TEATRO › ACONCAGUA, UN CICLO DE DRAMATURGOS JOVENES
› Por María Daniela Yaccar
Aconcagua, un ciclo de obras de pequeño formato, surgió con dos intenciones: por un lado, dar espacio a dramaturgos y directores jóvenes para que expongan sus creaciones –incluso a aquellos que todavía no mostraron nada– y, por el otro, nació para pensar épocas, décadas del siglo XX. Desde este jueves y hasta el domingo se verán en La Carpintería (Jean Jaurès 858) ocho obras breves, todas de distintos directores y dramaturgos, y con diferentes elencos, acerca de los ’50 y los ’90. Cada espectáculo dura apenas quince minutos y se desarrollará sobre un cuadrado de cuatro metros por cuatro, sobre una tela blanca. “Lo pensamos así por el vacío, para que se llene de sentido”, explica a Página/12 la actriz Alejandra Carpineti, una de las impulsoras de esta iniciativa.
La cosa parece rebuscada, pero no lo es tanto: el viernes y el domingo se verán cuatro obras sobre los ’50, y el jueves y el sábado, otras cuatro, sobre los ’90. Suceden una detrás de la otra. Cuatro mujeres jóvenes fueron las creadoras de Aconcagua: la dramaturga y directora Mariana Mazover, la vestuarista y escenógrafa Pía Drugueri, la actriz, directora y dramaturga Camila Peralta y Carpineti. Trabajaron con pautas, que entregaron tanto a los dramaturgos como a los directores invitados a participar. No sólo tenían que crear a partir de la misma época, sino que también todos los textos debían incluir una palabra clave (por ejemplo, la de los ’90 es Gabriela Sabatini). Los dramaturgos contaban con todavía más reglas: una determinada cantidad de personajes, los vínculos entre ellos y un universo espacial. Y la acción tenía que estar pensada para desarrollarse sobre un piso y un fondo blancos.
“Lo más interesante en relación con los ’90 es que estamos pensando una década de la que somos hijos”, subraya Carpineti. “Tenemos poca distancia histórica respecto de ese momento. Todos los imaginarios que aparecieron son muy distintos. Pero, a su vez, hay algo común: la crítica a esa época”, explica la actriz, que trabaja en La Carpintería. En cuanto a los ’50, abundan las referencias al cine de época. “Ninguno de nosotros vivió esa década. Es diferente. Aparece algo fuerte en torno a cómo nos llegaron. Son textos ligados al cine, pero ubicados en la costa atlántica”, dice Carpineti.
El jueves (desde las 21) y el sábado (desde las 22.30) se verán La curva de Sarapistón, con dirección y dramaturgia de Mariana Mazover; Notimagine, de Carolina Laursen y con dirección de Pablo Kusnetzoff; Uno en Miami sin retorno, de Tadeo Pettinari, dirigida por Lala Mendía, y Daytona, de Brenda Kreizerman y con dirección de Martín Urbaneja. El viernes (a partir de las 22.30) y el domingo (desde las 21) se verán La patria liberada, de Ariel Pichersky y con dirección de Gabriela Saidón; Mariquita y el Sr. Thompson perdidos en el peronismo, de Sebastián Romero y dirigida por Juan Miño; Una india en el lobo, escrita por Natalia Villamil y dirigida por Camila Peralta, y Fue premonitorio, de Damián Valgiusti y con dirección de Hernán Grinstein.
“El ciclo surge para convocar dramaturgos y directores que quizá no tienen un espacio de trabajo porque se están iniciando en su labor. Muchos dramaturgos son jóvenes, menores de 35 años, y no tienen estrenados textos. Esto es como un juego, queríamos que cada uno dirigiera en función de consignas comunes. En menos de un mes cada grupo montó sus obras”, cuenta Carpineti. Y concluye: “Siempre es más la gente que tiene cosas para hacer que los lugares físicos para mostrarlos: hay muchas salas, pero no en todas se puede bancar una temporada que no sea ciento por ciento exitosa”. Tienen pensado que el ciclo vuelva en marzo, los domingos. Y piensan repetirlo con otras décadas.
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