TEATRO › GABRIEL FERNáNDEZ CHAPO DIRIGE LA OBRA EL FAMILIAR
El espectáculo que va los jueves en el teatro Tadrón, con entrada libre y gratuita, aborda históricamente las desapariciones de militantes en el norte argentino.
› Por Cecilia Hopkins
En el marco de la décima edición del ciclo Teatro x la Justicia, en la sala Gastón Breyer del Teatro Tadrón, (Niceto Vega 4802) con entrada libre y gratuita, todos los jueves a las 21.30 puede verse El familiar, obra de Oscar Vázquez, con dirección de Gabriel Fernández Chapo. Interpretada por Vivi Vázquez; Marcelo Vilaro; Lautaro Álvarez y Pablo Mounier, la obra hace foco sobre un mito rural de las provincias del norte argentino para referirse acerca de las desapariciones de militantes que buscaron desde los años ‘30 una mejora en las condiciones de trabajo en los ingenios tucumanos. La historia, que atraviesa varias décadas en el contexto de una misma familia de trabajadores, también apuesta a referirse a los devenires políticos y sociales del país en su conjunto.
A Fernández Chapo le interesa el teatro político, pero “cuando no ofrece sentidos cerrados, ya deglutidos por el creador”, dado que, según dice en conversación con Página/12, rechaza “propiciar efectos de redundancia pedagógica que caigan en posiciones maniqueas”. En el montaje de El familiar, el director afirma que se perciben las diversas aristas de los movimientos sociales, según pasan los años: “el anarquismo como punta de lanza para el reconocimiento de los derechos laborales; las organizaciones sindicales durante el peronismo; la lucha armada frente a las instancias represivas; los costos familiares de toda participación política”, enumera.
Aunque existe más de una versión, el mito de El familiar está centrado en una criatura lindante con lo demoníaco que otorga poder y dinero a quien prometa brindarle vidas humanas a cambio. En otros tiempos esta misma historia fue utilizada por capataces y patrones de establecimientos rurales de Jujuy, Salta y Tucumán para dar una explicación acerca de la desaparición de trabajadores o bien para amedrentar a las familias de los revoltosos. El director afirma que esa apropiación del mito está en directa sintonía con la actualidad.
–¿Cómo se entiende esa sincronía?
–En ambas épocas nos enfrentamos a una problemática de fricción o confrontación entre los hechos concretos, por un lado; y el relato, la enunciación o la representación –que en muchos casos es falsa, tergiversada o manipulada– de los mismos por parte de los mecanismos del poder. En aquellas décadas de lucha y en este presente que atravesamos hay una disputa por el plano de la enunciación, por la potestad de relatar y de instalar un discurso sobre los acontecimientos. Como si de alguna manera, en nuestras sociedades contemporáneas tan mediadas por los mecanismos del sistema la representación tuviera mayor entidad que la propia materialidad de los sucesos.
–Los ingenios comenzaron a cerrar en los ‘60 pero este fenómeno siguió ocurriendo.
–Yo acompaño la hipótesis de muchos especialistas en el tema que ven en el cierre de muchos ingenios azucareros a lo largo de las últimas décadas una práctica sistemática y planificada por determinados sectores empresarios, políticos y militares para favorecer la concentración de la actividad en pocas manos. La concentración corporativa en esta actividad facilita el poder de la patronal y la implementación de condiciones laborales menos favorables para los obreros, reduce la oferta laboral, y fija estrategias casi monopólicas de desarrollo de bienes tan esenciales como los que produce la industria azucarera.
–¿Esta historia sigue vigente para hablar del Tucumán de hoy?
–La historia de lucha (muchas veces trágica para sus impulsores) y de reivindicación de los derechos de los trabajadores sigue tan presente en el Norte Argentino que actualmente están en curso Juicios de Lesa Humanidad donde se investigan las responsabilidades y complicidades que el poder empresario tuvo en delitos y crímenes durante los años más oscuros del país.
–La obra también intenta hacer una referencia más amplia…
La provincia de Tucumán puede ser vista a modo de metonimia en relación a las tensiones y vicisitudes del país durante el último siglo. Baste citar que fue allí donde se pusieron a prueba muchas de las prácticas más nefastas de la represión del Estado y donde también se pensó que podía ser el bastión de resistencia y de constitución de ideales revolucionarios a cargo de diversos grupos y guerrillas.
–¿Cómo trabajó el desenlace de esta historia?
Buscamos que el sabor que quede luego de haber transitado una historia tan trágica sea esperanzador. Al final del espectáculo, nuestra protagonista, quien ha sufrido pérdidas familiares extremas, puede desarmar el discurso que manipulaba su condición. Creemos que el conocimiento es una instancia de resistencia y de resiliencia: el acceso a la verdad es el camino para transformar el dolor en crecimiento y superación.
* El familiar, Teatro Tadrón (Niceto Vega 4802) los jueves a las 21.30. Entrada libre y gratuita.
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