Sáb 05.12.2015
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CHICOS › EL GRUPO CANTICUENTICOS PRESENTA ALGO QUE DECIRTE, SU NUEVO DISCO

Invitación al baile folklórico

› Por María Luz Carmona

Suena el disco y sucede la magia. Hay canciones con juegos, bailes, cuentos e historias cotidianas que proponen un viaje musical por los ritmos latinoamericanos más bailables. Algo que decirte es el nuevo disco del grupo rosarino Canticuénticos, que contiene hermosas canciones conectadas unas con otras mediante diálogos en un clima de complicidad y juego. La creación de este trabajo “fue un proceso muy enriquecedor para nosotros como grupo, y lo afrontamos con muchísima alegría. En este disco nos atrevimos un poco más a explorar las posibilidades sonoras del sexteto. Fuimos poniendo lo mejor de cada uno en función de lo que queríamos decir y de lo que cada canción en particular nos iba pidiendo. Este disco continúa la línea que traíamos en los anteriores. Sigue sonando muy argentino y regional y con tonada provinciana. También hay algunas apuestas que exploran los límites de ‘lo infantil’, tanto en los textos como en las músicas: algunos arreglos más arriesgados, y temáticas muy serias puestas en clave infantil”, destaca el guitarrista Daniel Bianchi. Presentarán el disco mañana a las 16, en Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131.

Este grupo, formado por docentes y músicos de Santa Fe, es en la actualidad una de las propuestas más interesantes y atractivas de la música infantil de raíz folclórica. Ya tiene publicados otros dos discos preciosos: Canticuénticos embrujados (2009) y Nada en su lugar (2013), donde se proponen vincular afectivamente a los chicos con su “propio patrimonio cultural” a través de un recorrido por ritmos como huaynos, chamarritas, chacareras, cumbias, cuecas y chamamés. En Algo que decirte aparecen canciones divertidas, poéticas y sencillas, pero sobre todo hechas con mucho amor y dedicación. Aparecen así una cumbia pegadiza en “Viene para acá!”, un huayno en “Ya va, ya voy”, una milonguita movediza en “Por tu forma de mirar”, una murga rioplatense en “Cachafaz” y una bella canción de cuna llamada “Noni Noni”, para cantar a la luz de la luna.

“Las canciones van apareciendo a partir de circunstancias muy diferentes. Algunas a partir de vivencias, otras de historias escuchadas, de situaciones imaginarias. Pero hay algo que aparece como una constante y es que uno intuye que hay una canción esperando y tiene que buscarla todo el tiempo que sea necesario”, cuenta la cantante y compositora Ruth Hillar. Y continúa: “A veces se dejan encontrar rápido y es cuestión de pasar trabajando un par de noches pero otras canciones parece que juegan a la escondida y ahí nunca se sabe cuánto tiempo habrá que probar con palabras y sonidos para que ella se deje despertar. Y siempre al final, cuando la canción ya está lista, aparece esa sensación de haber sido sólo alguien que buscó y buscó hasta decirle ¡piedra libre!”. El grupo se completa con Daniela Ranallo en voz y flauta; Laura Ibáñez en voz y flauta; Gonzalo Carmelé en bajo y voz; y Nahuel Ramayo en percusión y voz, y Sebastián Cúneo en la producción general.

El baile y el juego son dos elementos que recorren toda la obra de Canticuénticos. Hay una invitación constante a que padres y niños se encuentren a través de las canciones. En “Santo Remedio” dicen que la chinche “se cura cantando, se cura bailando”. “El juego es en parte lo que define al género: es el estado natural de los niños y es lo que queremos rescatar y favorecer. Bregamos por una niñez jugando, descubriendo el mundo con ojos de asombro, compartiendo con los adultos su visión particular de las cosas y que los adultos también se animen a jugar y a recuperar esa niñez propia que muchas veces queda olvidada. Queremos que nuestra música, tanto en el disco como en el show, propicie estos momentos mágicos de alegría compartida, pero no una alegría tonta o vacía, sino llena de contenido, de ideales, de compromiso, de valores”, sostiene el guitarrista.

–¿De qué manera influye su experiencia como docentes en la creación musical?

Bianchi: –La docencia nos asegura un contacto muy frecuente con los chicos, y eso siempre es de gran ayuda para nosotros, ya que ellos mismos nos van dando pistas sobre las temáticas que les interesan, los juegos inventados por ellos, las charlas, las palabras disparatadas... Nuestro desafío es tomar todo eso y convertirlo en canciones. Encontrar la poesía en lo cotidiano. También la práctica docente nos ayuda a conocer las posibilidades de los chicos de distintas edades: por ejemplo, el registro vocal en el que desenvolver las melodías que proponemos que canten.

De alguna manera creemos que la propuesta artística y la docente son dos caras de la misma moneda. Al subir al escenario y tocar música con ritmos argentinos y latinoamericanos, intentamos acercar a los chicos a manifestaciones culturales que les pertenecen, y que muchas veces están olvidadas, para contribuir de esa manera a afianzar una identidad nacional. Es el mismo trabajo que hacen los docentes en el aula.

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