A diez años de su estreno, y luego de haberse realizado en España, Suiza, Brasil, Chile, Australia, México, Uruguay y Venezuela, Javier Daulte reestrenó en la Argentina su obra ¿Estás ahí?, que subió a escena por primera vez en 2004 en el Teatro Nacional Cervantes. Con el mismo elenco que en aquella oportunidad, integrado por Gloria Carrá y Héctor Díaz, la pieza que el dramaturgo y director escribió por encargo para un festival londinense se puede ver ahora en El Picadero. En ella se narra la historia de Ana y Fran, una pareja que acaba de mudarse a un departamento que ya está habitado por un hombre invisible. La obra es una comedia de intriga y amor, elementos característicos de la obra de Daulte, y tiene recursos de mucha experimentación que se mantienen también en esta versión, pese a hacerse en un teatro más grande y con más producción.

“Esta es una de las obras que más disfruto y que más puertas me abrió. Tenía ganas de volver a montarla acá, sobre todo porque hay mucha gente que en los años que la hicimos en Buenos Aires no pudo verla. Por suerte habla de un tema al que no le afecta el paso del tiempo, porque es universal”, cuenta a Página/12 el director, que este mes volará a México para dirigir allí una versión de la misma pieza. “El elenco se repite porque Gloria y Héctor son de esos actores con los que nos volvemos a elegir siempre. No sólo somos amigos sino que además tenemos coincidencias respecto de lo que nos interesa hacer y mostrar en teatro”, completa Daulte, que además está dirigiendo ¿Quién es el Sr. Schmitt? en el Paseo La Plaza.

–¿Cómo fue volver a dirigir a los mismos actores en el mismo trabajo?

–Estuvo muy bueno. De parte de ellos había mucho temor de no poder recuperar lo que se había logrado cuando estrenamos, de haber olvidado cómo era el movimiento de la obra. Pero como yo la monté varias veces después de esa experiencia, siempre la tengo muy fresca. Por supuesto, volvimos a hacer toda la escenografía, todo el vestuario, volvimos a ensayar. Fue una oportunidad para mejorar aquello que se podía mejorar y recuperar lo que nos parecía bien de la versión anterior.

–Desde su estreno en 2004, muchos espectadores interpretaron que la obra habla de los desaparecidos, a propósito del personaje invisible. ¿Cómo toma esa lectura?

–Me parece que es una lectura absolutamente admisible. La verdad es que no fue mi intención, al menos consciente, hablar de ese tema. Pero uno está atravesado por la realidad en la que vive y es inevitable que eso impregne la obra de uno. Si no hubiese vivido esa realidad argentina tan dolorosa, quizá no habría escrito esta obra.

–Aquella primera versión se hizo en el circuito independiente. ¿Ahora es más comercial?

–No diría que del todo comercial. Creo que El Picadero es un teatro un poco intermedio, por su tamaño, por su capacidad de espectadores, y eso era lo que nosotros buscábamos para esta temporada. Queríamos una sala donde entrara mucha gente, pero que a la vez diera una sensación de intimidad, y no hay muchas otras salas así. Después, las cuestiones estéticas relacionadas con los trucos que tiene la obra los mantuvimos, porque la pieza así lo requiere. Hay un hombre invisible, pero los actores son los que lo tienen que crear a través de la magia de la actuación. En ese sentido no queríamos efectos sofisticados, ni caros, sino eficaces, que es otra cosa, tiene que ver con la experimentación.

–Hablando de experimentación, ¿siente que la pierde cuando hace obras más comerciales?

–Es algo que me dicen y preguntan a veces y lo entiendo perfectamente. Particularmente siento que uno va evolucionando y mutando, y que todo suma. Todo lo que pude experimentar con relación al lenguaje teatral con obras como ¿Estás ahí? o Nunca estuviste tan adorable es algo que me ha ayudado a crecer. Por otro lado, lo que he aprendido en el teatro comercial me enriquece mucho también. Ese circuito me permitió conocer otros aspectos respecto del fenómeno teatral sobre los cuales yo también tenía muchos prejuicios. Estoy contento con la evolución de mi trabajo, porque no hago nada que no me guste.

–Paralelamente a esta obra dirige ¿Quién es el Sr. Schmitt? ¿Qué puede decir de ella?

–Es una obra interesante porque plantea a la vez un absurdo muy gracioso y una situación muy angustiosa para el personaje protagónico. Está planteada en un tipo de lenguaje muy divertido, pero que en el fondo es desesperante y ese contraste es muy potente. La obra es muy filosófica, pero no tiene nada discursivo sino que está resuelta de una forma muy teatral. Todo se desarrolla a través de situaciones y acciones y eso está muy bueno.

–Es la cuarta obra francesa que se monta en la calle Corrientes entre el año pasado y éste. ¿Casualidad?

–Hay una creencia muy extendida de que sólo se hacen obras norteamericanas en el teatro comercial, y la verdad es que no es así. Yo dirigí obras francesas, holandesas, mexicanas. Está buenísimo que pase eso porque en todo el mundo se produce buen teatro. Sé también que hay un reclamo en el medio porque se hagan obras de autores argentinos en el teatro comercial. Yo creo que eso no sucede porque hay algo de la tradición dramatúrgica que se perdió. Los autores nacionales no sabemos escribir para el teatro comercial, y me incluyo. Eso no quiere decir que la dramaturgia argentina sea mala, sólo que no encontró cómo ir por ese lado. De todos modos confío en que esto se va a evolucionar. Creo que va a venir una generación que va a sorprendernos.

¿Estás ahí? se ve de jueves a sábados a las 22.45 en El Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857.

¿Quién es el Sr. Schmitt? va los miércoles y jueves a las 20.45, los viernes a las 20, los sábados a las 22 y los domingos a las 21 en Paseo La Plaza, Corrientes 1660.