CHICOS › LA REEDICION DE LA OBRA DE AYAX BARNES Y BEATRIZ DOUMERC
› Por Karina Micheletto
Algo hay, cierto movimiento de época, probablemente cierto estado alcanzado por la producción local de literatura infantil y juvenil, que ha llevado en este último tiempo a una revisión y puesta en circulación de aquellos textos y autores fundantes de este campo. La reedición de colecciones como Los cuentos del Chiribitil, por Eudeba, o los de Polidoro, por el Ministerio de Educación de la Nación –estos últimos, repartidos gratuitamente en las escuelas del país–, fueron en este sentido. La dupla creativa que conformaron Ayax Barnes y Beatriz Doumerc fue parte de esta revisita que revela, por un lado, la profunda vigencia de aquellas obras que en más de un sentido se leen hoy como atemporales, y por otro, el gran nivel de exploración y vanguardismo al que llegó la producción en la Argentina. Primero fue una completa muestra que se mantuvo durante este año en el Museo del Libro y de la Lengua. Y ahora, la reedición de tres de sus obras más destacadas: El pueblo que no quería ser gris, Aserrín, aserrán y Cómo se hacen los niños, que editorial Colihue vuelve a poner al alcance de los niños de ahora –y de los de entonces– en muy cuidadas ediciones que son verdaderas piezas de reconstrucción.
Tres títulos más esperan ver la luz en los próximos meses dentro de esta colección: Cuando todo pasa volando, Las cosas de la familia Claroscuro y Daniel y los reyes. En todos los casos, para el lector adulto (ese que ocupa el rol de mediador, o el que quiere leerlo para sí mismo) el solo hecho de tomarlo en sus manos es un viaje instantáneo a la niñez, similar a esos que empujan algunos olores. Es que la edición tuvo la delicadeza de respetar un formato de décadas pasadas, y así el libro es de aquellos libros no solo en contenido, sino también en forma. Aurelio y Fabián Narvaja, y Emiliano De Bin, a cargo del área editorial de Colihue, cuentan que cuidaron con toda intención ese detalle, aun con el desperdicio de papel que implicó lograrlo con las máquinas actuales.
El proceso para llegar a estas ediciones también tuvo una buena cuota de artesanía: trabajaron con los ejemplares que consiguieron –algunos a través de Pablo Medina, incansable hacedor de la biblioteca La Nube, el centro de documentación más importante en la materia en la región, otros en ediciones de otros países tenía Gabriel Barnes, hijo de la pareja y también escritor–. Sin acceso a los originales, que estaban perdidos, se hizo un trabajo de escaneo, limpieza y recuperación a partir de esos libros que originalmente salieron por editoriales como Rompan Fila, Shapire o la uruguaya Nordan.
El pueblo que no quería ser gris, editado originalmente en 1975 y prohibido por la última dictadura militar al año siguiente, es una historia que dispara un contenido social y político, toda una lección de ciudadanía. “Y es la vez uno de esos clásicos que podría estar en una compilación junto a los Hermanos Grimm. Tanto los textos como las ilustraciones son simples y profundos a la vez. Eso los hace efectivos y perdurables”, advierten los editores. Lo que sorprende también, nuevamente, es la originalidad de las ilustraciones y la técnica utilizada por Barnes: son dibujos hechos con brea.
“La reedición de Cómo se hacen los niños generó todo un debate porque es un libro que sorprende para la época, pero obviamente tiene destalles que hoy suenan desactualizados, por eso hicimos pequeñas correcciones, junto a Gabriel Barnes, que es escritor”, comentan los responsables de la edición. “Donde dice que los niños ‘siempre se producen de un hombre y una mujer’, esa línea apuntaba contra la iglesia católica y la idea de la cigüeña. Hoy el contexto es otro, por eso lo modificamos incluyendo una nota al final”, ejemplifican.
“Cuando este libro se publicó por primera vez, en el año 1975, había mucha gente que creía que los niños eran siempre demasiado pequeños o demasiado niños, para poder saber de dónde venían. Y cuando alguno preguntaba de dónde venía, le decían que había nacido dentro de un repollo o que una cigüeña blanca lo había traído desde París. Este libro, que hoy retorna a las librerías, les contó a los niños, con seriedad y respeto, cómo nacen los niños”, dice Barnes hijo en esa nota. “Hoy vivimos en un mundo diverso y más maduro, en el que hemos aprendido a enriquecernos con la diversidad y en el que nuevos avances científicos y culturales han ampliado nuestros horizontes y posibilidades. Tanto para madres solas, como para las nuevas parejas humanas que nos acompañan. Y más importante: se han abierto nuevos caminos para que nazcan los niños, que antes no conocíamos. Pero algo no ha cambiado y se mantiene fresco en estas páginas. Ese algo es el amor y la ilusión, que acompañan a todos los pequeños seres humanos que llegan, naciendo, a la aventura de la vida.”
Con figuras de hombres y mujeres construidas por el trazo continuo de una línea –toda una marca gráfica de Barnes– se lee en ese libro: “Entonces el hombre retira su pene de la vagina de la mujer, y los dos se sienten muy felices. Esto que han hecho se llama: hacer el amor.” Y también: “Sucede así: El pene se levanta y el hombre lo introduce en la vagina de la mujer, por el agujerito”. También en la divulgación científica para niños Doumerc y Barnes fueron pioneros, y el modo en que encaran el tema sigue siendo novedoso, necesario y bienvenido.
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