Mar 08.10.2013
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TEATRO › FIBA > EL ALEMáN THOMAS OSTERMEIER Y SU VERSIóN DE UN ENEMIGO DEL PUEBLO

La obra que siempre molesta

En su segunda visita a Buenos Aires, el director del Schaubühne am Lehniner Platz, de Berlín, reivindica la vigencia del clásico de Henrik Ibsen. “Cuando la verdad va en contra de intereses económicos, no tiene ningún poder”, señala.

› Por Hilda Cabrera

Como se interroga a un espejo en busca de una imagen de la realidad, Un enemigo del pueblo (1882), del dramaturgo y poeta noruego Henrik Ibsen (1828-1906), sigue siendo una obra a la que se vuelve, inspiradora también para sus críticos, como lo refleja en esta entrevista de Página/12 el director alemán Thomas Ostermeier. Esta es la segunda visita de este artista, que desde 1999 tiene a su cargo la conducción artística del Schaubühne am Lehniner Platz, de Berlín, donde se ofrecen puestas experimentales y críticas de obras clásicas y contemporáneas, en conjunción con otras disciplinas, como la danza y la música. La anterior presentación de Ostermeier fue en 2011 y, como hoy, en el marco del Festival Internacional de Buenos Aires. Esta vez su propuesta para el FIBA es Ein Volksfeind, de Ibsen, en versión de Florian Borchmeyer.

El “enemigo” es el médico Thomas Stockmann, así señalado por insistir en una denuncia: las aguas termales que en su pueblo atraen a los turistas están contaminadas. El apoyo que recibe para realizar obras que eviten grandes males es momentáneo. Cuando los funcionarios y los sectores de mayor poder ven amenazados sus intereses, lo abandonan, e inclusive profundizan su aislamiento, advirtiendo al ciudadano común que los gastos exigirán mayores contribuciones. Este comportamiento colectivo no sorprende a Ostermeier, quien entiende que atacar al que denuncia antes que renunciar a un progresivo bienestar o un negocio personal entra en el marco de las reacciones “universales”. “Y de esto hay mil ejemplos –dice–. El hombre acepta la degradación del medio ambiente, la destrucción de los bosques, la contaminación del aire... Prioriza los intereses económicos aunque pongan en peligro la salud. El hombre está preparado para aceptar la muerte si puede hacer ganancias.”

–Ante semejante conclusión, ¿qué poder tiene la verdad probada mediante investigaciones?

–Si esa verdad va en contra de intereses económicos, no tiene ningún poder.

–¿Ese es uno de los temas de este montaje?

–Quise hablar exactamente de eso.

–¿Con referencia a un país o un conjunto de países?

–Este es un problema general. En todos los lugares en que presentamos la obra, hemos encontrado el mismo comentario. La gente nos dice que es un tema muy actual y siente que está cerca de lo que se cuenta.

–¿Esa es la razón por la que se realizan tantas versiones de Un enemigo...?

–En Alemania no, pero sé que en la Argentina es “popular”. Me lo contó una amiga argentina que vive en Berlín. En Alemania no es reconocida como una buena obra. Al contrario, se dice que es mediocre.

–¿Por qué?

–Porque sus personajes representan tipos, cada uno tiene su punto de vista y confronta y discute desde ese lugar. No representan caracteres reales, más cercanos a las personas. Esta es una obra de tesis, como Casa de muñecas y Espectros.

–Se ha dicho que el discurso del Doctor Stockmann se corresponde con lo que entonces podía ser una respuesta de Ibsen a la sociedad. ¿Se trata de un malentendido? ¿Cuál es su opinión?

–No tengo certezas, pero circula la hipótesis de que era una respuesta a los ataques que sufrió el día del estreno de Espectros en Berlín, en 1881. No tuvo éxito. La obra fue prohibida y se sintió mal, muy frustrado. Su reacción era como la de Stockmann. Este médico creía traer con él una verdad, pero su verdad no tenía chance.

–Stockmann habla de podredumbre y corrupción...

–De la chatarra de la sociedad. Un aspecto de este personaje es su ingenuidad. Se comporta como un niño ofendido y ve al mundo dividido entre lo bueno y lo malo.

–El mal y el bien eran temas que se trataban en época de Ibsen, como hoy los de la desocupación y la crisis económica. Realidades que vienen castigando a los países europeos... ¿Cómo se vive en Alemania? ¿De qué manera afecta al país? ¿Alemania sigue recibiendo inmigrantes?

–Tenemos conciencia de lo que pasa, pero en Alemania no hay crisis, y yo estoy muy contento de que haya muchos extranjeros en Berlín. ¡Les pido a los extranjeros que se queden y no nos dejen solos con los otros alemanes!

–¿Es una ironía?

–No, ninguna ironía, es la verdad. No, ¡por favor! No estoy en contra de la inmigración. Berlín es una ciudad internacional y de artistas, como lo era Nueva York en los años ’70 y París en los ’60. No hablo de los empleados turcos, pero, por supuesto, reconozco el problema de la inmigración, que es mundial. En realidad, el problema está en las grandes diferencias entre países pobres y países ricos. Si en el continente africano la gente viviera mejor, no se arriesgaría a perder la vida, como pasó en el naufragio frente a la isla italiana de Lampedusa.

–Volviendo al teatro, ¿cuál será su próximo estreno?

–Las pequeñas zorras, de la escritora estadounidense Lillian Hellman.

–Esa es una obra poco representada, aunque famosa cuando pasó al cine (una película de culto, que en la Argentina se tituló La loba).

–Por eso quiero hacerla. ¡Ya era hora! Será un estreno en la Schaubühne.

Ein Volksfeind (Un enemigo del pueblo, de Henrik Ibsen).
Dramaturgia: Florian Borchmeyer.
Escenografía: Jan Pappelbaum.
Dirección: Thomas Ostermeier.
Lugar: Sala Martín Coronado del Teatro San Martín, Av. Corrientes 1530.
Funciones: hoy y mañana, a las 20.
Duración: 150 minutos.

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