TEATRO › CRISTINA BANEGAS Y EL FESTIVAL EXCENTRICO: 30 ENCUENTROS PARA FESTEJAR 30 AÑOS
La fundadora de la sala El Excéntrico de la 18º celebrará desde el lunes con la programación de obras interpretadas por quienes “crearon este espacio y aman este galpón”. Habrá invitados, charlas y hasta un dúo de voces tangueras: Nelly Prince-Banegas, madre e hija.
› Por Cecilia Hopkins
La actriz, cantante y directora Cristina Banegas asegura haber caminado mucho por Villa Crespo para encontrar en la calle Lerma al 400 “esa casita chorizo con un galpón en el fondo” que con el tiempo se convertiría en la sala El Excéntrico de la 18º. Y como este espacio teatral está cumpliendo 30 años, el próximo lunes dará comienzo el Festival Excéntrico: 30 encuentros para festejar 30 años , ciclo de actividades con entrada libre y gratuita que se extenderá hasta el sábado 12 de noviembre. Entre otras obras, se ofrecerán espectáculos interpretados por la misma Banegas, Carmen Baliero, Rhea Volij, Fabián Bril y Marina Otero, entre otros artistas que, según cuenta la actriz en la entrevista con Página/12, “crearon este espacio y aman este galpón”. Habrá además invitados internacionales, conversaciones con teatristas y ex alumnos y, como la misma Banegas enumera, “encuentros entre quienes tuvimos el honor de trabajar dirigidos por Alberto Ure, con todos los que colaboran en la construcción y producción de la máquina teatral y también con los colegas de otros espacios, que llevan adelante la batalla de sostener estas usinas de teatro con proyectos incansables”.
El padrino de la sala fue el arquitecto Cacho Vázquez, quien fue marido de Banegas y quien tuvo a su cargo las primeras obras de remodelación del espacio, el patio y la entrada. La madrina de El Excéntrico…es la actriz y cantante Nelly Prince, madre de Banegas: “ella me ayudó –cuenta– a convertir en lo que es hoy aquella casa de 100 metros cuadrados que tenía al fondo un taller de broncería. Es por esto que este lunes a las 19, madre e hija cantarán tangos acompañadas por Ariel Argañaraz y de este modo “Haremos juntas el ‘cierre’ de la apertura”, según adelanta la actriz.
Fue el propio Alberto Ure quien le puso el nombre al espacio. “El ‘18º’ –aclara Banegas– hacía mención a la circunscripción donde votábamos: era 1986 y la democracia recién empezaba”, recuerda.
“Hoy tenemos que seguir tomando caminos alternativos”, afirma Banegas y explica su posición: “las gestiones culturales de este último tiempo no parecen tenernos en cuenta”. Y aunque admite que hoy le resultaría un tanto extraño ocupar un escenario oficial, tampoco cree que haya que abandonarlos: “Hay que pensar que los espacios de la cultura nos pertenecen”, avalúa la actriz, “porque en definitiva nos pertenecen a todos los ciudadanos más allá de las apropiaciones cercanas a las privatizaciones que puedan hacerse allí, algo que sucede y que seguirá sucediendo”, se lamenta. De manera que, aún teniendo en cuenta los escenarios oficiales, Banegas asegura que continuará “trabajando en otras líneas de acción, porque son tiempos difíciles”.
En cuanto a la historia de El excéntrico… la actriz apunta que “en este lugar hicimos teatro sobre el fondo de cada crisis que vivimos en estos 30 años de nuestra historia: pasamos el menemato, la hiperinflación, los carapintadas, la crisis de 2001”, resume, antes de referirse a “esta última secuencia que nos agarra nuevamente resistiendo”. Y dado que El excéntrico…fue una de las salas pioneras del circuito de teatros en los barrios alejados del centro, Banegas subraya la presencia semanal de El Excéntrico… en las reuniones de ARTEI (Asociación Argentina del Teatro Independiente), una militancia que, según destaca, “nos corresponde porque somos pioneros: ahora hay más de 200 salas de estas características, pero por entonces, Villa Crespo estaba muy lejos de convertirse en lo que es hoy, teatralmente hablando”, apunta.
Puesta a recordar los primeros días de El excéntrico…Banegas habla del efecto amplificador del techo de chapa cuando se largaba una lluvia durante alguna función o cuando se oía la protesta de algún vecino en los tiempos en los que ensayaba El padre, de Strindberg, a las órdenes de Ure. “Hacíamos muchas salvajadas, mucho ‘rock and roll’, recuerda, “porque lo que más le gustaba a Ure en la vida era ensayar, así que tardamos un año y medio antes de estrenar esa puesta”. Cuenta que hubo que hacer un pacto con los vecinos descontentos y abandonar los ensayos a las 23. “Me acuerdo de una vez que nos golpearon la pared para que nos calláramos y, como todavía nos quedaban 15 minutos, fui hasta la casa lindante y casi les pego”, se ríe la actriz. Luego del estreno de El Padre, Banegas invitó personalmente al entonces director de Medio Ambiente, donde eran radicadas las denuncias en contra de la sala y, según cuenta, “le gustó tanto que creo que fue ése el motivo por el cual no nos clausuraron”. Claro que también debieron encarar reformas: mediante un crédito del Fondo Nacional de las Artes (“crédito que la hiperinflación convirtió en monedas, cuando lo cobramos”), un ingeniero acústico realizó las reformas necesarias para continuar con las actividades sin generar más protestas.
Pero cuando aquella primera puesta estuvo lista para su estreno, la cuestión a resolver fue el modo de atraer espectadores hasta Villa Crespo. Como Ure era creativo publicitario, supo cómo proceder: “Escribimos cartas a las instituciones psicoanálíticas, compramos 50 sillas y tarimas para hacer gradas– explica Banegas– y finalmente tuvimos lista de espera todas las semanas”. Cuenta que el lugar aparecía en las recomendaciones de los diarios como “Espacio Lerma” y que, por falta de cartel a la calle, la gente iba rastreando la cuadra casa por casa hasta dar con la sala. Luego hubo que ponerle un nombre definitivo y fue entonces cuando la bautizaron con el nombre actual, el que más gustó de la lista que había confeccionado el propio Ure. “El Excéntrico… quedó desde entonces convertido en un espacio donde poner a prueba trabajos de investigación, con la libertad que significa ser independientes por estar por fuera del aparato del gobierno de turno”, sostiene.
Pero antes todavía de ser El excéntrico… y durante casi diez años, el espacio de ensayo fue también la casa de la propia Banegas y de su hija Valentina Fernández de Rosa. “Vivir en un teatro era muy invasor”, afirma hoy, recordando la “marejada de actores, músicos y alumnos que pasaba por allí”. Como Graciela Camino, Gabi Saidón y el mismo Bril, quienes comenzaron siendo alumnos y hoy forman parte del equipo docente de la sala. Después, cuando le llegó lo que la actriz llama su “etapa tanguera”, se mudó no muy lejos de allí. Fue la época en que compartió con Vázquez la dirección de El Club del Vino. Su hija, entonces, comenzó a hacerse cargo de El excéntrico… gestionando subsidios, dando clases y ejerciendo la curaduría de los espectáculos que se presentaban en la sala, rol que mantiene en la actualidad. En el equipo también revista la diseñadora gráfica Sofía Stead, nieta de Banegas, a cargo de las cuestiones informáticas. “Con mi madre somos cuatro generaciones de argentinas que nos ocupamos de transmitir el amor por el teatro”, observa. Respecto del cambio de rol, sostiene: “Fue bueno haberme corrido de la dirección de la sala, porque en ese momento empezaba a trabajar más en televisión, en cine y en salas oficiales, lo cual significó dejar la marginalidad y civilizarme un poco”, se ríe y recuerda esa época en la que arreciaron los premios por Otros paraísos, de Jacobo Langsner con dirección de Lorenzo Quinteros y su carrera –que cumple 50 años el año que viene– ganó mayor proyección.
Durante los festejos, Banegas presentará también el libro Antígona por Ure (Editorial Leviatán) volumen que reúne, además de la traducción de la obra de Sófocles que realizaron el director y Elisa Carnelli, su esposa, las fotos de Andrés Barragán y las bitácoras de los ensayos de la puesta: “me acuerdo que Ure se burlaba de nuestras anotaciones, ‘Querido Diario’, las llamaba”, se ríe. Y en relación a la salud del director que desde hace años sufre las consecuencias de un ACV, cuenta que hace poco pidió que le leyeran fragmentos de Coriolano, de Shakespeare, a pesar de que el director “recordaba bien que la mala traducción española era de Astrana Marín”.
La primera obra que presentará Banegas en el marco de los festejos será Molly Bloom, espectáculo dirigido por Carmen Baliero, basado en el último capítulo de Ulises, novela del irlandés James Joyce. “Es una obra que tardamos mucho en estrenar porque no me daban los derechos”, cuenta la actriz, quien convocó a Baliero para la dirección dado “que se trataba de una cuestión musical”. Su siguiente participación será con Eva Perón en la hoguera, unipersonal sobre texto de Leonidas Lamborghini estrenado bajo la dirección de Iris Scaccheri. “Será importante ver cómo se resignifica este texto en esta gestión que estamos padeciendo”, dice la actriz. El tercero de los solos será Amaramara, sobre el último libro de Juan Gelman. Ante la pregunta acerca de cómo enfrenta el esfuerzo de reponer espectáculos con tanto texto por sólo una función, Banegas asume: “estoy entregada al océano de la memoria y el olvido”.
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