CHICOS › EVA HALAC Y SU PRíNCIPE Y MENDIGO PARA TíTERES
› Por Karina Micheletto
Entre las opciones de vacaciones, el estreno de Príncipe y mendigo, con versión y dirección de Eva Halac, vuelve a contar aquella novela de aventuras de Mark Twain en una original puesta en la que se lucen siete actores titiriteros –tan protagonistas y visibles como sus títeres marioneta–, con un destacado trabajo en la realización de los títeres y sus vestuarios. La historia es conocida: dos niños iguales intercambian sus ropas. Uno es un príncipe; el otro, un mendigo como tantos en la ciudad. Los confunden y el príncipe pasa a vivir en las calles la vida del mendigo; el mendigo se vuelve príncipe y de pronto rey. La puesta respeta aquel escenario de la feroz y desigual Inglaterra de cinco siglos atrás del cuento original, pero al mismo tiempo muestra el modo en que esta historia lo trasciende, para pasar a hablar sobre los niños y los adultos, más allá de épocas y lugares.
“La principal dificultad era sostener el vértigo de la historia, que tiene dos protagonistas –el príncipe y el mendigo– en un sinfín de escenarios, y que no se perdiera el ritmo ni la comprensión”, dice Eva Halac sobre el trabajo que implicó esta adaptación, y describe el modo que encontró para llevarlo a escena: “Como en el teatro isabelino, un grupo de actores cuenta la historia del príncipe y el mendigo. En esta ocasión se vale de muñecos para componer personajes. La ruptura de la cuarta pared renueva en cada relato el acuerdo con el público y permite una total concentración en las escenas entre personajes. La obra tiene situaciones cómicas –el mendigo confundido con el príncipe en el palacio– y situaciones más dramáticas, como el príncipe vestido de mendigo en las calles, que requerían un tratamiento poético nuevo”. Es aquí donde aparece la técnica del bunraku japonés, “jugada como un muñeco que vive el personaje y de pronto vuelve a ser un muñeco”. “Contiene la capacidad de concentrar y a la vez tomar distancia, crear imágenes bellas con las situaciones dolorosas, sin perder profundidad, con la emoción y la verdad de la escena sin concesiones”, explica la directora.
“Hice una dramaturgia personal de la novela, pensando qué quería contar”, sigue diciendo Halac. “Hay una escena que siempre me emocionó al leerla, que es cuando Miles Hendon lleva a su casa al príncipe creyéndolo un pobre niño mendigo que ha perdido la razón. Casi todo el carácter de la obra está en esa escena, que reúne toda la ternura y la locura del mundo. Esa poesía del Quijote, con la visión romántica de las causas perdidas.” El desafío era el de mantener el espíritu “de aventuras” de Twain, la frescura y espontaneidad de la novela. La directora cuenta que para eso seleccionó aquellas escenas que lograban “valerse por sí mismas, con vida y literatura, que es el teatro que me gusta ver”. “Los personajes se exponen en toda su dimensión de humanidad, en los momentos felices y también trágicos, y si hay algún juicio sobre ellos los hace el espectador. Que la acción transcurra en la Inglaterra del 1500 me ofrecía la distancia para poder tocar temas que transcurren hoy, en el Buenos Aires de 2014, con niños ricos y niños pobres, con su ropa, sus padres, su asombro”.
¿Por qué, finalmente, se eligió entre tantas posibles esta novela para contarla con títeres? “Los títeres permiten una percepción poética de la realidad”, define Halac. “Salen de cuadro, pertenecen al género de lo indefinible. Pueden representar lo irrepresentable. Los titiriteros aquí son grandes actores, que potencian el gesto con títeres. En el teatro de títeres conviven lo sublime y lo ridículo, los sentidos se multiplican, reaparece el misterio. La máscara tiene uno y mil rostros, es una herramienta de libertad. La máscara se burla del destino. En la obra juego con imágenes plásticas, que transitan por un terreno simbólico. Con los títeres podía contar que detrás de cada niño mendigo hay un príncipe, y que todo príncipe esconde un mendigo.”
Príncipe y mendigo, de Mark Twain Dirección: Eva Halac Sugerido desde seis años. Martes a domingos a las 16. Teatro 25 de Mayo, Triunvirato 4444. Entrada $ 60, martes y miércoles $ 40.
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