TEATRO › “TRES MONOS DE PIE”
El show del grupo Ser Tres se apoya en el texto, pero también en la música.
Si alguna vez no se rieron de uno de sus chistes, entonces con seguridad sabrá algunas cosas. Por ejemplo, que buena parte de la fuerza de una humorada está en cómo se lo dice y otro poco, en quién lo dice. El tono de un chiste no lo es todo, pero es fundamental. Más aún en un espectáculo de stand up, en los que el o los cómicos de turno se paran frente al público a hacer su número. Muchos pasan papelones hasta animando casamientos, pero en algunos reductos porteños hay grupos de humoristas que le ponen un buen sabor a la noche. Uno de ellos es Ser Tres, que presenta su espectáculo Tres monos de pie todos los viernes a las 21.15 en el Terraza Teatro Bar del Paseo La Plaza (Av. Corrientes 1660).
A lo largo del show de 60 minutos (que parecen ser menos, siguiendo la vieja ley de que, cuando se la pasa bien, el tiempo vuela), los tres “monos” se ríen de la Iglesia, del trabajo, del flamenco y, sobre todo, de sí mismos, que es un ingrediente fundamental del buen humor y el toque que diferencia a un humorista con técnicas clown (como se advierte en este caso) de un cómico que se burla de los asistentes. Quienes saben de actuación aseguran que, en ocasiones, es mucho más difícil hacer humor del bueno que drama, así que no es para despreciar el encontrar algo de diversión bien resuelta.
En orden de aparición, los integrantes de Ser Tres son Martín Rebechi (El Tano), Diego Peppino y Jorge Navarra. La fuerza del espectáculo se basa en sus gestos y en su caracterización de los distintos personajes que encarnan. Sin necesidad de anunciarse como otro personaje, los detalles y la plasticidad de las expresiones alcanzan para componerlo: un simple pañuelo amarillo alcanza para transformar al tímido Peppino inicial en una mezcla de poeta afrancesado y groupie molesto. Una charla con Peppino confirma lo que se intuye al verlos en el escenario. Efectivamente trabajan desde el clown en la composición de su show. “Con el clown vos no te reís de la gente, sino que la gente se ríe de la desgracia de tu personaje”, señala. Más aún, los tres se conocieron en distintos talleres, entre ellos uno sobre esta técnica.
Bien mirado, en algunos pasajes se está ante caricaturas, más que personajes. En el humor, como en esa vertiente del dibujo, lo que logra el efecto es explotar algunas características salientes (no necesariamente las más nobles). Quizá se le pueda reprochar al espectáculo cierta falta de fuerza en el texto: es probable que el espectador que quiera contarles esas mismas bromas a sus amigos fracase en arrancarles una risa. Pero bien pensado, esto señala otra cosa: que los actores hacen bien su trabajo arriba del escenario. La fuerza del show está en buena medida en cómo los artistas presentan el número. “El stand up consiste en el aquí y ahora”, explica Peppino. “Un monologuista se para en el escenario y todo sucede. Con mucho trabajo lográs que parezca que todo eso se le está ocurriendo en ese instante. Lograr quince minutos de un monólogo potente puede llevar años de trabajo. De hecho, para llegar a eso en Estados Unidos tenés que pasar por muchos bares de tres minutos”, detalla sobre la base que sustenta el show. Lo difícil de la técnica, cuenta, es conseguir esa naturalidad. Por eso destaca la imagen “polifacética” de Jim Carrey, que también surgió de este género.
En Tres monos de pie hay un elemento esencial: la música. Pero no sólo la musicalización que recibe a los asistentes y que también forma parte del espectáculo (a cargo de Lucas Ribaudo, una suerte de “cuarto mono” que también aporta una voz con la que algunos personajes interactúan), sino porque los tres actores también se revelan como músicos competentes. Del flamenco se ríen mostrando que pueden tocarlo: cajón y guitarra acústica, para acompañar al Tano convertido repentinamente en “cantaor”. Jorge Navarra, a cargo del cajón, cuenta con una amplia experiencia como percusionista en bandas under: la experiencia no le es ajena.
Otro punto importante en el humor, que lo emparienta con la música, es el manejo de los tiempos. En la Terraza del Paseo La Plaza ninguno de los tres actores se toma en su monólogo más tiempo del necesario. Una buena muestra de salud, a diferencia de otros shows donde los cómicos se plantan ante el micrófono pensando en hacer reír para ganarse la estelaridad antes que para dar al público un buen momento. “No descubrimos la pólvora, pero queríamos hacer algo distinto al formato tradicional de cuatro comediantes y un presentador, que nos parecía algo chato”, comenta Peppino, “así que le metimos personajes, que fue algo que trajo mucho el Tano, y la música”.
Una de las pocas limitaciones del Tres monos de pie es que difícilmente pueda conformar un programa por sí mismo. Pero por horario, por lugar y por tono, es ideal para hacer “la previa” de una salida en grupo. Un momento distendido como poder dejar atrás el estrés de la semana y meterse de lleno en el relax de fin de semana. Maravillas del teatro-bar, se puede disfrutar una cervecita, algo para picar y llevarse unas cuantas risas antes de, sí, buscar la siguiente parada de la noche.
Informe: Andrés Valenzuela.
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