Sáb 04.10.2014
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TEATRO › FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO PARA NIÑOS Y JOVENES

Enseñar y aprender en escena

Desde la apertura, con el espectáculo Vínculo –dirigido por Walter Cammertoni, contó con la participación de 60 intérpretes, todos ellos, abuelos y nietos–, una de las motivaciones conceptuales del festival es potenciar los lazos intergeneracionales.

› Por Cecilia Hopkins

Desde Córdoba

A sala llena y en simultáneo, tanto en Córdoba capital como en varias localidades del interior de la provincia arrancó la programación de la séptima edición del Festival Internacional de Teatro para Niños y Jóvenes. El público que colmó el patio de la estancia jesuítica de Colonia Caroya aplaudió la actuación del actor italiano Gianfranco Berardi que ofreció en Io provo a volare una historia ligada al teatro y la canción popular, en tanto que con igual entusiasmo fue recibido en Carlos Paz el espectáculo interactivo Magic Bubbles, de Israel; del mismo modo, en la capilla histórica de Río Ceballos, fue recibida la obra Provocaciones, propuesta de danza para niños que trajo el grupo uruguayo Verdanza. En la capital provincial, por su parte, la apertura de la muestra tuvo lugar en el Teatro Real, escenario oficial que mostró en su sala mayor un espectáculo –Vínculo– que hizo foco en una de las motivaciones conceptuales del festival, los lazos intergeneracionales. Bajo la dirección del coreógrafo Walter Cammertoni, Vínculo contó con la participación de 60 intérpretes, todos ellos, abuelos y nietos, de diversas edades. El montaje contó con variadas escenas en las cuales la imagen condensó ideas y sentimientos. Dos de las más comentadas fueron el telón realizado con barriletes de papel traslúcido que cerró la obra y el cuadro inmóvil formado por cuerpos no completamente vestidos que “mostraron la belleza y la poesía que todos tienen en cualquier momento de su vida”, según explicó Cammertoni en la entrevista con Página/12.

La obra fue creada a partir de las improvisaciones generadas por un grupo concertado entre el festival, la Caja de Jubilaciones, Pensiones y Retiros de la provincia y el Espacio Socio-Cultural para adultos mayores Arturo Illia. El espectáculo resultante se articuló en una obertura, ocho escenas y una coda, con proyecciones, canto, danza y actuación. “Vínculo es el resultado de un trabajo profundo y sensible de una treintena de encuentros en los que se procuró componer una pieza teatral a partir de las propias inquietudes, voluntades y experiencias compartidas por los participantes”, detalló el director.

–¿Cómo surgió el proyecto?

–Siempre pensé que desde la danza se puede hacer un aporte social. Pero cuando me convocó Raúl Sansica, el director del festival, y me explicó la idea de espectáculo que quería realizar con mi dirección, tuve dudas porque yo nunca había trabajado antes con niños ni con adultos que no fueran bailarines o actores profesionales. Pero enseguida me enamoré de la idea. Comencé a pensar en escenas e imágenes y, a lo largo de los ensayos y el aporte del grupo, el espectáculo fue tomando forma. También fue importante el apoyo de psicólogos y gerontólogos que me aconsejaron cuando tuve dudas y me acercaron bibliografía que me resultó muy valiosa.

–¿Cómo generó el material que mostró la obra?

–Vínculo fue una experiencia muy honesta porque nadie hizo en escena lo que no sabía hacer. Los cuadros se fueron armando en base a juegos, ejercicios de contacto, improvisaciones teatrales y textos de los mismos participantes. Se trabajó desde las sensaciones y los recuerdos y el acento estuvo puesto en la imagen y el sonido, esenciales para lograr que el pensamiento dejara lugar a las emociones. La idea de que el grupo debía divertirse siempre estuvo presente: nadie debía sentir que estaba trabajando ni que era expuesto a exigencias o rigores para llegar a un resultado.

–¿Qué características tuvo el elenco?

–Las edades de los participantes va de los cinco a los 81 años. Veinticinco son nietos, los demás son mayoritariamente abuelas. Fue muy emocionante porque había personas que no solamente no habían pisado nunca un escenario, sino que no habían entrado nunca a un teatro. Se portaron como profesionales, a pesar de los nervios y el susto que lógicamente pasaron.

–¿Cuáles fueron las principales motivaciones?

–Cada escena tuvo su propio espíritu. Cuando la abuela baña en un fuentón a su nieta, el abuelo enseña a bailar vals, y a la vez aprende a moverse como si estuviese en una discoteca, o varias generaciones juegan con un mismo objeto, lo que quisimos expresar es el valor de las demostraciones de afecto y gratitud, el regocijo que implica la experiencia de enseñar y de aprender unos de otros y la generosidad del compartir.

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