TEATRO › ENTREVISTA A LA ACTRIZ Y DIRECTORA AUSTRALIANA MOIRA FUNICANE
La Caja de la Gloria de Finucane & Smith, cocreado con la directora y dramaturga Jackie Smith y que puede verse en La Trastienda, es una explosión de imágenes y cuadros superpuestos que mantienen al espectador alerta durante noventa minutos.
› Por Paula Sabatés
Veinte años atrás, mientras hacía tiempo en un aeropuerto en su Australia natal, Moira Funicane decidió renunciar a su estresante trabajo como científica y abogada. Incrédula, la amiga que la acompañaba le preguntó qué pensaba hacer y bromeando le contestó que iba a probar con la actuación. El chiste no quedó ahí: al tiempo hizo un casting y obtuvo el papel protagónico en una obra, experiencia que luego la impulsó a dirigir ella misma un espectáculo. Así, poco a poco fue incursionando en las artes escénicas, buscando un estilo y una forma de trabajo propios. Hoy, la australiana es considerada por la crítica de numerosos países como la “reina de la provocación”, título que defiende en cada nuevo espectáculo que emprende. En el marco del FIBA, tendrá la posibilidad de demostrarlo con La Caja de la Gloria de Finucane & Smith (Finucane & Smith’s Glory Box), uno de los más aclamados shows de la dupla artística que conforma con la directora y dramaturga Jackie Smith. Quedan funciones para mañana a las 22.30 y el domingo a las 20 en La Trastienda, Balcarce 460.
El espectáculo es una verdadera varieté, una explosión de imágenes y cuadros superpuestos que mantienen al espectador alerta durante los noventa minutos que dura el show. Según la artista, “La Caja de la Gloria fusiona club nocturno con espectáculo de seducción, exótico arte en vivo, circo salvaje y sensacional cabaret”. Así, se trata de un verdadero banquete por el cual desfilan actores, cantantes, bailarines y distintos performers de circo y donde se mezclan sonidos rockeros, música gótica y danza inspirada en el expresionismo alemán, entre otras expresiones. Tiene como objetivo seducir a los espectadores, “que tomen una copa de champagne mientras ven cosas que nunca vieron en su vida”, tal como cuenta Funicane. La idea surgió cuando Finucane y Smith estaban en la galería de un club nocturno del sur de China “mirando cómo la lluvia generaba que cientos de faroles rojos se balancearan como medusas entre las ramas de un árbol gigante”. Entonces se les ocurrió abrir un salón “de lo extraordinario y lo clandestino, de lo inolvidable y lo indefinible”, que fuera tan seductor como revolucionario. La primera función ya tuvo entradas agotadas y desde entonces el show ha realizado más de 50 temporadas internacionales, por las cuales recibió numerosos premios y reconocimientos, entre ellos seis galardones en los Green Room Awards de Australia.
“Dicen que la gente no está lista para este show. Yo creo que sí lo está, porque los públicos de todo el mundo aman ser desafiados, provocados y tenidos en cuenta. Eso se nota en cada show que hacemos en cada lugar del mundo, desde un desierto perdido hasta una enorme ciudad”, asegura la artista a Página/12, antes de enfrentarse por primera vez al público latinoamericano.
–Dijo en una entrevista que este show era “un discurso de humanidad disfrazado de club nocturno”. ¿En qué sentido?
–Soy muy apasionada de los derechos de las personas, no sólo de aquellos que bogan por la comida y el techo, lo cual es extremadamente fundamental, sino también por los derechos a tener oportunidades, a tener educación, libertad y felicidad. Cuando creamos este show, estaba trabajando en un proyecto importante sobre violencia doméstica y conocí mucha gente muy triste, muy sufrida, pero con mucha capacidad y voluntad para cambiar y ayudar a otros con su ejemplo. Eso me inspiró a la hora de crear el show y tomé mucho de esa gente al diseñarlo. Además, creo que el entretenimiento es una fuente enorme de energía que brinda amor a la gente. Por eso, parte de lo recaudado, incluso ahora en la Argentina, siempre va destinado a ayudar a organizaciones de derechos humanos. Es una política de la compañía que si la gente viene a nuestro show viene a divertirse, a pasar un buen momento y a contagiarse de alegría, entonces el dinero ganado debe ser usado para que otras personas también puedan estar alegres y libres.
–Suele decirse que sus trabajos desafían los géneros. ¿Busca eso?
–Mi formación fue en la ciencia y en las leyes, de modo que nunca tuve una formación artística. Por eso, cuando llegué a las artes no diferenciaba entre arte bajo y alto, sino que todo lo que me atraía eran trabajos que fueran poderosos y hermosos, ya se tratara de un libro, una obra, o una muestra de artes visuales. Luego de años de trabajar en esto sigo pensando igual y me sigue atrayendo lo poderoso, lo que tiene mucha fuerza. Entonces, cuando con Jackie creamos nuestros trabajos, nos guiamos por ese criterio, elegimos artistas de distintas formaciones que reúnan esas características, sin importar qué estilo hacen o en qué se especializan. Mezclando todo para hacer banquetes, sin fijarnos en los géneros, porque así es como me siento respecto del arte.
–¿Qué es para usted provocar en el arte?
–Para mí, los artistas más provocadores de todos son aquellos que abren su pecho y muestran su alma, lo más profundo de ella. Cuando alguien comparte eso tan profundo no puede no ser un provocador, independientemente de que lo que se muestra sea algo muy doloroso o una hermosa canción del alma. Porque lo provocador en sí es tener el coraje de expresarle ese interior a una audiencia, confiar en ella para entregarle semejante tesoro.
–¿Cómo funciona la sociedad artística entre Jackie Smith y usted?
–Jackie tiene formación teatral, es dramaturga y su trabajo es siempre muy naturalista, muy real. El mío, en cambio, es extravagante, presenta miles de imágenes a la vez. Trabajamos juntas desde hace quince años y seguimos creyendo que lo atractivo de nuestra unión es la tensión que se genera entre su minimalismo y mi extravagancia, entre la observación y la provocación. En general, ella es la dramaturga y la directora y yo la creadora e intérprete, pero la separación no es tan tajante porque ambas vemos cosas distintas en el trabajo y esas dos visiones tienen sentido sólo cuando se unen.
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