TEATRO › MARIANO TENCONI BLANCO Y SU OBRA LA FIERA
El autor de Lima Japón Bonsái y Quiero decir te amo incursiona ahora en el unipersonal con un espectáculo protagonizado por Iride Mockert que reformula un viejo mito tucumano para hablar de la violencia de género y la trata de blancas.
› Por Paula Sabatés
Desde que empezó a escribir historias, Mariano Tenconi Blanco supo que quería dejar con ellas un mensaje social. Así, en Lima Japón Bonsái (2011) reescribió una acción del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru que tuvo lugar en la capital de Perú, y en Quiero decir te amo (2012) se metió con el amor y la pasión entre mujeres, lo que despertó distintas reacciones entre el público. Ahora, el joven dramaturgo incursionó en el unipersonal con La Fiera, espectáculo que está presentando y por el que ganó recientemente el Premio Teatro del Mundo en la categoría Dramaturgia. En él explora y reformula el mito tucumano del hombre tigre, según el cual quien baile sobre el cuero de un yaguareté se convertirá en el animal. Con ese disparador, Tenconi Blanco delineó una mujer-tigre que mata a sus víctimas en venganza por otras mujeres. Con esa excusa, también, se permite hablar de la violencia de género y la trata de blancas, problemática tan presente en el norte del país.
La pieza es protagonizada por la talentosa Iride Mockert, una actriz que viene pisando fuerte en la escena porteña (este año protagonizó cinco obras, entre las que se encuentra Los áspides de Cleopatra, aún en cartel en el Teatro San Martín). En La Fiera, Mockert es esa mujer-tigre que deja al descubierto la cantidad de heroínas anónimas que conviven en la sociedad. Además de contarle al público sus andanzas en una tonada tucumana que Tenconi armó para ella, la actriz canta en vivo, acompañada por los músicos Ian Shifres y Sonia Alvarez. Su voz y su cuerpo bastan para que, a partir de su relato y las letras de las canciones, el público se imagine la selva y también a cada una de sus víctimas, que nunca aparecerán en escena.
La puesta presenta una estética de comic y hip-hop, que se evidencia en la escenografía (un cuadradito delimitado cual viñeta) y en el vestuario (Mockert usa calzas azul eléctrico, por ejemplo). “Me interesaba que el escenario no fuera narrativo, primero porque nunca íbamos a poder dar cuenta de la selva, y segundo porque me parece más interesante dar fomento a la imaginación, dejar el espacio para que el espectador se imagine la selva y el baño con olor a pis. Eso es mucho más potente, y a partir de eso surgió la idea de generar un código análogo que dialogara con esa imaginación”, cuenta a Página/12 el director y dramaturgo.
–Consideré que era mejor no hacer el tucumano de forma fiel para que no se pudiera medir en términos de si estaba bien o estaba mal. En cambio, me pareció mejor tomar las cuestiones más ricas de esa habla, pero a partir de eso generar otro lenguaje, uno literario, uno propio de La Fiera. Por supuesto, el resultado tiene un alto componente de tucumano porque busqué bastante en foros, pero también tiene mucha musicalidad.
–Me parece un recurso hermoso. Me gusta muchísimo la música y como espectador me conmueve cuando se escucha en vivo en el teatro. Además disfruto mucho de trabajar con músicos, porque su trabajo es un mundo que desconozco completamente y hay algo de trabajar con lo que no controlo que me encanta. Sobre todo porque, aun desconociéndolo, siempre termina volviéndose un diálogo fructífero.
–Sí, coincido. No me interesaba que las canciones fueran un alivio. De hecho, algunas incluso le suben la energía a la obra por la cuestión rítmica y sonora. Lo que quise es que durante esas canciones La Fiera pudiera expresarse y contar cómo es ser un tigre. Por eso hay algunas muy tristes, que evidencian lo difícil que es su lugar porque su lucha es continua, nunca termina y no es lindo matar. También me interesaba que hubiera un contraste con las partes no cantadas. La Fiera es un personaje con ciertas limitaciones con respecto a la educación, y en cambio ese tigre que aparece en las letras es más sartreano, más existencialista, y puede hacer reflexiones sobre otras cosas.
–Sí, creo que el teatro puede tener un rol micropolítico. A mí, como espectador, el arte me ha modificado muchísimo mi manera de amar, mi pensamiento político, mi forma de ver la amistad, mi relación con el trabajo, entre otras cosas. Muchas de esas cosas están fundadas más en experiencias artísticas que personales. Entonces definitivamente creo que el teatro puede modificar a las personas y a sus concepciones, y por eso también escribo lo que escribo.
* La Fiera se verá hoy a las 21 en El Extranjero Teatro, Valentín Gómez 3378. Informes y reservas: 4862-7400.
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