación deba ser muy preciso. “Somos tres pero es uno –dice–, porque el personaje es el títere, él es el que actúa.” Para Rur, el espectador proyecta sobre el títere de una manera distinta de como lo hace con un actor de carne y hueso. “El títere puede volar, puede hacer movimientos que una persona no puede hacer; el títere, por la proyección que hay del inconsciente de las personas, transmite en forma poética cosas que cuando vos ves a una persona no es lo mismo. Ni mejor ni peor: son cosas distintas”, y agrega que la “magia” de los títeres consiste en una suspensión de la realidad y el abandonarse a la imaginación: “Del títere de guante, que trabaja detrás de un retablo, nadie se pregunta si tiene o no pies. El muñeco no tiene pies, sin embargo vos completás la figura dentro de lo que estás viendo. No llegás a esa pregunta. El títere está ahí, es un personaje y camina. La mente completa esa parte que le falta. Todas esas cositas que mientras estás viendo un espectáculo de títeres no te lo ponés a pensar es lo que trasciende del títere. Por eso funciona como personaje”, desarrolla.
Durante el año pasado realizaron funciones de prueba para testear la recepción que tenía el espectáculo, con “muy buenos resultados”. “La gente la pasa muy bien, se divierte mucho –afirma–. Agradecen ese viaje, el escuchar estas historias que son inventadas pero muchas veces cercanas. En el número de ‘La disculpa’ se ve desde el escenario cómo muchas veces la señora le pega con el codo a su marido. Me parece que es un espectáculo que tiene momentos conmovedores, como la aparición de Troilo, sobre todo para los más grandes. Algunos se han quedado después para agradecer las funciones. Para nosotros fue muy importante escucharlos porque ha venido gente desprevenida, por ahí sabían que era un espectáculo de títeres y por ahí no, y de repente se instalan en otro lugar que es el de la imaginación, de la poesía, fuera de este mundo.”
El Festival de Teatro de Títeres de Albacete, al que fueron invitados luego de enviar un video del espectáculo, les abrió las puertas de España, donde realizaron una minigira. Compartieron escenario con elencos de España, Chile y Rusia y ya están planeando volver al viejo continente en octubre. Rur explica que “en estos festivales de títeres hay muy pocos espectáculos para adultos, y que nos hayan invitado a nosotros es un honor”, concluye.
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