TEATRO › MARIA ISABEL BOSCH Y EL ESTRENO DE LA MANCHA INDELEBLE
La nieta del escritor y ex presidente de la República Dominicana Juan Bosch puso en escena una versión unipersonal de su último cuento, de 1962. Integrante del grupo Tibai Teatro, María Isabel puso su cuerpo como “canal de la matriz recurrente en nuestra historia”.
› Por Cecilia Hopkins
Vivir condenado o bajo la sombra de la sospecha en un ámbito dominado por el autoritarismo: ése es el tema del último cuento de Juan Bosch (1909-2001) escritor y ex presidente de la República Dominicana. Publicado en 1962, “La mancha indeleble” describe una situación entre el absurdo y lo fantástico: por propia iniciativa un hombre entra a una lujosa sala donde una voz le ordena que debe entregar su cabeza, tal como hicieron los visitantes que lo precedieron. El terror a perder sus pensamientos y recuerdos impulsa al hombre a huir y permanecer oculto unos días hasta que, tomando un café, alguien lo reconoce. El miedo a ser delatado lleva al hombre a volcarse la taza encima, origen de la mancha a la que el título alude. Con el mismo nombre, acaba de subir a escena en Silencio de Negras (Luis Sáenz Peña 663) una versión unipersonal del texto, interpretada por María Isabel Bosch, nieta del escritor, integrante del grupo Tibai Teatro, con dirección de Verónica Vellón y la propia intérprete.
Desde hace años radicada en la Argentina, Bosch ya estrenó varios unipersonales (Las viajeras, Contando a mi abuelo), todos ellos basados en un intenso trabajo físico y vocal. “Ese cuento con ganas de refregarle al mundo sus debilidades –afirma en la entrevista de Página/12– me llamaba, me incitaba a que dejara que mi cuerpo fuera el canal de la matriz recurrente en nuestra historia.”
–¿En qué época escribió su abuelo este relato?
–En 1961, la tiranía de Trujillo había terminado después de 31 años en el poder, de los cuales 24 estuvo mi abuelo dando vueltas por Latinoamérica. Fue en su largo exilio cuando escribió La mancha... Aunque Bosch decía que el significado último era exclusivamente político, el cuento consigue hacernos sentir el desasosiego y la intranquilidad propios de una época en la que el hombre occidental comprendió, más que nunca, su indefensión frente a las estructuras de poder.
–En la transcripción teatral, la mancha ya no alude al autoritarismo de un partido político sino que su sentido se expande...
–En el cuento, el hombre huye de una entidad sin nombre, de un organismo superior que le produce un miedo escalofriante y que según se descubre al final del cuento es el partido. Desde el universo explorado y hallado por nosotros, la mancha indeleble habla de deshonra, ultraje, infamia, mancilla. Así que llegamos a la conclusión de que nuestro personaje reconstruiría su pasado, presente y futuro una y otra vez, para así tratar de limpiarse esa mancha que no se ve, pero que está en la mente de los que nos observan, esa mácula que nos marca y no podemos hacer desaparecer, en un tiempo donde todo lo que nos rodea nos empuja a entregar nuestras cabezas y a ser definidos por otros.
–¿Considera que a los argentinos les cuesta elaborar un pensamiento independiente?
–Yo creo que el ser humano es lo que es sin importar su lugar de origen. Claro que hay ciertas particularidades que condicionan: el clima, la memoria de los pueblos, sus mezclas, claro que sí... Pero, en el caso de mis dos países, pues ya a éste lo considero también mío, creo que a pesar de las coordenadas, somos naciones con una historia en común. Latinoamérica es, como decía Pedro Henríquez Ureña, una Magna Patria y los discursos personales en la idiosincrasia de estos pueblos son parecidos. Siempre estamos buscando pertenecer a un grupo que piense por nosotros y nos ayude a soportar esta agonía que es la existencia. Así que, ya sean equipos de fútbol o béisbol, iglesias o templos, partidos políticos o grandes multinacionales con tentáculos en nuestras tierras cualquiera que nos seduzca a darles nuestra neuronas para no sentirnos tan solos serán nuestros grandes aliados para definirnos y definir ese pensamiento del que me hablas, sin importar cuál es nuestro país de origen.
–Más allá del vínculo afectivo, ¿qué tienen sus narraciones que siguen inspirándole montajes teatrales?
–Nuestro grupo Tibai Teatro ha venido investigando, desde hace ya varios años, sobre la creación de montajes unipersonales a través de textos narrativos. En mi caso, he elegido textos escritos por un señor que fue mi abuelo, y por lo tanto, cuando los trabajo, resulta que me embarco en una especie de viaje telúrico a los rincones más escondidos de mi mapa genético. “La mancha...,” que para los grandes analistas y críticos literarios viene a hablarnos de lo que es el autoritarismo, la despersonalización, la alienación, sin importar las particularidades y convicciones propias, nos seducía. El mundo político y comercial, de manera más clara cada vez, queda representado por tales imágenes literarias. Nos va envolviendo e hipnotizando para ir despojándonos de nuestra libertad y convertirnos en máquinas repetidoras, sin nombre, ni recuerdos, ni emociones.
* La mancha indeleble, Teatro Silencio de Negras (Luis Sáenz Peña 663), domingos a las 19.
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