Mar 25.10.2005
espectaculos

TEATRO › ANDRES SAHADE Y DANIEL SCARPITTO HABLAN DE “EL SEÑOR NICODEMO”

Los juegos de la evasión

Los teatristas explican cómo concibieron la puesta de la compañía El Nudo, dirigida a espectadores de diez años en adelante.

› Por Cecilia Hopkins

Desde que se iniciaron como grupo, hace 7 años, los cinco integrantes de El Nudo Compañía Teatral mantienen la costumbre de turnarse en el rol de la dirección, en función de cada proyecto. Si en Un mar de margaritas –obra para muñecos y objetos destinada a un público adulto– prevaleció la oscuridad y el dramatismo, en El señor Nicodemo, su último estreno, aparece una faceta completamente diferente de los mismos creadores. Esta vez bajo la conducción de Andrés Sahade, el equipo concreta en el Espacio Ecléctico (Humberto Primo 730) una historia capaz de ser disfrutada por espectadores desde los diez años de edad en adelante.
La conquista intergaláctica –un tema que obsesiona al protagonista, un cincuentón a punto de casarse– es el eje sobre el cual giran sus recuerdos, mientras ultima los preparativos de la indumentaria que vestirá en su boda. A partir de una serie de recursos narrativos que incluyen muñecos y objetos pero también actuación, el grupo corporiza en escena las imágenes de los juegos infantiles de Nicodemo, sus días en la escuela, el recuerdo de la llegada a la Luna de la Apolo 11, el entierro del padre, su fascinación por el circo. En él, la pasión por los cohetes tiene mucho que ver con su deseo de evasión de una realidad diferente a la que los actores y manipuladores despliegan en escena con la ayuda de diferentes técnicas, apoyados en el dispositivo escenográfico creado por Osvaldo Ferraro. La dramaturgia del espectáculo pertenece a Mariana Trajtenberg, quien también integra el elenco, junto a Daniel y Nelly Scarpitto y Claudia Villalba. El actor y el director, en una entrevista con Página/12, se refieren a las características de esta nueva propuesta de El Nudo.
–¿Cómo explican el cambio rotundo de modalidad y temática?
Andrés Sahade: –Un mar de margaritas fue una obra minimalista, acotada, intrigante. Pero nosotros como grupo no queremos quedar pegados a esa estética de lo misterioso y truculento, porque si bien hicimos ese trabajo, no somos un grupo oscuro. Por eso, esta vez quisimos probarnos haciendo una comedia. Lo que nos distingue como artistas es seguir fieles a nuestro propio deseo.
Daniel Scarpitto: –Nuestra personalidad grupal tiene más que ver con una modalidad de trabajo que compartimos, con nuestro gusto por la prolijidad y los detalles...
–¿Cuál fue el punto de partida?
A. S.: –El señor Nicodemo nos surgió del deseo de indagar sobre diferentes técnicas. En el espectáculo hay fragmentos de la historia contados desde el teatro de sombras, el títere de guante, tantamaresca (criatura que combina el cuerpo de un muñeco con la cabeza de un actor) y manipulación directa. Además, abrimos con teatro de objetos y cerramos con teatro negro. Y también hay escenas en súper 8, animación cuadro por cuadro, obra de Claudia Villalba.
D. S.: –El personaje apareció de una anécdota familiar: al abuelo de una de las intérpretes querían hacerlo estudiar para cura y él resolvió repetir el último año de la escuela tantas veces como fuese necesario, hasta que cambiaran de idea.
–¿Se pasa con facilidad del teatro para adultos al teatro para todo espectador?
A. S.: –La obra fue concebida para adultos, aunque ahora nos planteamos dirigirla a espectadores de diez años en adelante. Nosotros la hicimos poniendo adelante el niño que tenemos dentro, si bien la dedicamos a un público adulto. Igualmente nos gusta mucho hacer obras para niños.
D.S.: –Los títeres y objetos tienen un poder de transformación ilimitado. Con ellos se puede contar una historia de mil maneras diferentes y llevar al máximo la metáfora de lo teatral. En todos los casos, siempre apelamos a nuestra capacidad de juego.
–La música (a cargo de Laura Alonso, Federico Palmero y José Ríos) llama la atención...
A. S.: –Sí, está inspirada en La madre tierra te escucha, la canción que el astronauta soviético Yuri Gagarin cantó luego de concretar su viaje espacial. Fue muy difundida por la radio y fue, durante años, un himno de la república socialista. Muchas de las cosas que aparecen en la obra fueron pautándose a partir del gusto de cada uno, como respetando nuestros caprichos y temáticas personales.

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