Sáb 09.05.2015
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CHICOS › FRANCISCO HINOJOSA HABLARA DE LA PEOR SEÑORA DEL MUNDO EN LA FERIA DEL LIBRO

Una historia que trasciende generaciones

El escritor mexicano publicó este libro hace veintitrés años, tras batallar contra negativas y censuras, y desde entonces se convirtió en un clásico en toda América latina. Hoy charlará sobre su obra junto a la poeta Julia Magistratti en el Salón Juan Rulfo.

› Por Karina Micheletto

La peor señora del mundo es un libro que tiene ya veintitrés años y que sigue dando que hablar y que leer. Tanto, que mañana volverá a ser presentado en la Feria del Libro. A las 13.30, su autor, el mexicano Francisco Hinojosa, hablará de su obra junto a la poeta Julia Magistratti (en el Salón Juan Rulfo, Pabellón Amarillo). Hinojosa llegó como parte de la delegación que representa a México DF, ciudad invitada de honor este año en la Feria. En este marco tendrá otra presentación a las 16.30: Pibes y chamacos: nuevos lectores, una conversación con la escritora Laura Wittner, en la sala Gabilondo Soler del mismo pabellón.

La peor... es una señora que fascina a los chicos de diversas edades aunque esté dedicada a hacer el mal, practicando todo tipo de crueldades (esas que también fascinan a los chicos, entre ingenuas y terribles), con sus hijos, sus vecinos y todo el que se le cruce en el camino. Tan pero tan mala es la peor, que los habitantes de su pueblo un día deciden un día marcharse en montón. Pero ni eso los salva. Viven a merced de las maldades de la peor, hasta que juntos llevan adelante un ingenioso plan. Las ilustraciones de Rafael Barajas –El Fisgón– son por cierto una parte importante del encanto de esta historia, en una dupla que se ha extendido por quince libros más. “Al principio fue un libro prohibido en muchas escuelas, tuvo mucha censura. Incluso cuando lo presenté en la editorial, los tres dictámenes fueron negativos, dijeron que ese libro no se podía publicar”, recuerda ahora el autor sobre su libro, editado por Fondo de Cultura. “Ahora en México está en todas partes y ya me encuentro con generaciones de lectores: padres que tienen el libro firmado de cuando eran niños y que ahora me piden que se lo firme a sus hijos. Eso es bonito.”

–¿Y qué cree que tiene esta señora que gusta tanto, también fuera de México?

–Pues es raro, ¿no? Le han dado muchas interpretaciones. En Colombia tuvo mucha acogida desde el principio, quizá porque significaba, para una Colombia más violenta que la actual, una manera de vengarse de esa violencia, de hacer catarsis, de exorcizarla. Hay una anécdota que me gusta: unos niños de una etnia del sur de México, en Chiapas, decidieron montarla como obra de teatro. Pero antes analizaron el cuento. Dijeron, en primer lugar: ¿por qué señora y no señor? La realidad es que yo lo escribí pensando en una vecina que tenía, que era tan mala que se lo dediqué para vengarme. Estos niños dijeron: es una mujer porque significa la guerra. Y la muralla (que en el cuento los pobladores levantan alrededor del pueblo) significa el cerco militar. Y la paloma, los acuerdos de paz. Y el viejito (que tiene la idea salvadora en la historia) representa al consejo de ancianos. ¡Le dieron una interpretación zapatista a un cuento escrito antes del movimiento zapatista! A mí ni siquiera se me pudo haber cruzado inconscientemente ese levantamiento que hubo en México en esa zona de Chiapas, que tuvo ciertamente un cerco militar, acuerdos de paz que nunca se cumplieron, etcétera.

–¿Cómo llegó a escribir para niños?

–Por accidente. De niño, yo no leí nada, no más que alguna historieta o algo que me daban en la escuela, pero nada que me haya interesado demasiado. Mi primer libro fue Crimen y castigo. Me impactó de tal manera que me llevó a ser lector de tiempo completo, y la lectura me llevó a la escritura. Así cambié mi vocación, que pensaba que era la medicina, por las letras. Empezaron a pedirme reseñas de libros para periódicos y revistas. Un día alguien se fijó en mí y me pidió adaptaciones de leyendas de espanto, de la época de la colonia en México. Les fue tan bien a esos libros que me invitaron a un proyecto ya con cuentos originales, con la condición de que estuvieran situados en una etapa de la historia de México. A mí me tocó la primera mitad del siglo XX y de ahí salió A golpe de calcetín.

–Ese libro también fue editado aquí.

–Sí, y se repartió en escuelas secundarias de la ciudad de Buenos Aires. Una bibliotecaria de una de esas escuelas se comunicó a la Academia Mexicana de la Lengua, para preguntar qué significaba golpe de calcetín. Los de la academia creo que no supieron qué contestarle y me mandaron la consulta a mí. Es la historia de un niño que vende periódicos en la ciudad de México y, de tanto caminar, la suela del zapato se desgasta y queda el calcetín. No es ya una expresión de uso común, pero lo fue hace mucho tiempo. Justo estaba por viajar a la Argentina y le dije a la bibliotecaria que con gusto podía visitar su escuela. Me sorprendió comprobar que, a pesar de ser un libro que tiene mucho que ver con la historia de México, se puede leer perfectamente aquí.

–Usted también escribe “para adultos”. ¿Qué diferencia a una y otra escritura?

–Encuentro más bien similitudes: el puente que une ambas tiene que ver con el humor y con el juego. Y esos dos ingredientes hacen que me sienta muy a gusto en los dos casos. A los dos lectores los invito a jugar conmigo, salvo algunos casos de libros más duros. Pero, por lo general, es una invitación a interactuar con el lector y a jugar con él. La única diferencia es que con los niños no me permito grandes innovaciones en la estructura y en el lenguaje; con los adultos, sí. Con los niños todo es más bien lineal, cronológico. Siempre digo: cuando escribo para un niño y al niño no le gusta o no lo entiende, es un problema mío. Y cuando escribo para adultos y al adulto no le gusta o no lo entiende, pues es un problema de él (risas).

–Podría entonces pensarse que es un reto mayor escribir para niños.

–Lo que pasa es que creo que me sale de una manera muy natural. Siento que tengo una vocación clavada para comunicarme con un niño. Cómo decirlo... ¿Es difícil hacer una operación a corazón abierto? Pues, sí y no. Si me la dan a mí, seguro que sí. Pero no tanto para alguien que tenga las aptitudes. Pues creo que tengo esa capacidad de relacionarme con un niño, me surge de una manera bastante natural.

–Fue elegido primer embajador de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil de Guadalajara, un nombramiento que se da por primera vez en Hispanoamérica. ¿Qué agenda piensa llevar?

–Me propongo hacerles una pregunta a los editores: ¿por qué los que vivimos por aquí no leemos algo que podríamos leer? ¿Por qué yo no tengo acceso a algo que quizá me guste de un autor argentino, colombiano o boliviano? Recuerdo que en 2010, en un congreso de Literatura Infantil y Juvenil en Chile, llegué allí para hablar de una autora chilena, Marcela Paz. Y planteé esto: ¿por qué los mexicanos no conocemos a esta autora? ¿Por qué ustedes, editores, no quieren llevarnos su palabra? Fíjense cómo podríamos nosotros leerla. ¿Por qué no hacemos que nuestros países se puedan entender más desde este punto de vista. ¿Por qué no nos dejan leernos? Esa es la pregunta que quiero llevar a los editores.

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