TEATRO › GUSTAVO GARZóN, MANUEL VICENTE Y LA EXPERIENCIA DE SOS VOS
Los actores, dirigidos por Enrique Federman, celebran poder hacer una obra sin condicionamientos, que explora la intimidad de dos actores que ensayan sus textos para televisión, interpelados por la influencia de Calderón de la Barca.
› Por Hilda Cabrera
Dos actores estudian su letra, ensayan primeros planos, deslizan paneles, murmuran, hacen silencio o se enojan en un medio tono. Con estas sencillas acciones consiguen que el espectador desplace su atención de uno a otro intentando saber quiénes son realmente y qué historias cuentan. Casi al promediar la obra, recitan un fragmento de La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca, donde se dice que tal vez la vida sea frenesí, ilusión, sombra. ¿Y ellos? Se los ve perplejos, como a esos individuos que no soportan demasiada realidad, pero también dispuestos a la broma, al gag. El título de la obra es Sos Vos y la interpretan Gustavo Garzón y Manuel Vicente. Los dirige Enrique Federman, autor y director de otra pieza de dramaturgia parecida, No me dejes así, estrenada temporadas atrás. Sos Vos, obra de pequeño formato y de una duración aproximada de 70 minutos, puede verse en la Sala Beckett, de Guardia Vieja 3556, los viernes y sábados a las 23.
–¿Cómo fue que se decidieron por este experimento?
Gustavo Garzón: –Cuando me detectaron la enfermedad (un cáncer de lengua), supe que podía superarla. Estaba seguro sin que hubiera certezas de parte de los médicos. Ellos me dijeron que después de la aplicación de los rayos iba a quedar con la voz debilitada. Me pregunté cómo me ganaría la vida. No podía inventarme otra profesión. Pensé actuando pero en un espacio chico, donde se me pudiera oír bien. Ahí me di cuenta de que siempre había tenido ganas de hacer algo así, que éste era un deseo muy guardado.
–¿Nunca antes trabajó en salas como la Beckett?
G. G.: –Cuando lo hice fue para ir por más. Ahora es diferente. Hace dos años vi a Eduardo Pavlovsky actuando en un escenario desprovisto de casi todo y me dije que también yo tenía ganas de pararme así delante de la gente.
–Está claro que la experiencia de Vicente es otra.
Manuel Vicente: –La decisión de trabajar en obras como Sos Vos no se relaciona en mi caso con el tamaño de una sala, sino con la posibilidad de hacer un teatro con otras condiciones y sin condicionamientos. Quiero aclarar que algunos proyectos comerciales son apetecibles, sobre todo para mí que no soy cómico ni galán y sé que si me convocan es por la actuación. Pero es cierto que proyectos como Sos Vos nos permiten mayor libertad creativa.
–¿Cómo sostienen una obra sin argumento aparente?
G. G.: –La premisa es jugar cada situación a fondo, sin guardarnos nada, y de ahí pasar a otra instancia. Lo nuestro es pura actuación, engañar tratando de mostrar que sucede algo que no ocurre. En esto Federman es un especialista. Por algo es mago: le encanta el juego del engaño.
–Desconcierta. No se sabe si los personajes son amigos, si están enojados, si harán catarsis...
G. G.: –Eso es muy lindo para un actor. Hacer creer lo que no es y que el público se pregunte dónde está la obra.
–¿Ustedes lo saben?
G. G.: No. Tampoco.
–Eso no se lo creerán.
G. G.: –Bueno, hay un hilo argumental.
M. V.: Nuestra formación nos indica que existen métodos y hay que entrarle al personaje, que éste tiene su psicología y que necesitamos hacer un estudio antropológico del personaje. Todo esto es parte de una verdad que el director conoce. El es absolutamente estricto desde el punto de vista actoral, pero la resolución de cada escena pasa por otro lado. Federman dice: “No lo pienses, y hacelo”. Esto es ejercitar la verdad en otros términos. Por ejemplo: “Ella entra por acá y yo la quiero para mí”, y punto. “El entra por acá y yo no lo quiero ni ver”, y punto. Es la acción dramática permanente.
G. G.: –No construye desde la psicología, que es la gran arma del teatro argentino. Yo estaba acostumbrado a eso. Recomenzar con este trabajo fue un hermoso desafío. Dejé de sentirme preso del personaje.
M. V.: –Eso no quiere decir que no actuemos con rigor. Yo había empezado a dirigir una obra y pensaba que no podría compatibilizar ese trabajo con la actuación en Sos Vos. Pero no fue así, aquello es una construcción intelectual, donde uno se lleva el personaje a su casa. Esto es, por el contrario, un ejercicio de despojamiento.
–Pero allí hay dos actores ensayando.
G. G.: –Y ensayando una obra que a su vez trata de dos actores que ensayan para un programa de televisión.
–Y que de pronto sorprenden recitando un fragmento de La vida es sueño.
M. V.: –Porque recurren al cliché clásico de una obra que hicieron tiempo atrás. El director disfruta con desmitificar y construir una verdad que no existe. Recuerdo una anécdota sobre una entrevista a Marlon Brando, donde un periodista asociaba el trabajo de Brando con la historia personal del actor: los problemas de su hijo, los divorcios... Brando negaba esas relaciones hasta que confesó que sí, que era verdad, y lo expresó de tal manera, con tanta angustia, que le produjo un quiebre emocional al periodista. Cuando lo vio así, tan afectado, le dijo: ¿cuándo va a entender que estoy actuando?
G. G.: –La verdad es que siempre actuamos mentiras: hacemos creer que algo es verdad cuando es mentira, y cuando hacemos creer que algo es mentira estamos mintiendo.
–¿Dónde está la ética en ese juego?
M.V.: –En lo que como artista deseo contar.
–¿Les importa saber qué piensa el espectador de una obra como ésta, inasible?
G. G.: –Me interesa qué le produce. Quiero que se sienta engañado, sorprendido, asustado, enternecido, y no se aburra.
M. V.: –Algunos nos dicen que lo pasaron bien, otros se ríen mucho durante la función, también la ven como un juego a lo Samuel Beckett, y los lacanianos se hacen un picnic.
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