Mar 09.08.2016
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TEATRO › SER ELLAS, ESCENAS DE UN ENCUENTRO IMAGINARIO ENTRE EVITA, FRIDA KAHLO Y SIMONE DE BEAUVOIR

“Tres mujeres conectadas con su deseo”

La obra teatral de Erika Halvorsen tiene como intérpretes a Ana Celentano, Julieta Cayetina y Anabel Cherubito, que se ponen en la piel de estos iconos de la cultura universal. Lejos del cliché, los personajes se entregan a largos debates sobre política, amor y sexualidad.

› Por Candela Gomes Diez

Eva Perón, Frida Kahlo y Simone de Beauvoir se encuentran, se descubren y conversan. Cada una vivió su historia, pero la muerte las reúne para confesarse sus secretos y sus deseos, y para reflexionar sobre sus vidas y sus legados. Ser ellas es el nombre con el cual la escena teatral logra un encuentro que jamás se dio entre esas mujeres, iconos de luchas y pioneras de ideas.

Dirigida por Adrián Blanco, y escrita por Erika Halvorsen, la puesta vence el relato tentador del cliché y en su lugar ofrece personajes que se prestan a múltiples lecturas. Ana Celentano, Julieta Cayetina y Anabel Cherubito, son las encargadas de ponerle el cuerpo al desafío. En escena, interpretan a tres actrices que se ponen en la piel de Evita, Frida y Simone, y entre ensayos comparten lo que cada una siente sobre su personaje. Es ese desdoblamiento el que sorprende, al mismo tiempo que enriquece el proceso dramatúrgico.

Anabel Cherubito fue quien ideó el encuentro imaginario entre la dirigente social argentina, la artista mexicana y la escritora francesa. “Son tres mujeres a las que admiro –cuenta–. Yo soñaba con interpretar algún día a Simone de Beauvoir, y como uno no se puede quedar esperando a que le suene el teléfono para que le den justo el papel que quiere hacer, pienso que hay que generar proyectos propios. Decidí entonces montar la obra y hablé con Erika. A ella se le ocurrió que estas mujeres se encontraran después de muertas, y logró sacar su esencia, que era lo que yo quería que se viera. Todas fueron transgresoras, y nos allanaron mucho el terreno, porque cada una, desde su lugar, hizo mucho por las mujeres.”

En Ser ellas se reconstruyen los pensamientos y los deseos del trío femenino, al mismo tiempo que se narran sus vínculos amorosos con hombres trascendentes de la historia. Simone revela su amor libre con Jean-Paul Sartre. Frida confiesa su amor incondicional a Diego Rivera y el sufrimiento ocasionado por sus múltiples engaños. Por su parte, Evita recuerda su pasión por Juan Domingo Perón y por sus descamisados. Como resultado, la figura de las mujeres se impone por sobre la de los personajes en largos debates sobre política, amor y sexualidad, que a su vez actúan como disparadores para abordar temáticas actuales como el aborto, la maternidad y la infidelidad, siempre desde una mirada de género y feminista. Al respecto, Halvorsen reflexiona: “La mujer sigue siendo objeto de deseo y no se la toma como sujeto deseante, y estas tres mujeres estuvieron conectadas con su deseo”.

–¿Cómo se elaboró el texto?

Erika Halvorsen: –Yo ya había tenido la fantasía de juntar a Frida y a Evita, y había encontrado que ambas tuvieron en común un contacto con la actriz María Félix, entonces ahí ya sabía que tenía algo que las vinculara. Cuando hablé con Anabel y supe que su idea incluía a Simone pensé que ella podría haberse sentido atraída por Evita y Frida, y podría haber escrito un libro sobre ellas. Mi disparador fue, entonces, ver cómo sería una obra escrita por Simone, quien vivió muchos más años, y ahí encontré a otra mujer, Aurora Venturini, que fue colaboradora de Evita y, durante su exilio tras la Revolución Libertadora, fue huésped de Sartre y Simone. Había puntos de contacto, entonces imaginé que Aurora podría haberle contado a Simone sobre Evita. Comencé a armar una red entre estas mujeres. Hay muchas obras sobre encuentros imaginarios, y me parecía que lo interesante era bajar del bronce a estos personajes y buscar la identificación con las mujeres de hoy. Las tres fueron mujeres conectadas con su deseo, compañeras de hombres importantes de la historia. Como feministas que somos buscamos la igualdad, y nos interesaba mostrarlas en relación a esos hombres, a esos vínculos, y a sus deseos.

–¿De qué forma trabajaron sus interpretaciones? ¿Cómo fue el proceso de investigación de los personajes?

Ana Celentano: –En mi caso, el punto de partida fue con el trabajo que hicimos con el director, quien trabajó de manera muy minuciosa cada momento y cada palabra, y en esos intersticios uno iba poniendo toda la información que traía de su personaje. Cuando Erika me llamó, dudé, porque Evita ya está muy interpretada, y además es muy fuerte el imaginario de la gente sobre ella. No sabía qué podía aportar sobre este personaje, y lo que encontré rápidamente es que no importaba tanto eso, sino lo que pasaba entre estos tres personajes en el escenario. Eso era lo que le daba sentido al hecho de hacer a Evita. Lo que me gusta de esta Eva que traté de armar tiene que ver con la voz, y con el registro auditivo que tengo de ella y que me conmueve, porque creo que hay mucho de su alma en su voz, en su forma de hablar, y en su apasionamiento para expresarse. También creo que la obra devuelve una Evita muy inteligente. Hay mucho prejuicio machista sobre su figura y, si uno investiga un poco, ella no sólo fue la esposa de Perón que se hizo cargo de las cuestiones sociales, sino que fue una mujer que, por ejemplo, condujo la relación con los sindicatos, en el momento de su mayor auge y poder en la Argentina. Evita era quien iba a las asambleas, y hablaba con los dirigentes. La obra la muestra así, y le hace honor a esa inteligencia política. Su valor como mujer política está reflejado, y me hace sentir cómoda interpretarla así.

Julieta Cayetina: –Cuando una persona te genera tanta admiración es muy difícil interpretarla. Con Ana hablamos siempre de lo difícil que es interpretar a Eva, sobre todo en la Argentina, y si bien Frida no es argentina, el merchandising hizo que esté también en el imaginario de todo el mundo. Yo no quise basarme en la versión hollywoodense que protagonizó Salma Hayek, entonces trabajamos muy intensamente con el director e hice una investigación y hablé con historiadores argentinos como Felipe Pigna. También llamé a la Casa Azul, donde ella vivió tantos años en México, pero no pudieron darme ningún registro de su voz. Por otro lado, tampoco había registros de cómo caminaba. Ella sufrió de poliomielitis y tenía mal una pierna. No hay registro de ella en movimiento. Sólo existen dos videos: uno editado en el que aparece con Diego, y otro de unos pocos segundos en el que se la ve con Trotski. Básicamente hay fotos de ella, y las fotos reflejan el alma, y para mi composición lo que me interesaba era el alma de Frida. Obviamente que para interpretarla tengo sus cejas, sus bigotes, un vestuario determinado, pero no estoy todo el tiempo haciendo referencia ni al dolor físico, ni a su forma de caminar, excepto en pequeños momentos de presentación del personaje. A mí lo que me importaba mucho era marcar la diferencia de energía con la que vivió Frida, porque si bien sufrió un accidente, numerosas operaciones, y una relación difícil con Diego Rivera, era una mujer que siempre seguía y se reía de sus propios problemas. Esa es la energía que trato de llevar al cuerpo.

Anabel Cherubito: –La primera vez que leí uno de los libros de Simone yo era chica y me marcó mucho. Para interpretarla, volví a leer todo lo que ya había leído, escrito por ella, y que estaba en la biblioteca de mis viejos. Este personaje tiene la desventaja de que muchos no lo conocen, y quería dar a conocer quién fue Simone de Beauvoir y lo que fue para las mujeres. Ella siempre actuó libremente y lo que pasó con su libro El segundo sexo la sorprendió hasta a ella misma. Simone era muy amiga de Albert Camus, y cuando él leyó ese libro le dejó de hablar. Los hombres estaban indignados por el lugar que ella le daba a la mujer.

–En la puesta se proponen debates actuales como el aborto, la maternidad, la sexualidad libre. ¿Por qué decidieron incluir estas temáticas?

E. H.: –Me parecía que la manera de darle actualidad a estos personajes y abordarlos desde hoy era incluyendo estos temas. Me interesaba ver qué pasaba con una actriz que tiene que interpretar a Evita, a Simone o a Frida, y cómo se acercaba a esta figura para interpelarla.

– En esa interpelación se deja de lado la idealización de estas figuras históricas…

E. H.: –Sí, me parece que es la única manera de que el espectáculo esté vivo, que dialogue con las mujeres y los hombres del público, y que motive preguntas.

J. C.: –Nosotras hablamos de la vida de estas mujeres, y abordamos temas de actualidad, pero lo hacemos desde el humor, porque en la puesta se genera un vínculo entre los personajes desde un lugar de humor irónico. Ser ellas no es una obra solemne.

* Ser ellas puede verse en El Tinglado (Mario Bravo 948), los jueves, a las 20.

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