Jue 05.12.2013
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TEATRO › MARTíN FLORES CáRDENAS Y SU OBRA ENTONCES BAILEMOS

A pesar de todo, es amor

Con un relato coral a cargo de cuatro protagonistas, la obra que se presenta en El Camarín de las Musas es un inventario de dolores causados por el corazón. Pero su responsable afirma que el dolor también sirve para atraer el humor y la belleza.

› Por Cecilia Hopkins

Una vez más, el mundo country define un espectáculo del dramaturgo y director Martín Flores Cárdenas. Como sucedió en Quienquiera que hubiera dormido en esta cama, sobre textos de Raymond Carver, y en Mujer armada, hombre dormido, en Entonces bailemos, su última creación, la atmósfera de una road movie en suelo estadounidense vuelve a teñir los climas que habilitan los discursos de los personajes que animan esta suerte de inventario coral, realizado en base a tormentosas situaciones de pareja. Como si estuviesen compitiendo, cada uno de los cuatro narradores (Florencia Bergallo, Laura López Moyano, Marcelo Mininno y Javier Pedersoli) toma la palabra para contar una experiencia desafortunada (y siempre con aristas risibles) que intenta opacar la anterior en cuanto a su tono desenfadado e irónico, y a la vez doloroso. El quinto personaje, a cargo de Julián Rodríguez Rona, es un cowboy que, guitarra en mano, realiza un comentario en inglés sobre cada historia y marca así el ritmo del conjunto de relatos inspirados, según afirma el autor, en la traducción literal de la frase “fall in love” (“estar enamorado”), “caer en amor”. “La presencia del country tiene que ver con el mundo ficcional al que remite este tipo de historias en la literatura”, explica Flores Cárdenas a Página/12, “y es que, para mí, esta obra está muy cerca del mundo de Shepard, Wolf y Cheever, como de Carver, Bukowski y Kerouac”, según enumera. La obra puede verse los sábados a las 23 en El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960).

–¿Cómo trabaja sus textos, en soledad o con los actores, ya con la idea en desarrollo?

–Los textos los trabajo solo, pero luego los llevo al ensayo y los pruebo. A mí no me parece buena idea que el actor “acomode” el texto a su conveniencia sin haberlo trabajado lo suficiente. Creo que la posible “incomodidad” que le puede traer al actor un texto o una palabra muchas veces puede funcionar como combustible para el trabajo.

–¿De dónde le viene la fascinación por el mundo country?

–En mi casa siempre se tocó la guitarra. Mis hermanos estudiaron con un profesor... Yo no. Pero igual aprendía. Cantaba con ellos. Y siempre en las guitarreadas, en las que se tocaba de todo, el country se prestaba para jugar un poco más. Era imposible cantar esas canciones sin impostar la voz y acompañarlas de toda una actitud.

–Una actitud que también está presente en el personaje que en la obra solamente canta...

–Sí, la figura del cowboy y su guitarra, el macho sensible, misterioso... Capaz de conmoverte y herirte de muerte. Algo que nos llegaba vía Hollywood. Vi mucho western de chico. Los tipos mataban indios, se mataban entre ellos, maltrataban a las mujeres y sin embargo el cine norteamericano los presentaba al mundo como héroes. El personaje del cowboy quizá representa todo lo que los hombres de esta obra quisieran ser. Y lo que ellas desearían tener al lado.

–La frase fall in love y su traducción literal fue una suerte de disparador de la obra. ¿Porqué pensó en inglés?

–Bueno, por un lado el cowboy canta country. En inglés. Y la idea de “caer” en amor me parecía más acorde como síntesis. Estar “enamorado” suena más dulce, meloso. Caer, en cambio, suena a pisar el palito, a trampa. Se vincula más con el fracaso, el derrumbe.

–A pesar de la violencia, la promiscuidad y los celos asesinos que la atraviesan, ¿en esta obra se habla de amor?

–Sí, Entonces bailemos es una obra de amor. Porque para mí el amor es de quien lo siente y cada relación tiene un estilo propio formado por las partes que la componen.

–¿Por qué en la obra no hay una historia que llegue a buen puerto?

–La verdad es que vincularme con el dolor o la violencia, con humor, siempre me resulta atractivo. Me interesa el teatro, o cualquier arte en realidad, que con humor o belleza me acerca al dolor. Mucho más que el que muestra relaciones que avizoran “mejores puertos”. No hago un juicio de valor al respecto. Supongo que es mi manera de vincularme con el dolor y aceptarlo.

–¿Por qué el nombre?

–Bailar es una alternativa posible para estos personajes, algo que pueden hacer juntos y salir ilesos. Como si dijesen: amar no nos hizo bien... Entonces bailemos.

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