Vie 23.03.2007
espectaculos

TEATRO › VICTOR WINER, AUTOR Y DIRECTOR DE “LOTEO”

Monólogos y reflexiones acerca del azar y el destino

El dramaturgo explica el sentido de la pieza teatral, un relato fragmentario protagonizado por Rita Terranova.

› Por Cecilia Hopkins

Estrenada a fines del año pasado en un encuentro de teatro leído, Loteo, obra de Víctor Winer, acaba de subir a escena en el Celcit (Bolívar 825), también en esta oportunidad con Rita Terranova como única intérprete. Es ésta la primera experiencia del dramaturgo como director, responsabilidad compartida con Carlos Di Pasquo, autor del diseño espacial y del vestuario. La música original es de Diego Soifer. La pieza –que no cuenta con una estructura tradicional, ya que está escrita en forma de poema o relato fragmentario– narra el encuentro fortuito de un hombre y una mujer. Todo sucede a raíz de una equivocación que se produce en medio de la noche: ambos viajan en el mismo colectivo hacia General Madariaga, en la provincia de Buenos Aires, pero él decide bajar antes y por error se lleva el equipaje de ella. El conocimiento se produce cuando la mujer vuelve a buscar su valija, un hecho que aprovecha el autor para realizar una reflexión acerca del azar y el destino.

En una entrevista con Página/12, Winer cuenta que comenzó a pensar la obra a partir de la lectura de una novela de Enrique Vilas-Mata, donde encontró un aforismo de Ramón Eder: “El carácter se forma los domingos por la tarde”. Esta frase lo llevó a buscar la poesía de César Vallejo llamada Piedra negra sobre Piedra blanca: “Me moriré en París con aguacero/ Me moriré en París –y no me corro–/ tal vez un jueves, como es hoy, de Otoño”. Así, “París se me transformó en Madariaga, ciudad de la provincia de Buenos aires, y todo se puso en marcha”, cuenta el autor, premio Casa de las Américas 2005 por su obra Postal de vuelo.

–¿Qué peso le asigna al azar en su forma de escribir para la escena?

–Si uno busca la palabra azar en el diccionario etimológico de la lengua castellana de Joan Corominas se encuentra que, entre otras acepciones, se llama azar a la cara desfavorable de un dado. Me sorprende la paradoja, ya que siempre, consciente o inconscientemente, relacioné azar con suerte o fortuna. Y descubro que tal vez hay más oportunidades de la cara favorable del dado en el rigor del trabajo cotidiano, en el ejercicio de exprimir y alimentar el imaginario para escribir. No convivo en mi vida con el concepto de azar así como tampoco con el de la obsesión. Lo más parecido al azar en el caso de la escritura son sus “disparadores”: una búsqueda consciente o la captación de algún estímulo, lo cual requiere una sensorialidad atenta, para que éste no pase como un cometa fugaz..

–Hay muchas menciones a César Vallejo. ¿La obra está pensada como un homenaje al poeta?

–Desde ya que él ha sido una excelente compañía, pero Loteo se escribió al compás de la “impunidad” del trazo breve, del microrrelato, Vallejo fue sólo parte del mecanismo y fue tomando presencia dentro de la escritura de la obra por las propias necesidades de su trama y estructura.

–La estructura de la obra es muy compleja como para que otro que no sea el autor la dirija. ¿Fue pensada para realizar su primer trabajo de dirección?

–Había terminado de escribir Cloro (texto que se estrena a fin de marzo en el Centro Cultural de la Cooperación, dirigido por Kado Kostzer y también protagonizado por Rita Terranova), cuando leí la novela de Vila-Matas, leí el aforismo de Ramón Eder y encontré el poema de Vallejo. Sin haber sido pensada para mi primer trabajo de dirección, no obstante me dije a mí mismo que yo dirigiría esta obra. Entiendo que tarde o temprano este punto de inflexión iba a ocurrir, ya que lo alimentaban mis deseos de dirigir y mis encuentros y desencuentros con algunos directores de mis obras anteriores. Pero esto no significa que de ahora en más me haré cargo de la dirección de todas mis obras futuras.

–¿Hay otros monólogos en su producción? ¿Qué le atrae del actor solo en escena?

–Dado lo interesante y armonioso de esta experiencia me encuentro escribiendo una segunda obra de similar estructura, pero de diferente temática y enfoque. Entiendo que en unos meses estará terminada como para empezar a ensayarla. Me gusta pensar al unipersonal como una hoja de ruta en el espacio escénico a ser trabajado de manera precisa y rigurosa. Para que el actor no dependa del azar, de cómo se encuentra ese día.

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