TEATRO › CONURBANO, DEL TEATRO SANITARIO DE OPERACIONES
Segunda parte de un tríptico que comenzó con C.A.B.A. y continuará con Interior, el nuevo espectáculo de TSO ratifica una propuesta conceptual fuertemente ideológica y la apuesta por la participación del público.
› Por María Daniela Yaccar
En Conurbano, del Teatro Sanitario de Operaciones (TSO), la participación de los espectadores es radical. Construyen la obra tanto como los actores. Dividida en tres partes, se presenta en IMPA y plantea una tesis: el conurbano bonaerense fue en el pasado una fiesta, el epicentro del desarrollo industrial. Pero la fiesta terminó mal. En un momento del espectáculo, el público vive un casamiento: baila el valls y otras músicas, recibe tragos de mozos que pasan con bandejas, los actores se entremezclan con él en la misma escena. “Dejamos de usar la palabra ‘espectadores’. Son participantes”, aclara Quique López, director del TSO. “Este es un lenguaje que generamos en 20 años de trabajo. Yo no lo vi en ningún lado. Es casi único”, asegura, en la charla con Página/12.
Conurbano (viernes a las 22.30 y sábados a las 23 en Querandíes 4290) es la segunda parte de un tríptico que comenzó con C.A.B.A. y continuará con Interior. “Es una sensación histórica, el lugar que fuimos. Símbolo de la industrialización del país, su desguace, y el producto final de un espacio que queda indefinido pero latente. Una boda es el paralelismo metafórico. Las acciones y performances utilizan el hiperrealismo como eje motivador, tejen los hilos de la fundamentación trágica que conlleva en sí mismo este cinturón grueso y poblado”, dice la sinopsis. “A último momento le agregamos a la obra una frase que se repite varias veces: ‘hoy es ayer, ayer es hoy’”, agrega López. “Empezamos a trabajar hace un año y medio. Y esa frase apareció a último momento. Porque las políticas de este gobierno generan, no inmediatamente pero sí a largo plazo, marginalidad y violencia social. Los culpables son los administradores, empresarios, presidentes, que llevan adelante políticas económicas y de planificación para que esto suceda en pos de ciertos intereses”, sentencia.
El TSO ya contó la Ciudad de Buenos Aires y pronto ofrecerá su propio recorte del interior: la obra estará atravesada por la Campaña al Desierto: “una poscolonización que acabó con todo, en pos de cabezas de ganado”, define el director. Lo que distingue a este grupo que está cumpliendo 20 años de trabajo –quedan cuatro miembros originales y actualmente son treinta en total– es la combinación entre una propuesta conceptual fuertemente ideológica y la participación del público. “No somos esteticistas. Nuestros argumentos tienen un contenido. Contamos la conquista, la lucha de clases… y en esta trilogía queremos rescatar temas históricos. Estamos empeñados en generar una identidad. Como pueblo, como país”, resume López.
En este sentido, el objetivo del TSO es apuntar al “sentir” más que al “pensar”. “Cuando estrenamos tenemos apenas el 50 por ciento de la obra. Nuestro trabajo no es actuar, sino que el público actúe. La devolución que tenemos de la gente es que siente la obra. Creo que eso significa que no se la olvida más, porque el sentir implica más memoria que el razonar. A su vez, esperamos que sigan reflexionando en la búsqueda de las claves para comprender todo esto. En Conurbano mostramos una sensación histórica. Y se vive poniéndole el cuerpo. Hoy en día esto está de lado, por el desarrollo tecnológico. Buscamos que se pierda la línea divisoria entre actores y público: una comunión de una masa de gente”, se explaya López.
Otra característica del grupo es la creación colectiva. Cuenta López que, cuando comenzaron, pocos de los que trabajaban en las obras eran actores; por eso él tomó el rol de director. “Trabajamos colectivamente, no es que una cabeza piensa todo o hace un guión. Por ahí, una cabeza tira un guión de operaciones – performances y acciones–. Después le ponemos el cuerpo, hacemos un trabajo maratónico, opinamos todos. Trabajamos en asamblea y decimos ‘esto sí, esto no’. Resaltamos que todos somos parte del grupo”, destaca López. Jacqueline Miller, Damián Janza y Federico Pérez Guerra son los otros tres miembros originales.
Los actores-performers son: Janza, Pato Turchi, Federico Pérez Guerra, Gonzalo Goto Llanes, Hernán Marecos, Claudio Killing, Manuel Rodríguez, María Eugenia Stillo, Mariela Van der Horst, Miller, Guillermo Bravo, Ariel Bottigheimer, Fakundo Santillán, Adrián Salas Mattei, Demián Cirigliano, Heber Fleitas y Caterina Argnani.
Desde hace una década TSO es grupo estable de IMPA, la primera empresa recuperada del país, que es a la vez centro cultural y bachillerato popular. El TSO también brinda seminarios allí y se aboca a la gestión cultural del espacio ubicado en Almagro. “Nos enamoró el lugar. Llegamos por una cuestión de arquitectura. Después nos fuimos enterando de lo que sucedía y nos identificamos ideológicamente. Empezamos a trabajar con la ideología del lugar: la cultura, la educación, la lucha, la resistencia, el trabajo. Es único en el mundo. En otros lados se recuperan fábricas para la cultura, pero la fábrica deja de funcionar”, dice el artista.
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