TEATRO › ENTREVISTA A DANIEL VERONESE
El dramaturgo y director explica el sentido de su obra Teatro para pájaros, una mirada sobre el ambiente teatral alternativo.
› Por Cecilia Hopkins
Lo primero que apareció en la imaginación de Daniel Veronese cuando pensaba escribir lo que hoy se llama Teatro para pájaros, fue una escena teatral: “Tenía ganas de que hubiese teatro dentro del teatro, una escena que podía ser imaginada o escrita por alguno de los personajes o bien que formase parte del pasado de alguno de ellos”, detalla en la entrevista con Página/12, días después del estreno en el Teatro del Pueblo de su nueva pieza, bajo su propia dirección.
La historia involucra a dos hermanos y sus respectivas parejas, los cuatro, actores del llamado teatro alternativo. No obstante la coincidencia, dos de ellos viven deprimidos y al borde de la disolución a causa de sus escasas posibilidades de vivir del teatro con dignidad, mientras que los otros experimentan una necesidad imperiosa de alejarse del circuito de experimentación para así acceder al éxito económico y obtener el reconocimiento del gran público. Quienes llegan de visita y, sin proponérselo, atizan contradicciones en unos y agudizan en otros la sed de arribar al objetivo a cualquier precio, son un empresario y su pareja, otra actriz en crisis. El elenco cuenta con la destacada interpretación de Malena Figó, Diego Gentile, Paola Barrientos, Lautaro Delgado, Leonardo Saggese y Laura López Moyano.
La pareja de actores que está convencida de que, si hasta el momento no se le presentó la oportunidad de triunfar, sólo le resta abandonar el teatro y disolver su unión, es también portavoz de cuestiones de conciencia. Sus voces sobresalen con raro registro, apenas tapadas por la verborragia indecorosa que, en tiempo de comedia, emiten los demás. En ellos, el arribismo y la necesidad de venderse en el mercado del espectáculo no reconoce demasiados límites. Sin embargo, Veronese entiende que cada uno tiene sus razones: “No todo es negro o blanco en la vida, y la necesidad de sobrevivir a veces fuerza a sostener actitudes bastardas”. La juventud de los intérpretes, por otra parte, los hace merecedores de otra mirada, según el dramaturgo y director: “Si estos actores tuviesen 30 años más cada uno, el resultado sería insoportablemente patético. ¿Cuánta gente grande existe que hizo teatro toda la vida y nunca tuvo la oportunidad de trascender? Me parece que la juventud de estos personajes habla de la posibilidad de contar con una segunda vuelta”, arriesga.
A poco de iniciar en España el montaje de su obra Mujeres soñaron caballos (con Blanca Portillo encabezando el elenco), Veronese reconoce que siempre tiene la obsesión de referirse al mundo teatral, de un modo u otro: “En verdad esta vez no quería hablar de lo que pasa en el ambiente del teatro, pero cuando finalmente aparecieron estos personajes no pude dejar de incluir los lugares comunes que normalmente decimos todos quienes estamos en esto, con relación a lo que padecemos”. El espectador que, como ellos, conoce los rigores de la falta de público, de subsidios o de salas, festeja con risas los dichos de los personajes. En tanto que resuenan en todos, independientemente de si son teatristas o no, las actitudes hipócritas de quienes intentan congraciarse con aquellos que detentan el poder de decisión. Sin dudas, entre las expectativas de Veronese, respecto de la obra Teatro para pájaros, se encuentra el hecho de despertar interés en un público heterogéneo: “Cuando dirigí El método Gronholm (obra del catalán Jordi Galcerán, estrenada hace dos temporadas con Gabriel Goity, Jorge Suárez, Alejandra Flechner y Martín Seefeld), yo pensé que sólo vendrían grupos de empresarios y sin embargo la sala desbordó de público”, recuerda Veronese.
Dentro de dos meses, cuando Veronese vuelva al país luego de concretar su puesta en Madrid, propondrá al elenco de Teatro para pájaros que en cada función cambien sus roles. Para llevar a cabo este proyecto, los actores y actrices estudiarán todos los papeles y, antes de comenzar cada función, decidirán sus personajes al azar. “Es que al actor le gusta generar adrenalina, está dispuesto a todo”, afirma. Para el director, hacer referencia al teatro en sus obras es el modo que tiene de hablar de la necesidad de vivir desde la acción: “Seguir trabajando a pesar de las condiciones adversas es lo que mantiene vivo, porque lo que nos salva es la acción y no la palabra. Creo que hay mucho de sanidad en esa elección, ya que, en el caso del actor o el director, el poner la cabeza en el teatro es una decisión vital”, analiza. Veronese sostiene, por último: “Yo reivindico el estar en relación con el hecho artístico, porque a mí mismo me conectó con la vida de otra manera. El teatro nos pondrá en conflicto, en crisis, pero la inactividad es la muerte”, concluye.
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