Instalando el lema “Existimos y exigimos”, dos entidades del arte teatral invitan a todos los artistas, trabajadores, espectadores y ciudadanos “a quienes se les usurpa el derecho de usufructuar del Teatro Nacional Cervantes” –paralizado desde hace un año y medio por conflictos gremiales– a una movilización que se realizará mañana a las 13 ante las puertas del edificio de la Secretaría de Cultura de la Nación (Av. Alvear 1690), y a dos jornadas de ensayos abiertos programadas para el sábado 5 y domingo 6 a partir de las 18, en el Teatro Nacional Cervantes, con entrada gratuita. Faltarán las luces, la escenografía y los elementos técnicos, pero habrá función. Este comunicado, difundido por los integrantes del MATe (Movimiento de Apoyo al Teatro) y el Celcit (Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral) tiene sus razones. Minada la actividad artística por la falta de acuerdo en las paritarias –de las que participan los gremios ATE y UPCN (Unión Personal Civil de la Nación)–, el Cervantes agoniza ante la indiferencia de las máximas autoridades de Cultura, que no han sabido hasta el presente manejar la situación.

A ese estado de cosas se sumó en los últimos días la renuncia del director del Cervantes, Alejandro Samek, quien, acorralado, no pudo hallar una salida a tanto embrollo. Sobre este punto, el texto suscripto por el MATe y el Celcit –integrado por personalidades de intachable trayectoria artística– es tajante: “A la ignominia de un Cervantes cerrado, sin presupuesto, sin funciones y amenazado por la carcoma de su estructura edilicia hoy se agrega la circunstancia vergonzante de que la renuncia de su director no tiene que ver con la eficacia o transparencia de su gestión sino con la molestia que sus recientes declaraciones en una reunión del MATe –luego levantadas por la prensa– provocaron en el Sr. secretario de Cultura, José Nun.”

La exposición del director, algunos de cuyos fragmentos fueron transcriptos en la edición del domingo 22 de abril de Página/12, irritó a los funcionarios. Samek supo entonces por una comunicación oficiosa que se le pediría la renuncia. Como apuntan los organizadores, la rápida reacción de las autoridades del área contrasta con la pereza en atender las urgencias de un teatro, “el único teatro nacional de la Argentina”, que dispone de un presupuesto de escasos 7.538.000 millones, de los cuales un 50 por ciento se destina a sueldos y sólo 1,2 millón a la producción artística.

El Cervantes arrastra una historia de frustraciones: “Cada uno de los hombres de teatro que pasaron por su dirección invirtiendo allí oficio, pasión y prestigio personal terminaron inmolándose gratis, en un sacrificio cuya inutilidad ha sido siempre funcional a la perversa intención política de que todo siga igual”. Es necesario pues un cambio, “porque para la torpe concepción dominante en los círculos de poder, el teatro sirve sólo en la medida en que colabora con el ornamento y el marketing político”.

Los artistas que vienen ensayando desde los primeros meses de este año “sufren el efecto mordaza de una situación que no les permite mostrar su trabajo al público, su legítimo destinatario”. Ellos integran los elencos de Cremona, la obra de Armando Discépolo que dirige Helena Tritek y protagonizan, entre otros, Rodolfo Bebán y Enrique Liporace; y Todo verde y un árbol lila, pieza escrita y dirigida por Juan Carlos Gené. Otro espectáculo programado es el Fausto criollo, versión de Fausto, la célebre novela de Goethe llevada al universo de las marionetas por Gabriela Marges; y los unipersonales de Graciela Dufau, Luisa Kuliok, Perla Santalla y la actriz y cantante Marikena Monti. Trabajos todos listos para ser estrenados por intérpretes que hoy “experimentan la frustración de haberse entregado apasionadamente para un fin estéril”.

En una convocatoria anterior del MATe y el Celcit, la comunidad teatral y organismos como la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos expresaron su adhesión a través de una campaña por correo electrónico. Se recibieron entonces más de 3000 adhesiones del ámbito nacional y de entidades e instituciones de países europeos y de América latina.

Al cruce del llamado solidario de los teatristas que decidieron no convalidar tanta demora, el secretario José Nun respondió con un comunicado de doce puntos prologado por una aclaración y rápidamente difundido por algunos medios: “El Teatro Nacional Cervantes se halla paralizado. Es importante que la opinión pública sepa por qué para no ser engañada por sectores que se regodean en la mentira y en la calumnia”. A continuación, resume allí la historia del desacuerdo con el sector de los técnicos hoy en pugna y representados por ATE (pocos meses atrás eran dos los batalladores, ATE y UPCN, sólo que éste acordó).

Según se desprende del texto, el rechazo sindical de ATE –que exige un adicional del 25 por ciento por trabajo en horario especial– evidencia quiénes son “los responsables de que el TNC continúe inactivo”. En este traspaso de responsabilidades, Nun no olvida destacar que se está impidiendo el estreno de “dos obras de gran jerarquía”. Es así como califica a Cremona, adaptada por Roberto Cossa, y Todo verde y un árbol lila, de Gené, personalidades que, evidentemente, nadie puede soslayar. El punto 12 y final del texto de Cultura es interesante. Allí se reitera que el teatro está paralizado pero no cerrado, y se promete que no cerrará “a pesar de los ataques que recibimos de algunos que dicen defenderlo y de otros que persiguen intereses ajenos a la misión artística y cultural que debe cumplir”.

Para tranquilidad de los teatristas, adelanta que “se reiniciarán las actividades a corto plazo al tiempo que continuarán los trabajos de refacción llamados a convertirlo (al Cervantes) en una de las grandes obras del Bicentenario”.