Sáb 25.04.2015
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CHICOS › ROBERTO CATARINEU, CARLOS MARCH Y LAURA CONFORTE REESTRENAN VIVITOS Y COLEANDO

“La obra de Midón no ha sido superada”

El teatro Picadero será escenario de la inolvidable obra de teatro creada en 1989 por Hugo Midón. “Este espectáculo es un clásico”, destacan los actores, que reivindican el modo en que el director y dramaturgo trataba a los niños: “Igual que al adulto, con inteligencia”.

› Por María Luz Carmona

Durante la sesión de fotos, Roberto Catarineu, Carlos March y Laura Conforte hacen chistes, se ríen, juegan y cruzan miradas de complicidad. Este trío artístico tiene mucha química y entiende el mismo código. Acaban de terminar de ensayar y se disponen a conversar sobre el proyecto que los convoca. Toman asiento en el bar del teatro Picadero. El plato de fideos caracoles con salsa que le sirven a Catarineu parece más sabroso después de un largo ensayo y no puede esperar. Entonces, mientras se sirve gaseosa y pide pan, comienzan a intercambiar las primeras ideas. El motivo del encuentro es el reestreno de Vivitos y coleando, la inolvidable obra de teatro creada en 1989 por el recordado director y dramaturgo Hugo Midón. “Este espectáculo es un clásico. Teníamos la necesidad de volver a traerlo al teatro. Es el fenómeno de la grandeza, de un tipo creativo como Midón. Yo sé que este señor que está arriba mirándonos está diciendo ‘tenían que volver este año’”, cuenta entusiasmado quien se pone en la piel de Rocat. La obra se estrena hoy y se verá los sábados y domingos a las 16 en el teatro Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1847.

A través del lenguaje del payaso, Midón presenta historias maravillosas, entretenidas, poéticas, con mucho humor, y con un mensaje político y de crítica social que marcó a toda una generación de chicos que crecieron en plena década del noventa. Vivitos... es una de las obras más importantes del autor (junto con la música de Carlos Gianni), que indudablemente selló un antes y un después en el teatro para la familia, con una mirada diferente sobre los chicos. “Midón trató al niño igual que al adulto, con inteligencia. Fue único porque representaba ideológicamente cosas muy claras, independientemente de los partidos políticos. Apuntaba a que el niño tuviera cada vez más derechos, que no fueran ‘torcidos’. Su intención era que las personas tuvieran más autocrítica, más sentido crítico, más derechos, más pensamiento propio”, resalta el actor Carlos March. La obra se repone con los textos y las músicas originales y con gran parte del equipo creativo de los inicios de la compañía (las coreografías de Doris Petroni y el vestuario de Mónica Toschi), esta vez con dirección de Manuel González Gil. Completan el elenco Julián Pucheta, Flavia Pereda, Rodrigo Cecere y Vicky Barnfather.

–¿Cómo surge la iniciativa de volver al teatro con esta obra después de tantos años?

Roberto Catarineu: –Fue una propuesta nuestra que viene desde hace dos años. Y estamos en este teatro maravilloso, ensayando mucho, mucho más que aquella vez. Esto es un clásico. Dejamos la música y el texto tal cual, no se ha modificado casi nada. Es Midón Midón.

Carlos March: –La intención fue recuperar, después de tantos años, algo que nosotros venimos sintiendo como una necesidad: que el nombre de Hugo Midón tenga cierta continuidad. En el resto de las provincias se está trabajando muchísimo con el material de Midón. El Ministerio de Educación de la Nación ha distribuido por todo el país, como estrategia curricular, el material de la obra Derechos torcidos. Esto me pareció realmente un gesto muy importante porque tiene que ver con la difusión de la obra de Midón y Gianni. Me sorprendí mucho cuando vi el conocimiento que hay de todo el material en el interior. Fue uno de los motivos que nos impulsó a reponer y reciclar, porque nosotros queríamos que estuviera otra vez en la cartelera. Queremos que el espíritu se mantenga.

–Hay una llamita que nunca se apagó y que los motivó a reencontrarse...

C. M.: –Estamos nosotros dos desde el comienzo, pero esta vez había que reemplazar a Andrea Tenuta y apareció Laura Conforte, que es la otra pata. Somos como Los Tres Chiflados para chicos (risas).

R. C.: –Esto tiene un valor en el tiempo y en el espacio impresionante. El espectáculo va a ser maravilloso. Y nos apropiamos de esta obra porque la generamos nosotros, que tiene un doble valor porque Hugo no está y esto se hace igual.

C. M.: –La obra fue evolucionando con el tiempo, el estilo se fue puliendo y afianzando y fue tomando más identidad, pero la esencia es la misma.

–¿Creen que en todos estos años han surgido propuestas teatrales superadoras?

R. C.: –En todos estos años no hubo otro movimiento igual. Yo me preguntaba “¿qué es lo nuevo que apareció?”. Esto es como Shakespeare, como Beethoven y Mozart, que nunca fueron superados. La obra de este señor no ha sido superada. Los textos y las canciones son los mismos, no se cambió casi nada. El teléfono, en lugar de ser el del cable, ahora es un celular, las valijas son las de ahora, pero no cambió nada más. Esto tiene un valor único.

C. M.: –No es bueno que no haya habido nada superador, ni un lastre ni un legado. Que sea sólo Midón habla muy bien de él y de todo este movimiento histórico que surgió en los 90, en los comienzos de la democracia; nosotros veníamos desde antes, desde la dictadura haciendo teatro, resistiendo esta época, haciendo este trabajo de la mano de Midón. Y eso nos ha ayudado a sobrevivir más que nada espiritualmente. Y lo doloroso para mí es que esto no haya podido tener un legado más allá de nosotros, en las nuevas generaciones.

–¿Cuál fue el aporte más significativo que hizo Midón?

C. M.: –Creo que la respuesta está en los niños. ¿Qué hacemos con los niños? Midón tomó a los niños como personas. No importa si tienen dos, cinco o cuarenta años. Tomó al niño. Entonces el que tiene dos es un niño y el que tiene cuarenta también; estamos apelando al niño que tiene dentro. Unificó a ese niño universal porque él hacía teatro. Y no es solamente para niños, convocamos al niño que tienen todas las personas que vienen al teatro. Se ha dicho mucho eso, pero nadie lo respeta. Y hay una cuestión que no sé si es consciente o no, y es que el niño es el futuro, pero pareciera que si es más inteligente, si está mejor formado, tiene más posibilidades de discernir, de tomar decisiones, el mundo va a ser otro. Para algunos puede ser mejor, pero para otros puede ser peor. Hugo Midón fue único y representaba ideológicamente cosas muy claras, independientemente de los partidos políticos. Y tenía unos metamensajes para los adultos y los políticos, una crítica social infernal, definida, y sin hablar de ningún partido político en particular, sino que les estaba hablando a todos. Tenía un mensaje que iba más allá. Enseñaba que no había que dejarse llevar por los carteles, por lo que se dice, por lo que te dicen que hay que hacer, sino construir una mirada absolutamente crítica de la realidad, mirando hacia atrás, en el presente y hacia el futuro.

R. C.: –También hay una mirada adulta porque los adultos que acompañan a los niños se divierten, se ríen. Y los que antes venían con sus hijos hoy traen a sus nietos. Hugo decía “no hay flores para niños, hay flores”. Es tratar al niño como una persona, como un adulto, con inteligencia.

Laura Conforte: –Lo que más me fascina es que esta obra tiene una cosa de absoluta contemporaneidad. Habla del amor libre, sobre colaborar con el otro porque si te mirás el ombligo después te quedás solo y no está bueno. Todas las canciones son preciosas. Son temas vigentes. Yo estoy feliz. Nunca trabajé con Midón. Di una audición para Vivitos... y creo que fue la mejor que tuve en mi vida por lo que hizo sacar de mí. Pero en ese momento elegí seguir con otro proyecto, que finalmente no se hizo. Me quedé sin Midón y sin lo otro. Siempre me quedé con las ganas de trabajar con él. Pero hoy estoy trabajando con el alma de Midón que son ellos. El material es precioso, es un desafío porque no hice muchas obras de teatro musical para niños y grandes.

R. C.: –Esto es teatro. Yo nunca sentí que estaba haciendo teatro para chicos o teatro infantil; es teatro. Midón buscaba actores que se pusieran la nariz y que hicieran a través del payaso un montón de cosas. Este tipo era un adelantado en su época y en su forma de pensar. Yo me acuerdo de la devoción que tenía por los chicos, cómo los trataba, cómo les hablaba, era único, hay gente que es única.

–Los chicos que antes miraban Vivitos..., hoy seguramente vienen con sus hijos o sobrinos a verlos. Entonces se va transmitiendo de generación en generación...

C. M.: –En la época de la dictadura cuando había una persona que supuestamente iba a ser revolucionaria o iba a generar algún movimiento, muchas veces se la detenía, o se la hacía desaparecer y la sociedad misma decía “por algo será” o “algo habrá hecho”. Entonces pensamos que algo habrá hecho Midón y de una manera muy sutil. Para mí es un tipo que cuestionó la mirada de los adultos hacia los niños. Y les dio a los niños la autoridad para que el adulto se empezara a cuestionar y preguntar ¿no será que ellos miran mejor que nosotros?, ¿no será que ellos son los que nos tienen que dar las respuestas y las soluciones a todas nuestras supuestas seguridades y certezas? Entonces algo habrá hecho Midón. Antes se decía así sin analizar lo que habían hecho, sino que se daba por malo o algo de lo que ni siquiera se hablaba. Nosotros decimos “dalo vuelta y hablá de eso y decí lo que hizo”.

R. C.: –Por algo sucede esto ahora. ¿Cuál es el fenómeno? Es el fenómeno de la grandeza, de un tipo creativo. Tenía la viveza de elegir al equipo de actores y nosotros fuimos elegidos. Yo sé que este señor que está arriba mirándonos está diciendo “tenían que volver este año”.

–¿Por qué Midón eligió el lenguaje del payaso?

R. C.: –Porque el payaso te permite hablar de lo que quieras con una gran profundidad.

C. M.: –En Narices decía: “Si los hombres serios han hecho lo que han hecho y peor no lo pudieron hacer, dejemos que vengan los payasos entonando su canción a proponer otra cosa. Si los hombres serios de camisa y corbata toman las decisiones y así nos va, será que tenemos que probar otra cosa”. Además Midón quiso reivindicar la figura del payaso que se había desvirtuado. Entonces, en 1983, cuando vuelve la democracia, a Hugo se le ocurrió hacer Narices, en el momento justo. En democracia volvieron los payasos. En este caso, el payaso rioplatense, no el clown que viene de otro lado. El payaso nuestro, Pepino el 88, los del circo criollo, recuperar este payaso.

–Esta obra nació en 1989, entrando en la década menemista. Siempre hubo una crítica social muy marcada que estaba ligada a la realidad del país. Hoy la sociedad cambió. ¿Cómo se modifica esa crítica social?

C. M.: –Cambiaron unas cuantas cosas: la mirada sobre la política, sobre la militancia, la gente está militando, está más comprometida con la política para un lado o para el otro. Hubo un cambio grande para bien. Pero somos una democracia muy joven. Tenemos que crecer en muchos aspectos, en la tolerancia, en la posibilidad de pensar diferente, esa famosa “grieta” yo no la veo, siento lo contrario, que hay más posibilidades de discutir siempre que se quiera discutir. Es la democracia la que te va a dar la posibilidad de crecer, hay que sostener el concepto de la democracia, en eso hemos crecido. Midón siempre estaba pensando en Latinoamérica, era un visionario en ese sentido.

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