Mar 17.11.2015
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TEATRO › LUCIANO CáCERES Y PEQUEñO CIRCO CASERO DE LOS HERMANOS SUáREZ

“Yo soy de poner el cuerpo”

El actor disfruta la experiencia cooperativa de dirigir una obra que reúne a un elenco habituado a las grandes luces. Y destaca los valores del texto del prolífico dramaturgo Gonzalo Demaría, a quien señala como “uno de los mejores dramaturgos que tenemos”.

› Por Paula Sabatés

Luciano Cáceres es uno de los actores que siempre tienen trabajo en televisión, cine o teatro comercial, y también uno de los que se hacen un tiempo para “alimentar al alma” y dedicarse al teatro alternativo. Con un elenco de intérpretes que en su mayoría está en su misma situación, acaba de estrenar como director Pequeño circo casero de los hermanos Suárez, obra del prolífico dramaturgo Gonzalo Demaría, que se verá por pocas funciones en el Centro Cultural San Martín. La obra es protagonizada por Luciano Castro, Marco Antonio Caponi, Marita Ballesteros, Gonzálo Suárez, Fernando Sansiveri y Matías Teres y es, para el director, “una tragicomedia muy virulenta que parece terrible, pero que al final deja un pequeño mensaje esperanzador”, según cuenta a Página/12.

Fiel al estilo original de Demaría, un autor fuera de serie que siempre deslumbra con su propuesta dramática, la obra plantea el regreso al hogar del hijo “no pródigo, el débil, el tonto, el retardado”, que se fue con un circo escapando a su realidad y ahora vuelve a una casa donde el otro, el “resentido”, ahora no lo deja entrar. Este último se quedó con la maestra de primaria, que a su hermano siempre le gustó. Ahora, ambos (y todos los personajes) deberán redefinir su relación en un escenario en el que hay un payaso que figura como parte de pago, una casa en ruinas, sed de venganza y mucho dolor acumulado.

Cuenta Cáceres que tanto Castro como Caponi ya habían trabajado en una obra de Demaría (él también, de hecho es la tercera que dirige) y le pidieron al autor que les escribiera una obra para ellos. “Luego me ofrecieron que la dirigiera, lo cual me produjo muchísima satisfacción y responsabilidad. Al tiempo se sumó Marita, que enseguida leyó la obra y quiso participar, y luego el resto del elenco, con quienes también ya había trabajado. Ahí se armó toda esta banda”, dice el director, que diseñó la puesta en escena como si fuera en tres pistas de un circo itinerante, para generar un clima semejante: “En todas las escenas hay una tensión como si fuera la propia de una escena de circo. Los intérpretes están actuando, no son circenses, pero todos tienen en algún momento un número en el que pueden mostrar otra cosa, y todo ese engranaje y esa gran pelota forman ese pequeño circo, que es pequeño justamente porque todos son personas pequeñas, que esconden algo, un trauma o un dolor que los marcó”, detalla.

“Estoy en una etapa de crecimiento y aprendizaje. Dirijo hace 18 años y actúo hace 27. Realmente no me imagino haciendo otra cosa”, asegura el director, que también contó a este diario cómo es su modo de trabajo con los actores: “No soy de intelectualizar, soy de poner el cuerpo. Ni siquiera hago análisis del texto. Sí pienso las escenas y las trabajamos, pero hago una sola lectura del material con ellos, ya con letra sabida, y a laburar. Siento que ese trabajo de mesa a mí me da pereza, que quiero verlos con el cuerpo arriesgando porque ahí aparece el actor, en el cuerpo y en la voz”, sostiene.

–Esta es la tercera obra de Gonzalo Demaría que dirige. ¿Qué piensa de su escritura dramática?

–Me parece uno de los mejores dramaturgos que tenemos, primero porque tiene la capacidad de generar obras con personajes muy bien definidos, que en cada palabra cobran valor. La suya no es una obra que se sitúe en ese falso naturalismo al cual estamos bastante acostumbrados en nuestro teatro. Un teatro que está muy bien que ocurra, y que he transitado y posiblemente volveré a transitar, pero que en lo personal me agota bastante porque pienso que ninguna obra es una fotocopia de otra cosa. El, en cambio, tiene un recorrido único, muy particular, un mundo muy nutritivo en poética e imágenes y al mismo tiempo my posible, porque están tan bien definidos los roles, los personajes y el cuento a contar, que en cuanto se genera la complicidad con el espectador y se entra en el código de la propuesta, el teatro en sí se vuelve más interesante, además de una experiencia única.

–¿Cómo fue encarar un proyecto independiente con actores que en general están más acostumbrados al trabajo en teatro comercial o televisión, incluyéndolo?

–Mire, la gente más profesional, más talentosa, más capa y con una vida dedicada a esto es con la que mejor vas a laburar siempre, porque el que se ubica en lo que tiene que hacer es el mejor actor que te podría tocar como director. A nosotros nos unió el deseo, el placer, las ganas de trabajar juntos. Y eso, sumado a que están todos probándose en algo en lo que no están tan cómodos porque es algo que no hacen todos los días, es algo buenísimo, algo muy lindo y muy grato de ver y compartir. Está bueno tener este espacio para defender lo que uno es actuando y para mostrar qué otro actor se puede ser.

–En ese sentido, ¿cuál cree que es su rol como director?

–Conducir un camino. Si a nosotros nos cuesta confiar en nuestros dirigentes es porque es claro que no construyen caminos para que nos subamos todos y lleguemos al mismo destino. Lo que hacen es construir para que el que pueda entrar entre y el que no, no, lo que hace que mucha gente quede afuera del sistema. Obviamente que es una tarea que tiene su dificultad, pero es apasionante. Y ahora más, porque empieza otro camino para mí en el que ya no puedo operar más. El momento del estreno es una despedida para el vuelo propio. Obviamente están mis ideas y concepciones puestas ahí en el escenario, pero ahora que estrenamos ya me vuelvo espectador. Uno no virgen, obviamente, pero uno al que solo le queda ver desde afuera y disfrutar de la función.

–Teniendo en cuenta que la mayoría son actores que afortunadamente suelen vivir de la actuación, ¿cómo manejan el hecho de funcionar en cooperativa, desde el punto de vista económico?

–Es que siempre pensamos el proyecto en un horario y día alternativo porque sabemos que existe la posibilidad de que salgan otros laburos comerciales para estos terribles actores. Por eso lo pensamos como algo que alimente la felicidad interna, pero que a la vez no quite la posibilidad de que se gane un mango o se tenga un sueldo fijo por otro lado.

–¿Cómo ve, bajo esa lógica, la flamante Ley del Actor?

–Está buenísima. Hay que ver cómo se reglamenta, pero desde la primera vez que facturé en el Teatro San Martín como si fuera un proveedor o que tuve laburos sin aguinaldo y vacaciones ni aportes, sentí que era necesario algo así. Nosotros tenemos que cumplir horario y un contrato, saber la letra, y no tenemos relación de dependencia, y encima todos los demás que laburan en nuestro mismo medio sí lo están. Ahora hay que profundizar en cada caso y ver qué significa en la tele, qué en teatro y qué en el cine, estar en relación de dependencia. Pero está buenísimo.

* Pequeño circo casero de los hermanos Suárez tendrá funciones hoy, el nartes 24 y los miércoles 18 y 25 de noviembre a las 21 en el Centro Cultural San Martín, Sarmiento 1551.

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